El futuro de las ballenas, un compromiso que sigue vigente a más de 40 años de la moratoria

Este 23 de julio es el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines. La fecha conmemora la prohibición de la caza comercial de estos animales en 1982. Sin embargo, a más de cuatro décadas de la "moratoria", la lucha por su conservación enfrenta nuevos desafío: la "caza científica" fraudulenta, amenazas ambientales y la "tibieza política" de algunos gobiernos, según destaca Roxana Schteinbarg, cofundadora del ICB.

El 23 de julio se celebra el Día Mundial de las Ballenas y los Delfines, una fecha que recuerda la la moratoria global sobre la caza comercial de ballenas, aprobada en 1982 y en vigor desde 1986. Este acuerdo histórico de la Comisión Ballenera Internacional (CBI) salvó a miles de cetáceos al establecer un límite de cero capturas comerciales, según detalla Roxana Schteinbarg, cofundadora del ICB (Instituto de Conservación de Ballenas), en una nota especial.

Día Mundial de las Ballenas y los Delfines: a pesar de los avances, las amenazas persisten


Aquel logro fue resultado de la creciente presión pública y la evidencia científica que demostraba el colapso de las poblaciones balleneras. Sin embargo, Schteinbarg advierte que, a pesar de los avances en conservación —como el establecimiento de santuarios y el reconocimiento del turismo de avistaje—, la CBI aún enfrenta una «dicotomía» entre la conservación y la presión de una minoría que busca reanudar la caza.

La especialista subraya la «farsa de la caza científica», una figura utilizada por países como Japón para justificar la matanza de miles de ballenas con fines supuestamente investigativos, cuya carne terminaba en el mercado.

En 2014, la Corte Internacional de Justicia dictaminó que el programa japonés no era científico, un fallo que llevó a Japón a retirarse de la CBI en 2019 para retomar abiertamente la caza comercial en sus aguas. Pese a su retiro, Japón mantiene influencia en el foro a través de «una red de países aliados que votan en bloque», debilitando los esfuerzos multilaterales por la conservación.

Las ballenas francas australes, protagonistas de un espectáculo natural imperdible en las costas de Puerto Madryn. Foto Alejandro Carnevale.

Noruega e Islandia también continúan con la caza amparados en objeciones formales, aunque con un mercado en franco declive. Schteinbarg señala que en Noruega las capturas cayeron a 58 ballenas en 2022, la cifra más baja en dos décadas, y en Islandia, más del 80% de la población ya no apoya esta actividad.

En Japón, el consumo se desplomó a menos del 1% de lo que era en los años 60, con gran parte de la carne sin vender y distribuida incluso en comedores escolares. A pesar de la falta de demanda y rentabilidad, estos países siguen destinando subsidios para sostener una actividad que Schteinbarg considera «anacrónica e indefendible».

Miles de visitantes llegan cada año a Puerto Madryn para avistar a estos gigantes del océano en su hábitat natural. Foto Alejandro Carnevale.

Día mundial de las ballenas y los delfines: «valen más vivas que muertas»


La nota enfatiza que «las ballenas valen más vivas que muertas». Su rol ecológico es crucial: fertilizan océanos, distribuyen nutrientes, capturan carbono y sostienen ecosistemas marinos. El turismo de avistaje responsable, como el de Península Valdés, no solo es una actividad económica, sino una «experiencia transformadora» que genera conciencia ambiental, fortalece el sentido de pertenencia local y consolida una cultura de respeto por la biodiversidad marina.

No obstante, las amenazas persisten y se multiplican: colisiones con embarcaciones, enmallamientos, contaminación por plásticos y ruido submarino, la crisis climática y la expansión industrial. El desafío actual, según la cofundadora del ICB, no es solo evitar que mueran, sino «asegurar que puedan vivir bien».

Avistaje embarcado de ballenas en Las Grutas. Foto archivo.

Finalmente, Schteinbarg advierte sobre la «tibieza política» de algunos gobiernos conservacionistas frente a las presiones comerciales. Destaca el papel crucial de América Latina como bloque defensor del uso no extractivo de las ballenas y resalta la importancia de la sociedad civil.

El ICB, presente en la CBI hace más de 15 años, lleva la voz de la ciudadanía y la ciencia, promoviendo la conservación. Ante la próxima reunión plenaria en Hobart, Tasmania, en septiembre de 2026, la organización subraya la vitalidad de la presencia ciudadana: «Si no estamos, la voz de la ciudadanía quedará fuera de la toma de decisiones».

El llamado de la autora es claro: que el 23 de julio sea una «conmemoración activa», un recordatorio de que la lucha por la conservación no ha terminado y que el futuro de las ballenas aún depende de un «compromiso constante y colectivo».