Un encuentro emocionante con las ballenas en Puerto Madryn: la experiencia en 25 fotos

Una experiencia largamente esperada, con cámara en mano y el corazón latiendo fuerte frente al mar. Mirá los registros.

  • Texto y fotos: Alejandro Carnevale.

La vida suele ser un cúmulo de sueños que nos empujan a buscarlos con fervor. Uno de esos sueños había sido, durante mucho tiempo, fotografiar a las majestuosas ballenas en su hábitat natural. Después de varios intentos frustrados , finalmente llegó el momento que tanto había esperado: un viaje a Puerto Madryn, un lugar reconocido por ser el hogar de estos impresionantes gigantes del mar. En particular, iba a dirigir mis pasos hacia las playas del Doradillo, donde el océano se convierte en un escenario perfecto para el avistamiento de ballenas.


El aire fresco del mar acariciaba mi rostro mientras esperaba en la playa. La emoción crecía en mi interior hasta que vi frente a mis ojos a las ballenas, esas criaturas colosales que durante tanto tiempo solo había podido ver en documentales, ahora yo estaba ahí y ellas nadaban majestuosamente a pocos metros de la costa. Era un espectáculo impresionante: algunos ejemplares se movían con gracia, mientras otros respiraban con fuerza, lanzando chorros de agua al cielo que brillaban bajo el sol radiante.



Una ballena decidió, quizás por pura alegría o curiosidad, mostrar su cola de forma espectacular. El sonido sordo del agua al caer la cola fue ensordecedor, sonaba como un eco en mi corazón. No podía creer que estaba presenciando un acto tan íntimo y tan grandioso al mismo tiempo. En ese instante, todo mi ser se llenó de una emoción indescriptible, una conexión profunda con estos seres vivos.






Después de capturar imágenes que sentí reflejaban la majestuosidad de estos mamíferos, me sumergí en un silencio reverente que duró más de media hora. Era como si el mundo se hubiera detenido y el tiempo se hubiera desvanecido. Allí, frente a esas criaturas imponentes, comprendí la belleza impresionante de la vida marina.



Aprovechando cada día, me levantaba temprano y regresaba a la playa. Cada visita era única, los momentos cumbre no tardaban en llegar. Una tarde, una ballena empezó a saltar, elevando más de la mitad de su cuerpo fuera del agua, convirtiéndose en una verdadera artista del océano. La energía de su caída resonaba en mi cuerpo, y la emoción fue tan intensa que no pude evitar que las lágrimas brotaran de mis ojos. Nuevamente, el silencio me envolvía y no podía dejar de disfrutar de la grandeza que tenía ante mí.



Para añadir un toque especial a esta experiencia, habíamos planeado hacer un streaming para el diario. Al principio, pensábamos que nuestra transmisión duraría alrededor de una hora, pero la naturaleza tenía otros planes. Las ballenas parecían haber entendido nuestro propósito; aparecieron una tras otra, creando un espectáculo mágico que hizo que nuestra transmisión durara dos horas . Era como si ellas mismas quisieran ser parte de esta historia, de este homenaje a su esplendor.



El streaming fue un éxito rotundo, no solo por las increíbles imágenes que logramos capturar, sino por la energía compartida entre todos nosotros: los que estábamos en la costa y aquellos que nos veían desde lejos. La conexión entre el público y estas criaturas colosales, unidas por un hilo invisible de admiración y respeto, hizo que cada palabra y cada imagen cobraran vida.









Al final de esos días en Puerto Madryn, no solo había cumplido un sueño, sino que también había creado recuerdos imborrables. Las ballenas me habían enseñado que cada encuentro cuenta, que cada momento puede convertirse en una lección de vida. A medida que me alejaba de la playa, llevaba conmigo no solo mis fotografías, sino también un profundo sentido de asombro y esperanza por la belleza que aún existe en nuestro mundo. Sin duda, un encuentro que jamás olvidaré.




Reviví la transmisión de Diario RÍO NEGRO en Puerto Madryn



La cobertura de RÍO NEGRO fue acompañada por Ente mixto de Turismo de Puerto Madryn.



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