¿Cupo en parques nacionales?: Los nuevos desafíos que impone el turismo en las áreas protegidas

El incremento del turismo y las actividades recreativas alertan a los biólogos y plantea desafíos para las autoridades: ¿Es posible conservar y fomentar el desarrollo turístico?

El aumento sin pausa que registran el turismo y las actividades recreativas en las áreas protegidas ya genera tensiones que los biólogos y otros investigadores identifican como una amenaza para los ecosistemas y al mismo tiempo imponen crecientes desafíos para los funcionarios con responsabilidades regulatorias.

Las aristas de esa nueva realidad quedaron expuestas en una mesa redonda realizada días atrás en la biblioteca Sarmiento de esta ciudad en el marco de la Reunión Argentina de Ecología. Uno de los expositores, el presidente del Club Andino Bariloche Juan Pablo Ordóñez, destacó que el cruce entre los distintos intereses en juego obliga a incorporar el concepto de “sustentabilidad”, entendido como la forma de lograr que el aumento del uso de las áreas naturales no comprometa los usos futuros. Señaló que la progresión sin freno de la demanda “va en desmedro” de ese objetivo.

Ordóñez propuso poner el foco en “dos dimensiones”. Por un lado la educación y la capacitación, para que el público comprenda los riesgos y acepte “cambiar conductas”. Y por otro la necesidad de nuevas infraestructuras, por ejemplo para garantizar el saneamiento de efluentes en los refugios de montaña, del que carecieron durante décadas, cuando recibían muchos menos visitantes.

En la charla participaron también la funcionaria de la secretaría de Turismo municipal Marcela Giovanini, el presidente de la Asociación Argentina de Guías de Montaña Martín Ross, la bióloga con una larga trayectoria en investigaciones de flora y fauna regional Marcela Ferreyra y el intendente del parque nacional Nahuel Huapi, Horacio Paradela, quien reconoció los condicionamientos por el auge acelerado del turismo, al que relacionó con “las políticas públicas que promovieron los viajes”, a partir de la pandemia.

Paradela dijo que en Parques las nuevas regulaciones y ordenamiento de las áreas de uso público son motivo de análisis constante y citó algunos puntos críticos en el área a su cargo, como el corredor Mascardi/Tronador, la seccional lago Gutiérrez con el sendero a Cascada de los Duendes y las áreas de acampe en torno a los refugios.

La investigadora Clara Pizzolito, especializada en ambientes impactados por el uso intensivo, y moderadora del debate, aportó algunas cifras sobre el crecimiento geométrico del flujo turístico en la última década. Subrayó que es un fenómeno mundial, no solo registrado en la Argentina, y destacó la importancia de reevaluar las pautas conservación de las áreas protegidas.

Dijo que en la Argentina “de los cinco parques nacionales más visitados cuatro están en la zona de bosques patagónicos”. En la región que circunda a Bariloche el parque Nahuel Huapi convive además con otras áreas con distintos estatus de protección como el parque municipal Llao Llao, la reservas naturales urbanas y las áreas protegidas provinciales, como el río Limay.

Paradela dijo que se torna necesario “hacer un balance de lo que es la experiencia masiva”. Bariloche superó por primera vez en 2022 el millón de turistas anuales y el intendente del parque reconoció que esa presión no tiene un correlato presupuestario.

Sostuvo que en el parque actualmente hay una estimación de tránsito de 2 millones de personas/año y refirió que “mientras el 50% del producto bruto de Bariloche se asocia con el turismo -y según cifras del municipio ronda los 600 millones de dólares anuales-, el presupuesto operativo del parque Nahuel Huapi en 2022 fue de 150 millones de pesos”. Aclaró luego que la recaudación por derechos de ingreso triplica el presupuesto, pero tiene otros destinos. Paradela reconoció que “no alcanza el personal” para gestionar de manera más eficiente el área protegida y ese es motivo de “otro debate interno” en el organismo nacional.

En ese punto sensible también se detuvo la bióloga Ferreyra, quien aseguró que al trabajar una temporada en El Chaltén le llamó la atención la presencia de guardaparques en el ingreso a todos los senderos, en plan preventivo e informativo, algo que en Nahuel Huapi no existe.

Unas 2 millones de personas circulan por año por el parque Nahuel Huapi. Foto: Alfredo Leiva

¿Cupo en parques nacionales?: Demandas urgentes


Ferreyra también puso la mira en otras distorsiones como la afectación a los frágiles ecosistemas y especies únicas de alta montaña por el “pisoteo” desmedido de las carreras de aventura y del tránsito de motos, que “hace 30 años fue señalado como un problema a resolver y nunca se resolvió”.

La experta recorre desde hace 30 años las cumbres de la región en relevamientos de flora y dijo que se trata de “un ambiente súper rico”, donde hay 550 especies identificadas, de las cuales 69 “solamente viven en alta montaña, con distribuciones muy puntuales, algunas en una cumbre o dos nada más. Y 13 de esas especies y 10 poblaciones están en estado vulnerable”.

Propuso que cualquier planificación en adelante tenga previsto minimizar el impacto y si es necesario reformular senderos, como se hizo en el área del refugio Frey, y en la picada a laguna Ilón, para disminuir el impacto. Dijo que no hacerlo “puede ser algo muy peligroso”. También subrayó que las competencias tipo “trail” de montaña y las carreras entre refugios “son altamente destructivas” para el ambiente, porque afectan pedreros, suelos frágiles y especies “muy sensibles”. El presidente del Club Andino, que las organiza regularmente, guardó silencio sobre el tema.

Ross tampoco hizo comentarios, pero subrayó que el control y prevención de avalanchas, que comenzó con el aporte de guías voluntarios durante la pandemia, “ahora se profesionalizó” y es un aporte valioso para el uso más seguro de los ambientes de montaña.

Unas 2 millones de personas circulan por año por el parque Nahuel Huapi. Foto: Alfredo Leiva

¿Cupo en parques nacionales?: Tiempos distintos


Ordónez señaló que los nuevos paradigmas de uso derivaron por ejemplo en un encarecimiento del servicio en los refugios, el cobro en las áreas de acampe que siempre fueron gratuitas, y eso genera rechazo. Pero entendió que es una tendencia no reversible. También sugirió que Bariloche debería contar con un helicóptero en forma permanente, para aplicarlo en rescates, emergencias y también para el abastecimiento de refugios de montaña, que ya resulta imposible cumplir con caballos y porteadores, como se hizo históricamente.

Reconoció que no solo los turistas sino los barilochenses están en plena reconversión de sus usos y prácticas en la montaña, que incluye la búsqueda de nuevos lugares menos frecuentados, lo cual también obliga a adaptar los controles y la regulación.

Paradela introdujo una reflexión extra sobre la implicancia social de los nuevos tipos de uso y la expansión turística. Reconoció que no hay nada que garantice la igualdad de acceso y la tendencia es a subrayar cierta “exclusividad” de la que disfrutan “sectores medios y medios altos”. Dijo que la asimetría social de Bariloche amerita “entrar en ese análisis”, para ver cómo el recurso puede ser aprovechado por todos.

Señaló que Parques tiene en ejecución un proyecto, por ahora a escala reducida, para facilitar el acceso gratuito a los atractivos naturales de la población más vulnerable, en el intento de “expandir el disfrute a todos y con sostenibilidad”.

Giovanini destacó, ante el avance de los usos intensivos, la importancia de garantizar “la seguridad de las personas, lo cual tiene un costo”. También propuso un trabajo metódico de “prevención y concientización” y la incorporación de “medidas de sostenibilidad”, por ejemplo la separación de residuos “in situ”.

Unas 2 millones de personas circulan por año por el parque Nahuel Huapi. Foto: Alfredo Leiva

Obras indispensables


Para Ordónez, el aspecto “infraestructura” es una de las claves determinantes a futuro. Dijo que el parque Nahuel Huapi, con 2 millones de visitantes por año, tiene zonas y momentos de desborde casi inmanejable, mientras que el área de los Dolomitas (en los Alpes italianos), con una superficie algo menor, recibe 34 millones de personas sin mayores conflictos, porque “cuenta con una infraestructura enormemente más eficiente”.

Ese requerimiento se traduciría en mejores rutas, diseño y mantenimiento de senderos, puentes, miradores, puertos lacustres, tratamiento de efluentes cloacales y de otros residuos, comunicaciones y equipamiento para emergencias, entre otros.


Tarde o temprano, se vienen los cupos en parques nacionales


Aunque todavía algunos lo toman como un tabú, el debate inevitable en relación con el cruce entre turismo masivo y espacios naturales de alto valor pasa por la temida palabra “cupos”.

Ante la pregunta de cómo se imaginan el uso de las áreas protegidas de Bariloche dentro de cinco años, todos dijeron de un modo u otro que se multiplicarán las situaciones de desborde y de sobrecarga, con la obligación consecuente de establecer alguna restricción.

Ordóñez dijo que en el refugio Frey -incluso antes de la pandemia- impusieron un sistema de reserva previa, que en la práctica es un cupo, y que el resultado superó las expectativas. Luego por razones sanitarias todos los refugios adoptaron el mismo régimen y así continúan.

Según Paradela, en Parques el tema está en pleno debate y señaló el caso puntual del Ventisquero Negro, en el cerro Tronador, donde no hay otra forma que poner un cupo para evitar colapsos de tránsito como los ocurridos en la última temporada. Señaló además la importancia de comunicar mejor la prohibición de uso de drones y el respeto de los vallados restrictivos en en ese sitio, que convoca a miles de visitantes cada temporada.

Ferreyra también señaló que habrá que hablar de cupos tarde o temprano. “Una entiende que hay zonas de sacrificio, pero igual me preocupa”, afirmó. Citó como ejemplo las motos que suben regularmente por las laderas del cerro Carbón y ponen en riesgo al senecio, un pequeño arbusto endémico de esa zona.

Siempre me parecieron inaceptables los cupos, pero en el Frey había una situación de desborde y funcionó bien, la gente lo aceptó”, dijo Ordóñez.

Giovanini sostuvo que los cupos “no caen simpáticos, porque el turista llega y quiere ir hoy” al destino de montaña o la playa elegida. Dijo que el permiso previo y las restricciones “van a tener resistencias”. Pero reconoció que en algunos lugares con alta demanda “no va a haber otra forma que trabajar con cupos, porque ya están saturados, y porque hay de por medio una cuestión de seguridad. Hará falta trabajar mucho en la comunicación”.


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