25.000 ediciones: el Banco y el Hospital regional, los canales de riego

Desde aquella primera edición en 1912 hasta la número 25.000 que hoy se imprimió y se subió a la web, muchos sucesos fueron marcando cada década.

Nos describen hoy, guardados en el archivo “de papel” y digital, cómo fue vivir esos años en la región, desde la mirada de los periodistas, fotógrafos y editores que pasaron por la redacción.

Años 1919 al 1929 |

Creación del Banco de Río Negro y Neuquén:

Presidida por el conocido empresario allense Miguel Piñeiro Sorondo, el jueves 20 de mayo de 1920 se realizó la asamblea constitutiva para la conformación de la entidad regional. El acto, a falta de sede, se realizó en la confitería La Central de Roca, después del mediodía.

El sábado 15 de enero de 1921 abrió sus puertas, brindando con champagne. Inicialmente funcionó en la antigua casa de la calle Isidro Lobo, luego en la residencia de W. Kaufmann en calle Belgrano, después en una propiedad de Alfredo Viterbori y desde 1930, en la avenida Roca (ex Centenario).

Fue el primer banco regional patagónico que tuvo sucursal en los más importantes pueblos valletanos, Neuquén, Bahía Blanca y Buenos Aires.

Hasta ese entonces, las páginas del semanario mostraban los avisos publicitarios de “agentes” bancarios, que visitaban la zona en representación de entidades como el Banco Germánico de la América del Sud, el Banco Galicia ó el Banco Hipotecario Nacional.

En pocos años tuvo varios cientos de empleados y constituyó la segunda fuerza económica luego de la gobernación y uno de los principales del interior del país, hasta su triste liquidación 60 años después.

El Hospital Regional de Allen:

Un torneo de fútbol con doce medallas de oro como premio fue el evento central que organizaron en Allen allá por 1925, para celebrar la inauguración del histórico Hospital Regional.

“Río Negro” fue anunciando en días previos el cronograma de festejos para la obra, que constituía una de las mayores gestiones en la región después del dique.

Ese edificio tipo chalet, de dos pisos, estilo suizo- francés y de tejas rojas, llegaba después de la disputa con Neuquén por ser sede y la demora de las obras por 12 años.

Baile, asado popular y fuegos artificiales por tres noches fue lo que disfrutaron unas 3 mil personas que acompañaron el evento. Allí sonó el himno nacional cantado por los niños de las escuelas y la música de la banda de la policía de Neuquén.

El doctor Ernesto Accame, de quien hoy guardan el nombre, ya era el director del nosocomio.

Del torneo deportivo participaron equipos locales, de Roca, Kilómetro 1156, Cipolletti, Plaza Huincul y tres de Neuquén. Uno de ellos, Independiente, fue el ganador, cuyo presidente el Dr. Ortiz, juez del territorio. El Club de Allen ganó al día siguiente, medallas de plata, en los encuentros de “tercera categoría”.

Pocos médicos, menos enfermeros, algunas “boticas”, reino de las curanderas y curanderos, y desperdigados y modestos locales dedicados a la salud pública. En casos graves o urgentes, a Bahía Blanca o Buenos Aires para la atención médica. Todo por hacer”. Ese es el panorama que el investigador Héctor Pérez Morando describió para mostrar cómo se vivía en el norte de la Patagonia, en cuanto a salud, antes de la construcción del Hospital Regional de Allen.

Canales de riego:

Después de la colocación de la piedra fundamental en 1910 en el dique Ballester, quedaba mucho trabajo por delante para llegar al sistema de riego que hoy recorre el Alto Valle.

En septiembre del mismo año se firmó con Ferrocarriles del Sur la realización de la red de riego hasta Ingeniero Huergo, labor que se completó en 1921. Calmando la ansiedad de las localidades que la necesitaban, el agua terminó de fluir por los canales secundarios entre 1921 y 1928.

La obra del canal principal se realizó en forma muy lenta e incluso quedó en “stand by”, por el término de ocho años a raíz de la gran crecida del Neuquén en 1911 y por el inicio de la I Guerra Mundial, desarrollada entre 1914 y 1918.

Desde 1912 la regulación de esta actividad estuvo a cargo de la Dirección de Irrigación, que obligaba a aquellos que habían comprado tierras, a empadronarse y pagar un “canon por riego”. Un año después celebraban la llegada de una línea telefónica para uso de los chacareros.

Sin embargo, este no fue el comienzo. Ya desde 1889 hubo corajudos que se animaron a buscar una solución a la falta de agua. El padre Alejandro Stefenelli fue el que se las ingenió para regar el Alto Valle por primera vez. Usaba una noria construida con tachos de cinco litros, ampliando luego el servicio con un vapor y una bomba, todos comprados en Buenos Aires.

Años antes, entre 1883 y 1885, a pala, pico, rastras y bueyes, hicieron lo propio un grupo de presos, junto a indios cautivos, soldados y algunos colonos. Estaban bajo la orden de Hilarión Furque, mandado por el presidente Roca.

En los años de trabajo a cargo de Ballester se desempeñaron 180 obreros, 40 capataces, oficiales y artesanos y unos 30 empleados administrativos.

Jugaba al fútbol en la obra; allí convivíamos con varias familias. Y alrededor de las familias, había huertas, una proveeduría y según cuentan, con los primeros pobladores llegaron prostitutas.

José Guarnieri, primer médico de la obra, iba en sulky desde Allen hasta el lugar y hay registro de la atención a pobladores de la zona, así como permisos a prostitutas para ejercer su oficio en el campamento.

Se trabajaba 9 horas, con turnos diurnos y nocturnos; que los obreros trabajaban en tierra y en el agua, en condiciones sumamente riesgosas, “ya que debían permanecer largo tiempo sumergidos dentro de cajones abastecidos por aire comprimido, lo que provocaba trastornos fisiológicos y no pocos accidentes fatales.


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