Se acrecientan los discursos intolerantes

MADRID

Cuando todo parece derrumbarse por el odio y la crueldad, nos queda ese último anhelo, el del acuerdo conciliatorio, en miras al acercamiento entre análogos; todo ello, mediante un nuevo proceder más responsable y menos indiferente. Urge entonces entenderse, reavivar otras actitudes y expresiones más afectivas. Por desgracia, se acrecientan los discursos que matan. Vienen cargados de intolerancia, de exclusión e indiferencia. En ocasiones, una mera voz hiere más profundamente que el acero. Porque erosiona la esencia misma de la palabra, el cauce del corazón, distorsionando vínculos y valores compartidos. Desde luego, debiéramos aprender a sentir otros horizontes más sensibles en nuestros andares por la vida. El respeto por los derechos humanos, sin discriminación por motivos de raza, sexo, idioma o religión, tenemos que hacerlo abecedario universal en todo ámbito viviente. Esto se logra a través de liderazgos valientes, capaces de contrarrestar esta plaga discriminatoria que nos acorrala por cualquier rincón del planeta.


Las corrientes alimentadas por el rencor jamás florecen ni dan buenos frutos. Por eso, es menester apostar por un nuevo modo de obrar más auténtico y desprendido. La ciudadanía necesita intensificar otras lenguas más comprensivas. Ya está bien de fanatismos extremistas. Lo que se requiere son hálitos de concordia para defender la estética que nos une a una sola familia humana. No podemos ser islas. Necesitamos unir latidos para reunir fuerzas y trabajar juntos en un flamante resurgir, donde nadie domine sobre nadie; y, sin embargo, coopere de forma activa en la apertura de ese mundo nuevo, en el que sus moradores trabajen conjuntamente para que se haga realidad, de una vez y para siempre, ese espíritu reconciliador, amable y ético. La superioridad no es de ningún ser humano. Quizás nos convenga recordar, que todas las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos. Por tanto, cualquier método de supremacía es socialmente ilícito y amenazador para la convivencia.

Víctor Córdoba Herrero
corcoba@telefonica.net


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