Un pueblo sin correo, echaron al único trabajador

Javier Villoldo lleva 27 años trabajando en la institución. Estaba a cargo de la oficina unipersonal en Corcovado, pero recibió un telegrama de despido.

Javier Villoldo es el único empleado del Correo Argentino en Corcovado, una localidad ubicada a 90 kilómetros al sur de Esquel, en Chubut. Cumple multifunción: es cartero, ventanillero, coordinador y hasta responsable de la limpieza y del mantenimiento. Lleva adelante todas las tareas con una vocación inmensa. Días atrás, recibió un telegrama que lo sorprendió. Después de 30 años de experiencia, lo despidieron de su trabajo. El pueblo de 3.000 habitantes, así como otros tantos de todo el país, se queda sin servicio de correo.

“El pasado 26 de abril me despidieron. Sin justificativo alguno. Ese día, trabajé como cualquier día normal, a las dos cerré la oficina y dejé todo preparado para el lunes. Media hora después, mis compañeros de Esquel me dijeron que tenían un telegrama de despido para mandarme por fax. Fue un balde de agua fría”, relató este hombre de 52 años. Y acotó: “Es un telegrama escueto donde dicen que por reestructuración, prescinden de mis servicios”.

Villoldo empezó a trabajar en el Correo Argentino a fines de 1997. En ese entonces, era contratado. Tres años más tarde, quedó en planta permanente. Arrancó como cartero en Esquel, pasó a la atención al público y fue cubriendo cargos en oficinas unipersonales cuando los jefes salían de vacaciones. En 2004 se hizo cargo de la sucursal de Corcovado.

“Es una oficina unipersonal que hace todo lo que hace una oficina grande del correo, con dos o tres carteros, un ventanillero, un tesorero, gente que hace la limpieza y el mantenimiento. Todo eso yo lo hacía solo”, resumió.

En las últimas horas, la Federación Obreros y Empleados de Correos y Telecomunicaciones (FOECYT) manifestó su preocupación por los despidos en el Correo Argentino que ya alcanzaron a 500 empleados.
El secretario general del gremio, Alberto Cejas, señaló que los despidos son parte de “un patrón más amplio de desmantelamiento de recursos humanos en empresas estatales” y alertó que están ocurriendo cierres de oficinas en áreas rurales, que impactan de manera directa en las comunidades que dependen del servicio postal para el acceso a servicios básicos.

Los vecinos no permitieron el ingreso del jefe del Correo. Foto: gentileza

La pequeña sucursal del correo en Corcovado empezó a funcionar 45 años atrás a pedido de los vecinos que, hasta ese momento, debían trasladarse largos kilómetros hasta Esquel o Trevelín, por caminos de ripio, para enviar o recibir su correspondencia.

“Esto me recuerda a aquellos pueblos que crecieron a orillas de las vías del tren. Cuando desapareció el tren, muchos pueblos también desaparecieron. Si a los pequeños pueblos del interior le sacamos las oficinas fundamentales, quedan en el olvido”, planteó Villoldo, al tiempo que recordó que el correo de Corcovado absorbe a otras dos pequeñas localidades (Carrenleufú y Cerro Centinela).

Al ser un pueblo fronterizo que está a solo 18 kilómetros de Chile, incluso muchos chilenos también reciben allí sus encomiendas.

El horario de cierre es a las 13.30, pero siempre te quedás un rato más por algún vecino que necesita una mano. Estamos todo el día”,

Javier Villoldo, 52 años.

Admitió que con internet y WhatsApp, cambió la forma de comunicarse y con ella, el trabajo del cartero. “Ya no se envían cartas como antes o telegramas de salutación. Pero el formato papel sigue existiendo. El banco, el registro civil, la comisaría se siguen manejando con documentación”, resaltó y recordó que hoy, se trabaja en gran medida con el servicio de entrega de paquetería y las compras por internet.

“Ahora lo más cercano que tenemos es la sucursal de Trevelín a 80 kilómetros por una ruta de ripio, un camino de cordillera, con inviernos duros. Muchas veces, se corta y no podemos transitar. Además, en un contexto en el que, para hoy para viajar 80 kilómetros, significa 20 mil pesos de combustible”, indicó.

El pueblo que resiste

El último lunes, el jefe zonal del Correo Argentino desembarcó en Corcovado con la intención de desmantelar las oficinas de la sucursal, pero los vecinos congregados en la sede le impidieron ejecutar la orden manifestándole que no permitirían su ingreso a la oficina. El jefe dio aviso a su inmediato superior y radicó la denuncia en la comisaría del pueblo.

La gente está de pie. No somos responsables de lo que pasa en el país. Yo solo soy un trabajador”, advirtió.

Asegura que no quiere una indemnización, solo pide su reincorporación al correo. “27 años de mi vida le di a este trabajo. Todo es una falta de consideración. Sentís que sos un número más dentro de la empresa”, objetó Villoldo y agregó: “Creí que me iba a jubilar por la puerta grande con todo lo que dí, con tanto compromiso, lealtad y responsabilidad. Y hoy, estoy en la calle desocupado, sin saber qué hacer”.


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