César nació prematuro y sobrevivió hace 38 años en Roca: hoy es cocinero del hospital que lo salvó
Estuvo internado en los inicios de la Neonatología y hoy presta servicios en la misma institución que lo albergó cuando pesaba apenas un poco más de un kilo. Es tercera generación de hospitalarios luego de su mamá y su abuela.
Cesar Quintreman es una de las tantas personas que se aferró a la vida en una incubadora y entre el calor de los trabajadores de la salud. Fue un bebé prematuro que sobrevivió pese a todos los pronósticos en aquellas épocas y en un servicio de Neonatología público que recién se fundaba.
Hoy tiene 38 años, estudió la carrera universitaria de gastronomía en la Universidad del Comahue y es cocinero en el Hospital Francisco López Lima, institución que le dio mucho más que el sustento diario: lo salvó cuando pesaba un poco más de un kilo.
Sentado junto a su abuela María del Carmen Fierro, más conocida como “Maruca” -histórica cocinera del hospital durante 33 años- repasa su historia, un recuerdo que ya es sello de familia. “La salud pública me salvó”, reafirma César a Diario RÍO NEGRO.
Corría el año 1987 y su mamá Andrea, embarazada de él, fue diagnosticada de hipertensión y tuvo que ser trasladada de Roca a la ciudad de Neuquén. “Era un embarazo de alto riesgo, porque mi hija tenía la presión muy alta y podía perder la vida. Tanto mi hija como él”, cuenta Maruca, abuela de César.
Por eso, nació en Neuquén en el séptimo mes de gestación y de bajo peso. “Apenas nací bajé 800 gramos”, cuenta el propio César sobre lo que fue reconstruyendo. “En esa época, la Neo era muy pobre. No tenía las incubadoras como ahora”, dice su abuela. En esas condiciones, empezaron a buscar una institución para derivarlo.
Días después del nacimiento, Cesar Quintreman fue trasladado a Roca donde el servicio de Neonatología era incipiente. Aquellos días fueron muy difíciles. Maruca trabajaba en la cocina del hospital. Todavía se acuerda cuando se tomaba el colectivo a Neuquén para ver a su hija y su nieto recién nacido. “La médica me decía: ‘Mañana no sé lo que puede pasar. Es muy chiquitito’. Y venía en el colectivo llorando”, recuerda.

“Quedó internado en la incubadora hasta que recuperó peso”, dice la mujer. Su mamá fue una de las tantas mamás que pasaron sus días internadas en la neonatología, luchando por su bebé. César pudo salir adelante luego de dos meses de vida. Con aproximadamente 2,300 kilos les dieron el alta.
También quedaron marcados los recuerdos al volver a casa. “En la Neo ponían una radio con música lenta. Cuando lo llevamos a la casa, la primera noche no nos dejó dormir, lloraba y lloraba. Era porque no tenían la radio prendida. Y ahí tuvieron que poner música despacito para que durmiera”, recuerda su abuela, 38 años después.
Las vueltas de la vida lo llevaron a prestar un servicio al mismo lugar que lo vio salir adelante en la prematurez, en el comienzo de su vida. Como estudiante de la carrera de Gerenciamiento Gastronómico en Regina, empezó a realizar pasantías en distintas instituciones y terminó en el López Lima.

“Desde la facultad donde yo estudiaba, me mandaron a hacer una pasantía para aplicar los conocimientos que había aprendido”, comenta César. En Regina, trabajó en el hospital y desde ahí, hizo contacto con el de Roca, a través de su abuela, ya jubilada con 33 años de servicio. En 2001, su mamá Andrea ingresó también a trabajar al hospital como servicio de apoyo, mucama. Ahora está en Costura.
Una tarea vital desde la cocina: acompaña a pacientes y mamás
La tarea de César es fundamental. Elabora los alimentos diarios, comidas como desayuno, almuerzo, merienda y cena; a los pacientes y sus acompañantes.
“Desde la cocina, damos de comer a todos los pacientes con acompañante incluido, más las mamás que están internadas en Neonatología con sus bebés. También tenemos terapia pediátrica, pediatría, internación y ginecología. Además, sacamos viandas para la gente de salud mental que está en los hospitales y en los distintos domicilios”, detalla.
Para algunos pacientes y sus familias, ese es el único plato de comida que tienen. “A veces hay familiares o acompañantes que son de bajos recursos y de otros lugares que no tienen el poder adquisitivo que uno quisiera. Se le brinda todo lo que se le puede dar a los pacientes”, asegura.
César trabaja con pasión y siente que es una forma de devolverle al hospital lo que hizo por él y su familia. “Quizás para nosotros es insignificante, pero para ellos es un montón”, recalca. “Se trabaja en un hospital público y teniendo en cuenta los recursos que tiene se hace demasiado con muy poco”, admite.
Él como cocinero está en todos lados. Llega a todas las habitaciones y sabe de todas las dietas para cada caso. Si bien no conoce personalmente a los pacientes, saben cómo evolucionan. “La parte más difícil es cuando están en estado crítico”, asegura.
“Depende del trabajo de cada uno de nosotros para que esa persona esté mejor o darle una mejor calidad de vida mediante la estadía en el hospital”.
César Quintreman, cocinero del hospital de Roca.
Su familia pasó toda la vida en los pasillos del hospital de Roca. Y ahora César es la tercera generación de hospitalarios: su abuela, su mamá y él lo dieron todo por la salud pública de Roca. “Mis compañeras lo quieren mucho y yo estoy orgullosa de él”, cierra su abuela.
Neonatología en Roca: 38 años desde su fundación
El servicio de Neonatología del Hospital López Lima de Roca se fundó en el año 1987, tiene una historia de 38 años.
Hace ocho años, en 2017, se inauguró el aréa nueva, la actual, mucho más amplia y moderna. Fue justo para el aniversario número 30 del servicio, según reveló la actual jefa médica, Silvana Aguilar.
Cesar Quintreman es una de las tantas personas que se aferró a la vida en una incubadora y entre el calor de los trabajadores de la salud. Fue un bebé prematuro que sobrevivió pese a todos los pronósticos en aquellas épocas y en un servicio de Neonatología público que recién se fundaba.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios