Se cumplen 21 años del asesinato impune de Ana Zerdán en Cipolletti
La mataron a golpes en su laboratorio. La investigación tuvo una sola hipótesis que apuntó contra la expareja, Juan Carlos Aguirre, y su hijo Juan Manuel Aguirre Taboada. Un caso lleno de interrogantes, polémica e indignación.
“El tiempo que pasa es la verdad que huye”, reza uno de las citas más conocidas del famoso criminalista francés Edmond Locard. Justamente esta frase se ajusta con exactitud a lo que pudo haber pasado con el caso de Ana Zerdán. A 21 años de haber sido brutalmente asesinada lo único que se sabe es cómo la mataron. Pero quién y por qué fue asesinada será un interrogante que quedará, por el momento, en la duda. Por el tiempo transcurrido, la acción penal prescribió y el caso quedó impune.
El cuerpo de Ana Zerdán fue hallado por su expareja, Juan Carlos Aguirre, la madrugada del 18 de septiembre de 1999 en el baño de su laboratorio de calle San Martín 930. En ese año no existía aún la figura legal de femicidio, de modo que se lo empezó a investigar como homicidio.
Aguirre aseguró que cuando su mujer no regresó a su casa se preocupó y salió a buscarla. Pese a que siempre sostuvo su inocencia, comenzó a ser uno de los principales sospechosos, junto a su hijo, Juan Manuel Aguirre Taboada.
Primer juicio
Así fue que en 2008 fueron juzgados por el crimen de Zerdán. La principal prueba: una huella dactilar encontrada en la mochila del baño del laboratorio. Terminaron siendo absueltos luego de 3 meses de juicio y de escuchar a 100 testigos. Principalmente porque la prueba madre de la causa era controversial ya que peritos de diferentes fuerzas de seguridad se contradijeron.
En 2008, el tribunal de la Cámara Criminal Segunda, integrado por Guillermo Baquero Lazcano, César Gutiérrez Elcarás y Pablo Repetto, consideró que no existían pruebas suficientes para condenarlos y los absolvieron por el beneficio de la duda debido ya que la única prueba –la huella dactilar- había sido desestimada.
Investigación «parcial y desprolija»
En esa misma sentencia, los jueces dejaron en claro que no podía saberse si la huella pertenecía a uno de los acusados y resaltaron lo “parcial y desprolija” que había sido la investigación. Un año después, el Superior Tribunal de Justicia (STJ) ordenó que se anulara la sentencia y que se hiciera un nuevo juicio.
En 2016 se realizó y llevó 5 meses. Se vieron los videos del primer juicio y algunos testigos fueron a declarar pero no aportaron demasiado. Nada nuevo. Sólo se remitieron a su declaración de años atrás ya que muchos decían no recordar mucho lo que había pasado después de tanto tiempo.
Única hipótesis
Los únicos sospechosos fueron Juan Carlos Aguirre, quien falleció en mayo de 2017 a los 72 años, y el hijo de éste, Juan Manuel Aguirre Taboada. Siempre se apuntó contra ellos y fueron la única línea de investigación. Ambos estuvieron detenidos y en tres oportunidades se les dictó la falta de mérito.
Los dos fueron juzgados dos veces: en 2008 y 2016. Y en ambas ocasiones el resultado fue el mismo: absueltos.
Lo único que cambió fue la teoría de la fiscalía. Mientras que en 2008 se sostuvo que Aguirre padre habría sido quien mató a la bioquímica, en 2016 la teoría de la fiscalía cambió radicalmente y sindicó a Juan Manuel quién la habría matado después de discutir con ella porque no quiso prestarle el auto. A su padre se le adjudicó que lo habría encubierto.
Ellos siempre dijeron que eran inocentes y afirmaron que los investigadores jamás propusieron otra hipótesis.
La versión de los Aguirre
Tampoco se pudo corroborar si la teoría deslizada por los Aguirre, que afirmaba que la mataron porque estaba analizando agua supuestamente contaminada en la localidad de Añelo (provincia de Neuquén), por parte de importantes empresas petroleras, era cierta.
Lo único verdadero es que a Zerdán la mataron a golpes y que a los Aguirre los juzgaron penal y socialmente por un crimen que nadie pudo probar que hayan cometido.
En el último juicio, antes de conocerse el fallo, Juan Manuel declaró a la prensa que “se sentía violado por un sistema que se ensañó contra él”.
El final de la causa
Finalizado el juicio de 2016, el Ministerio Público Fiscal, como ya lo había anticipado, apeló la sentencia y pidió que fuera anulada para realizar un tercer juicio.
Pero el STJ no hizo lugar al pedido de la Fiscalía y así fue que dejó firme el fallo absolutorio de la Cámara Segunda, en esa oportunidad integrado por Julio Sueldo, como presidente, María Florencia Caruso y Santiago Márquez Gauna, como vocales.
El STJ consideró que “un tercer juicio implicaría la inadmisible reiteración del esfuerzo persecutorio del Estado y frustraría la conclusión de una causa cuyo trámite ya cuenta con dos debates y sus respectivas sentencias, a la vez que colocaría al imputado ante la duda que supone dicha ulterior realización para liberarlo del estado de sospecha en que se encuentra desde la acusación”.
La resolución firmada por los jueces Adriana Zariatiegui, Sergio Mario Barotto y Enrique Mansilla, además, sostenía que era inadmisible el recurso de casación interpuesto por la Fiscalía ya que “atento al derecho que tiene toda persona a ser juzgada en un tiempo y mediante un proceso razonable, la única solución aceptable para el caso es desestimar el recurso y confirmar la absolución resuelta”.
La única alternativa para una nueva apelación era presentar un recurso extraordinario ante la Corte Suprema de Justicia de la Nación, pero la Fiscalía no lo presentó.
Ahora la acción penal está prescripta por el paso del tiempo.
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