Después de 64 años, una tradicional juguetería cerró sus puertas en pleno centro de Bariloche

Se trata de Casa Raúl que abrió un 5 de octubre de 1959 en Mitre y Palacios. Comenzó con la venta de artesanías y poco después, se reconvirtió en librería y juguetería.

Uno de los negocios más antiguos de Bariloche cerró sus puertas. La librería y juguetería Casa Raúl que funcionaba en la calle Mitre, a unas cuatro cuadras del Centro Cívico, se convirtió ahora en un local de venta de artesanías para turistas.

«El círculo se cierra y se vuelve a la artesanía«, resumió Liliana Cabrera, la hija de la fundadora de Casa Raúl que atendió el comercio hasta sus 80 años. Nelly García se inició en el rubro de las artesanías. Con el lagomoto del año 60, la mujer pasó tres meses sacando las cenizas volcánicas de sus productos y en ese momento nació Casa Raúl. El local se abrió el 5 de octubre de 1959 y alcanzó a cumplir 64 años.

«En los 60, mi madre tomó la decisión de iniciar la transformación hacia el rubro de librería y juguetería», contó Cabrera.

¿Por qué Raúl? Fue el primer novio de García que murió en un accidente de tránsito frente a la discoteca Grisú en 1958. «Él le dejó un seguro de vida. Cuando deciden buscar un local, mi abuela quería comprar en Moreno y Morales que, en ese momento, era la calle principal. Pero no les alcanzaba la plata y finalmente compraron donde hoy está el hotel Cristal. En ese momento, los De Barba les pidieron si podían correrlas para conectar sus tres hoteles. Y ahí terminaron en el local de al lado«, señaló.

De artesana, Nelly devino en librera porque, según su hija, amaba leer. En la 34 edición de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, García fue premiada como la «Librera del Año«.

Nelly García atendió el local hasta sus 80 años. Foto: gentileza

Durante la pandemia, Cabrera debió hacerse cargo del local cuando descubrieron que la mujer de 80 años tenía mieloma múltiple. Poco tiempo después, la familia tomó la decisión de dar una vuelta de página en el rubro de los libros -que había perdido terreno- para reconvertilo en una librería artística.

La situación se volvió cada vez más difícil ya que la mayor parte de los juguetes son importados y con el valor del dólar, cada compra se volvía más compleja. «Los juguetes eran una pasión mía y de mi madre. Pero lo cierto es que se había complicado como en todos los rubros. Vendías algo, lo querías reponer y te salía el doble. Todo es importado y muy caro», indicó Cabrera.

El verano pasado, cuando el intendente Gustavo Gennuso anunció que la calle Mitre sería peatonal durante algunos días por la alta afluencia de turistas, Cabrera tomó la decisión de cerrar el local. Lo concretó diez meses después.

«Cada vez era más incierto trabajar en un contexto en el que no podés planificar un mes. Es un país donde no te dan un crédito. Nada. La obra de la calle Mitre nos afectó muchísimo. Y ahora, por ejemplo, hablan de cambiar el sentido de la calle y ni siquiera nos convocaron para preguntarnos», dijo.

¿Costó el cierre de un local con tanta historia? Cabrera advierte que, «de alguna manera, fue liberador. Creo que el duelo lo hice adentro. (Ricardo) Vallmitjana también cerró su local histórico en la otra cuadra».


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