Águila coronada: desafíos y avances en la conservación de una especie en peligro en la Patagonia

Hace 24 años, se sabía muy poco sobre el ave de mayor tamaño que habita en la Patagonia norte. Ahora analizan el ADN en sus plumas de manera no invasiva. El investigador pionero es José Sarasola, doctor en Ecología.

Apenas empezaba el milenio y un novedoso proyecto de conservación asomaba. Hace 24 años, el doctor en Ecología, José Hernán Sarasola, se propuso estudiar el águila coronada y llegó lejos. “Hoy es una de las especies más amenazadas que tenemos en nuestro país”, dice a Diario RÍO NEGRO. 

De una belleza sublime, el águila coronada es de las aves rapaces más amenazadas de Argentina y del sur de Sudamérica. Cuando abre sus alas mide 1,80 metros y pesa unos 3,5 kilos. La investigación científica que pudo conocerlas de cerca fue pionera, ya que en esos años no había información sobre la especie, solo conocían su estatus de conservación. 

A través de este estudio, se hicieron importantes avances no solo al describir características biológicas y demográficas; sino que lograron estudios genéticos en conjunto con especialistas de España. 

El líder del trabajo, José Sarasola, es director del Centro para el Estudio de Conservación de las Alas de Rapaces en Argentina (Cecara), un centro de investigación que funciona dentro de la Universidad Nacional de La Pampa. Además, es investigador principal en Conicet en el Instituto de Ciencias de la Tierra y Ambientales ubicado en la ciudad de Santa Rosa.

Águila coronada en pleno vuelo. Foto: Ricardo Battistino

Hoy se sabe que el águila coronada tiene una población estimada de entre 800 y 2.500 individuos adultos, según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). Su área de distribución abarca desde el centro sur de Brasil hasta el norte de la Patagonia Argentina (Río Negro y La Pampa), donde se registra su localización más austral. 

Aguila coronada: el inicio de la investigación y los primeros datos


Empezamos a recolectar los primeros datos en forma muy precaria, porque es una especie muy rara de ver. Trabajamos y articulamos mucho con los pobladores locales, con la gente en el territorio, para que nos brindara información sobre avistajes de águilas”, comenta. Y rescata que aún continúan en esa ardua tarea. 

El aporte de los pobladores del campo es fundamental para localizar nuevos nidos y territorios reproductivos ya que el proyecto se basó en la identificación de nidos y se monitoreo en épocas reproductivas con cámaras trampa. 

Luego hacemos un seguimiento en algunas ocasiones de los individuos con telemetría satelital, colocándoles transmisores que nos permiten seguir los movimientos y también identificar las causas de la muerte cuando esto ocurre, lo cual lamentablemente es muy frecuente”, explica José. 

Pluma por pluma: monitoreo de ADN del águila no invasivo


Para estudiarlas genéticamente, primero obtuvieron muestras de ADN en forma no invasiva y a gran escala mediante la recolección de plumas. “Lo que hicimos fue recolectar durante muchos años y en territorios reproductivos distintos y luego, en el laboratorio, pudimos genotiparlas, es decir, procesarlas para poder identificar en forma inequívoca a cada ejemplar”, precisa José. 

“A través de poder genotipar cada pluma y asignarla a un individuo, pudimos conocer cómo era la dinámica de la reproducción en las águilas”, dice. En ese camino descubrieron que pueden criar todos los años, pero también cambiar radicalmente de lugar de reproducción: se pueden mover 30 treinta kilómetros del lugar donde se habían reproducido el año anterior. 

“A través de genotiparlos o de identificarlos en forma repetida por el ADN de sus plumas que caen en forma natural, pudimos responder a todas las preguntas”.

José Hernán Sarasola, doctor en Ecología e investigador de Conicet.

El estudio de genética fue posible gracias a un proyecto de la Agencia Española de Cooperación Internacional que permitió financiar las tareas de laboratorio, viajar a Sevilla a la Estación Biológica de Doñana y del Museo de Ciencias Naturales del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) de España y formar a otros investigadores en técnicas de genética.

Águila coronada: un rol ecológico crucial


“El águila coronada cumple una función muy importante. (…) Se alimenta fundamentalmente y en forma completa de especies silvestres y sobre todo de víboras, por lo cual su rol ecológico en los ambientes áridos y semiáridos de Argentina es muy importante”, destaca el investigador. 

Como ave rapaz de mayor tamaño en la región, es predador tope y clave en la regulación de las poblaciones de sus presas. Este águila es especialista en alimentarse de este tipo de presas y, por lo tanto, capaz de regular la abundancia de estas poblaciones de ofidios, víboras, reptiles. “Casi una de las pocas especies que lo hace”, dice.

Águila coronada: una especie en peligro de extinción


El águila coronada tiene una particularidad que atenta contra la posibilidad de recuperación rápida de sus poblaciones y es que pone solamente un huevo. Además, tiene una madurez sexual retardada tiene una alta mortalidad. 

“Tarda muchos años hasta que se convierte en un individuo adulto, finalmente cuatro o cinco años y solamente el 30% de las águilas juveniles llegan a esa edad (…) Todo esto hace un combo de factores, que hacen que la especie se encuentre en una situación crítica de conservación”, explica Sorasola. 

La mortalidad es alta y se debe a factores que tienen que ver con la acción del hombre. Sarasola identificó tres causas principales: la persecución, el ahogamiento en tanques de agua -los australianos para la producción ganadera- y la tercera, la electrocución en tendidos eléctricos. 

“Tenemos más de una docena de águilas coronadas electrocutadas en la provincia de La Pampa, también ejemplares electrocutados en Santa Fe, San Luis, Mendoza, Córdoba. Es una problemática de conservación a escala global”, detalla el científico. 

Durante estos años, identificó también cuáles son sus principales amenazas. “En base a eso, proponer medidas de mitigación para reducir el impacto de estos factores de mortalidad, que tienen que ver siempre con la acción del hombre”, cuestiona.


Apenas empezaba el milenio y un novedoso proyecto de conservación asomaba. Hace 24 años, el doctor en Ecología, José Hernán Sarasola, se propuso estudiar el águila coronada y llegó lejos. “Hoy es una de las especies más amenazadas que tenemos en nuestro país”, dice a Diario RÍO NEGRO. 

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