Cómo exponernos más al sol puede ayudarnos a aprender, a tener mejor memoria y más atención

Según un reciente estudio, los beneficios de vivir en entornos en los que podemos tomar contacto con los rayos solares con frecuencia —con los debidos cuidados— pueden acumularse con el tiempo y propiciar una mejor capacidad de razonamiento.

Para quienes viven en grandes ciudades o se pasan el día entero encerrados en hospitales, oficinas o dependencias públicas por trabajo, recibir sobre la piel algunos rayos de sol durante el día no es una consigna fácil. Requiere adaptarse, pero puede valer la pena. Así lo aseguran los autores de un reciente estudio publicado en Scientific Reports.

De acuerdo al paper, la luz del sol está implicada en la función cognitiva a través de varias vías. Por un lado, es clave para el ritmo circadiano (el horario de sueño y vigilia), y se sabe que el sueño alterado afecta varios dominios de la cognición. Por otro lado, la alteración de los ritmos circadianos y la falta de luz solar se han asociado a fluctuaciones en el estado de ánimo y la regulación de las emociones, que pueden tener efectos tanto a corto como a largo plazo sobre el rendimiento para procesar información.

Por eso, con base en las evidencias científicas previas, los investigadores se centraron en la exposición a la luz residencial. Es decir, la cantidad de luz solar a la que las personas están expuestas en sus vecindarios donde viven, lo que tiene que ver con la ubicación del hogar, el entorno circundante y la duración e intensidad de la luz en esa área.

Además de conocer datos sobre dónde vivían y sobre logros educativos, los autores realizaron evaluaciones cognitivas a 1.838 adultos finlandeses que participaron de un estudio mayor a nivel poblacional denominado Cardiovascular Risk in Young Finns Study. Notaron que una mayor exposición promedio a la luz solar residencial durante dos y cinco años antes del test se asoció con una mejor función cognitiva global. Especialmente vieron mejores resultados en la memoria visual, el aprendizaje asociativo, el procesamiento visual y la atención sostenida.

Sin embargo, en períodos de tiempo más cortos de exposición a la luz residencial, como entre dos meses y un año antes de la prueba de función cognitiva, no encontraron ninguna asociación significativa, lo que “sugiere que el impacto de la exposición residencial a la luz solar en la función cognitiva general es relativamente pequeño, pero puede acumularse con el tiempo”, explica un artículo en PsyPost.

Se necesitan más estudios que confirmen el hallazgo debido a que en este caso los investigadores no apuntaron a establecer una relación de causa-efecto, sino a observar una correlación para seguir indagando. Aunque no se pueden generalizar los resultados a otras poblaciones, sabemos que un poco de sol —con las debidas precauciones— puede ser suficiente para otorgar varios beneficios.

De hecho, la exposición al sol es la clave para obtener suficiente vitamina D (el cuerpo la produce en forma natural en estos casos, y a través de la dieta, en menor medida). Por eso es conocida como la «vitamina del sol», esencial para mantener huesos y dientes sanos (ya que mejora la absorción de calcio), así como para facilitar el funcionamiento normal del sistema inmunitario.


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN



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