Ciencia argentina detrás de la cámara más grande del mundo: una mirada inédita hacia los secretos del cosmos
Emplazada en el recién inaugurado observatorio Vera Rubin en Chile, tiene una resolución de 3200 megapixeles, realiza una captura cada 30 segundos y ya detectó más de 2000 asteroides nuevos. Del proyecto participan más de 40 personas de la comunidad universitaria.
El lunes pasado marcó un hito histórico para la astronomía en América del Sur y para la ciencia argentina. Se encendió por primera vez un nuevo y revolucionario telescopio ubicado en el Cerro Pachón, en Chile, un lugar privilegiado para la observación del universo. Mariano Domínguez Romero, astrónomo y coordinador de la participación argentina en el Observatorio Vera C. Rubin, destacó la magnitud y complejidad de esta iniciativa que finalmente se materializó en una cámara fotografía que capta los misterios del cosmos como nunca antes.
El proyecto es liderado por Estados Unidos, a través de la Fundación Nacional para la Ciencia y el Departamento de Energía, pero que también involucra a países de Europa, América del Sur y más.
Argentina, a través del Instituto de Astronomía de Córdoba, dependiente de la Universidad Nacional de Córdoba y CONICET tiene una participación activa y especializada: “Tenemos gente haciendo trabajos de programación, del manejo del telescopio y de un telescopio auxiliar”, explicó el investigador Domínguez Romero. «Esto nos permite que 60 personas de todo el país participen de este proyecto».

El también coordinador del equipo argentino aseguró que «no es un telescopio común». Si no que su función es innovadora. «Va a hacer un mapeo de todo el cielo del hemisferio sur«, explicó. ¿Cómo? A través de una cámara que supera ampliamente el campo de visión.
La cámara tiene una resolución de 3200 megapixeles. «Si querés ver una imagen así en resolución real, digamos, necesitas más o menos 400 televisores ultra HD», comentó el especialista. Además, no solo captura una imagen cada 30 segundos, sino que «va a estar mapeando todo el cielo del sur, todo durante diez años». «Vamos a tener muchas visitas al mismo lugar en cada año. Más o menos van a ser 300 visitas en promedio en algunos lugares».
Desde su puesta en funcionamiento, la cámara ha entregado resultados asombrosos. «Ya descubrió más de 2000 asteroides nuevos. Siete están cerca de la Tierra«, dijo el astrónomo. Aunque advirtió que no hay peligro.
«Este instrumento va a descubrir muchos objetos. Probablemente, incluso hay planetas más allá de Neptuno. Esto los podría encontrar», confió el líder argentino del proyecto. El astrónomo se mostró entusiasmado a los descubrimientos que podría hacer la cámara.

“Vamos a terminar de hacer un mapa de todas las regiones exteriores de nuestra galaxia, incluyendo galaxias satélites, corrientes estelares, y a entender mejor la materia oscura, uno de los grandes misterios del universo”, agregó Domínguez.
Este telescopio también podrá observar hasta 20.000 millones de galaxias, lo que abrirá una puerta enorme para el estudio de la cosmología y la expansión del universo. “Será una máquina de detectar supernovas que son las estrellas en su etapa final, que permiten medir distancias y entender la expansión acelerada del cosmos”, detalló.
El desafío de la captación de imágenes a través de la cámara no es el único. Detrás de este gigantesco ojo que mira el cielo hay otro igual de importante: el manejo de los datos. El telescopio genera alrededor de 20 terabytes de información por noche, una cantidad imposible de analizar manualmente. “Ya no se puede mirar a ojo uno por uno. Todo se hace con métodos muy automatizados. Hay mucha aplicación de inteligencia artificial para encontrar el objeto que a vos te interesa”, explicó Domínguez.
Esta avalancha de información requiere no solo software adecuado, sino también capacidad de cómputo. Y ahí aparece una de las grandes limitaciones en Argentina. “Nuestro problema hoy es que necesitaríamos realmente más cómputo, no solo nosotros, sino todo el país. En lo que es inteligencia artificial, estamos muy atrás respecto a otros países”, señaló.
Domínguez Romero subrayó que no se trata solamente de inversión estatal: “Muchos países logran avances porque los proveedores de cómputo se asocian con universidades. Eso permite formar gente que sabe manejar grandes volúmenes de datos, aplicar IA y usar esas técnicas en otros campos”.

Porque eso es lo más increíble: las herramientas que se desarrollan para estudiar el cosmos, también sirven para analizar patrones en ventas, en salud o en economía. “Son métodos matemáticos generales, muy transferibles a otros problemas. Entonces, esto nos permitiría formar mejor a nuestra gente y generar profesionales muy demandados en múltiples sectores”, explicó.
Ese volumen y esa diversidad van a revolucionar la astronomía, sobre todo en el hemisferio sur, que nunca tuvo antes una herramienta de esta escala. “Va a cambiar la forma en que se trabaja con todos los telescopios de la región”, anticipó.

Y lo más importante: Argentina está participando activamente de esa revolución. “Lo veo como algo muy positivo porque abre oportunidades para nuestros estudiantes”, contó Domínguez Romero.
A diferencia de otros países que invierten sumas millonarias, la participación argentina se basa sobre todo en esfuerzo humano. “No tenemos los recursos de otros países, pero nuestros científicos están muy bien valorados en la comunidad internacional”, expresó con orgullo.
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