Estudia en la Universidad del Comahue, creó una pieza satelital innovadora y representará a Argentina en un congreso internacional

Lucas Mitidieri es estudiante de Ingeniería Mecánica y fue seleccionado por la Federación Internacional de Astronáutica para compartir su proyecto de dispensadores de satélites desarrollados con impresión 3D en el Congreso Internacional de Astronáutica en Australia.

Lucas Mitidieri tiene 27 años y estudia Ingeniería Mecánica en la Universidad Nacional del Comahue. El año pasado se sumó al equipo del PehuenSat 3, el satélite construido por estudiantes y profesores de la UNCo será lanzado al espacio el año que viene. Su tarea: crear un dispensador que pueda transportarlo al espacio. Comenzó esta aventura hace algunos meses sin saber que lo que estaba ideando llegaría a un congreso internacional de líderes espaciales emergentes.

El joven estudiante cursa los últimos años de la carrera en Neuquén. Cuando se sumó al equipo del PehuenSat 3 en un papel clave para su lanzamiento, fue una emoción total. «Fue el primer satélite de una universidad nacional pública que orbitó y funcionó, así que para mí es un orgullo», expresó.

A ese legado se incorporó Lucas, pero con una misión distinta: en lugar de trabajar en los satélites mismos, se abocó al diseño de su lanzador.

El dispensador es el dispositivo que libera los satélites cuando el cohete llega al espacio y aunque puede parecer un elemento secundario, tiene un rol clave en la operación. Así, comenzó a estudiar normativas, requisitos técnicos y desafíos de funcionamiento. «Después de muchos intentos llegué a un modelo final que me convenció y que cumplía todo lo que había buscado«, contó Lucas.

El siguiente paso, el de la impresión, parecía simple, pero la industria aeroespacial lo desafió aún más. Es que los dispensadores se construyen con aluminio T4, un material costoso y difícil de conseguir, especialmente en cantidades necesarias para pruebas. Aunque el Pehuensat que llegará al espacio en 2026 se fabricará en aluminio espacial, el joven innovador se desafió a si mismo y quiso encontrar otro material. Lucas apeló a su experiencia previa: la impresión 3D, con la que trabaja hace más de 7 años.

El prototipo de Lucas en el laboratorio. Foto: Gentileza.

«Abordé este problema tratando de encontrarle una solución con algún polímero que se pueda imprimir en 3D», expuso. Decidió entonces imprimir el dispensador con PLA, un polímero común en impresiones caseras. «Es el material por defecto que usan todas las personas que imprimen en 3D. Se usa para hacer cualquier tipo de item», detalló.

En ese momento no importaba el material en sí porque el objetivo primeramente era hacer una validación geométrica. Así, buscaba probar si los satélites podían ser dispensados correctamente desde su estructura. El resultado fue positivo. El prototipo funcionaba. “Este es el camino», se dijo.

«Ahí se terminó de gestar esta idea de abordar toda la fabricación de un dispensador de satélites mediante manufactura aditiva, que sería la impresión 3D», manifestó el estudiante. Luego comenzó otra etapa de la investigación: buscar algún polímero que resista a las condiciones del espacio.

Lucas inició una investigación intensa para encontrarlo. Revisó materiales, adaptó impresoras para altas temperaturas, controló variables térmicas. El objetivo era ambicioso: evitar el uso de aluminio, bajar costos y peso, y abrir una puerta a nuevas formas de fabricar tecnología espacial.

Mientras avanzaba en su proyecto y cursaba Ingeniería Mecánica, averiguó por su cuenta cómo hacer para que su idea llegue a más personas. Así presentó su proyecto primero en el Congreso Argentino de Tecnología Espacial y luego fue elegido por la International Astronautical Federation (IAF) como uno de los 30 participantes a nivel mundial del prestigioso programa Emerging Space Leaders.

Lucas expuso en el Congreso Argentino de Tecnología Espacial. Foto: Gentileza.

Fue el único argentino seleccionado y gracias a esta distinción, representará al país en el Congreso Internacional de Astronáutica que se realizará en Sidney, Australia en septiembre de este año.

El estudiante se encuentra en el último tramo de su proyecto imprimiendo los polímeros nuevos técnicos a los que llegó con su investigación. Además, con la noticia de su presentación en el congreso pidió ayuda a profesores de la facultad para que lo guíen en lo que es el desarrollo científico del artefacto. «No podría realizar todos los ensayos por mi cuenta», admitió.

«Ahora se viene una etapa muy importante: el testeo en el laboratorio de la Universidad Nacional del Comahue», contó. Mientras pule los últimos detalles de su proyecto, mira hacia atrás y reconoce que, a veces, una pequeña idea puede llegar muy lejos. Tan lejos como el espacio.


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