Santiago José Polito Belmonte: profesor con mayúsculas


Nos dejó el eximio historiador regional. Pareciera que el haber tenido a grandes profesores hubiera signado un camino que él supo ampliar y enaltecer con creces. Vaya que sí.


Belmonte junto a Raúl Radonich y otros convencionales de Neuquén .

Hace unos días nos dejó nuestro eximio profesor de Historia. Le rindo un pequeño homenaje a tanta trayectoria en pos de la historia, la investigación. Tuve la suerte de haber compartido con él muchos momentos de estudio, el último trabajo, la confección de la segunda etapa del genoma de la provincia del Neuquén, donde intercambiamos conocimientos de los hechos provinciales neuquinos. Gracias a Dios recibió muchos homenajes en vida.

La Unión Docentes Neuquinos (UDN), por caso, le hizo un reconocimiento a su trayectoria por el gran aporte que ha realizado a la educación y la cultura de nuestra provincia del Neuquén. Don Polito era un profesor con mayúsculas. Realizó carreras de Filosofía, Abogacía e Historia.

¿Será por eso que sus conocimientos no conocían fronteras? Por tanto, su camino recorrido hace que sea una titánica tarea resumir su labor como docente e investigador; innumerables conferencias y varias obras escritas adornan su amplio curriculum.

Entre otras funciones ejercidas, Polito fue decano de la Facultad de Ciencias de la Educación, director del Depto. de Política Educacional de la Universidad Nacional del Comahue; profesor de la Escuela de Policía; integró la Convención Constituyente para la Carta Orgánica Municipal neuquina por el PJ, en la que desarrolló tareas de Prosecretario de Coordinación, como lo vemos en la foto que acompaña este escrito, en donde toma juramento Marcelo Berbel. Nació en Capital Federal y sus padres fueron Pascual Polito, nacido en Parque Chacabuco en 1900, cuyos padres eran inmigrantes de la Calabria albanesa; y Carmen Belmonte, también descendiente de italianos de la región de Cosensa.

Estudió en el seminario del Clero Secular de la Arquidiócesis de Buenos Aires, en Villa Devoto. Posteriormente realizó tres años de Filosofía.

En 1947, a los veinte años, dejó el seminario e ingresó a trabajar al Banco Hipotecario Nacional, del que se jubilaría en 1987; allí conoció a quien sería su esposa, con la que tuvieron un hijo, Hernán, psicólogo, que les dio dos nietos: Joaquín y Mateo. A la par de su trabajo en el banco, Polito continuó con sus estudios. Comenzó a cursar la carrera de Abogacía en la Universidad Nacional de la Plata, donde tuvo el enorme privilegio de contar como profesor al afamado historiador José María Rosa. En 1964 ingresó a Filosofía y Letras en la UBA, donde también gozó de las cátedras de otro gran historiador y escritor: José Luis Romero. Por un tiempo dejó la carrera hasta que cursó los estudios en Historia en 1968; en ese entonces le tocó rendir ante Jorge Pérez Amuchástegui, otro afamado historiador argentino. Entablaron tan buena relación intelectual y fraternal que, poco después, Polito se convirtió en su ayudante en la materia Introducción a la Historia.

En abril de 1976, a poco de iniciada la última dictadura cívico-militar, Santiago fue dejado cesante de la cátedra de Filosofía y de ese modo comenzó su periplo por diferentes provincias argentinas hasta que en 1981 se estableció en Neuquén: su bastión fue la Facultad de Ciencias de la Educación, institución de la que, como dijimos, fue decano.

Además, dictó clases en la Universidad de Flores y en la Universidad Católica de Salta. En su vasto curriculum atesora innumerables cursos dictados que van de la literatura hasta las ciencias de la educación, pasando por la historia y otras disciplinas de las ciencias sociales; conferencias y libros publicados por el Fondo Editorial Neuquino: “Comarcas aquí en el sur”, libro de poemas escrito en 1991, y reeditado años más tarde, y “Las formas del Martín Fierro”, estudio sobre la más trascendente obra de las letras nacionales.

Hombre de letras, su biblioteca posee alrededor de unos seis mil quinientos títulos. Deberían atesorarse en Centro de Documentación del Consejo Provincial de Educación y en la Dirección de Cultura neuquinos. ¿Qué más se puede decir de un profesor que no terminaba nunca de darnos cátedra en el ámbito en que nos encontremos?

Pareciera que el haber tenido esos grandes profesores hubiera signado un camino que él supo ampliar y enaltecer con creces. Vaya que sí.

Este sencillo homenaje para establecer mi eterno agradecimiento a sus enseñanzas y al orgullo de haber recibido sus saberes.


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