El mejor alfajor del mundo es patagónico y su creadora estudió en la Escuela de Hotelería de Bariloche

Una delicia de harina de nuez, dulce de leche y un baño de chocolate blanco elaborada en una chacra de El Hoyo ganó el oro entre 600 alfajores de Argentina, España, Brasil, Paraguay, Chile, México, Estados Unidos y Canadá.

El alfajor de Almendra Guillier Riquelme se consagró como el mejor del mundo, entre 600 competidores de varios países y un estricto jurado. Esta mujer de 36 años nació en El Hoyo y estudió en la Escuela de Hotelería de Bariloche. Y el alfajor que se llevó el oro en el certamen de Buenos Aires contiene harina de nuez con dulce de leche y baño de chocolate blanco.

Días atrás, el equipo de trabajo de Almendra viajó a Costa Salguero para participar de la cuarta edición del Mundial. Ella siguió el streaming del certamen con nerviosismo desde la chacra. Cuando supo que había ganado, entró en shock.

“Es el premio mayor. Competimos con marcas de España, Brasil, Paraguay, Chile, México, Estados Unidos, Canadá. Se hace un análisis sensorial que tiene 35 ítems que van desde la textura, el aroma, la humedad, la homogeneidad. Se evalúa si el alfajor es equilibrado, armónico, si no hay un sabor que tape al resto”, reveló la repostera con título mundialista.

Un alfajor para combatir el aburrimiento

Cuando era chica, Almendra ayudaba a cocinar a su madre que tenía un puesto en la feria regional de El Bolsón donde vendía panes. Al terminar el secundario, decidió estudiar Administración de Empresas, a distancia, durante dos años hasta que se dio cuenta que no era su vocación.

Con 20 años se instaló en Bariloche para estudiar la Tecnicatura Superior en Gastronomía. “Fui parte de la primera camada de la carrera que egresó en 2009. Me recibí como abanderada. En ese momento, lo único que pretendía era cocinar y aprender. No tenía la visión de una empresa propia”, reconoció.

En 2022 sacó un premio en el Mundial del Alfajor con uno triple de dulce de frambuesa y dulce de leche. Foto: gentileza

Durante siete años vivió en Bariloche donde trabajó en restaurantes de hoteles con un público diverso: “En invierno, full brasileños; entre octubre y noviembre, estudiantes y en el verano, un público más nacional. Fui absorbiendo conocimientos”. Pero en 2015, un tanto cansada de la cocina, decidió volver a El Bolsón donde consiguió un trabajo en administración.

Una tarde, en plena pandemia por Covid-19, sintió ganas de comer un alfajor. Decidió que no saldría a comprarlo sino que lo haría con los ingredientes que tenía a mano: dulce de frambuesa, dulce de leche, cacao y chocolate semiamargo. Con el encierro, tiempo le sobraba.

Hoy produce 1200 alfajores por semana de cinco sabores. Foto: gentileza

De esa primera tanda que estaba destinada solo para ella, los cálculos fallaron y salieron 60 alfajores. De modo que los ofreció, a través de su estado de WhatsApp, como regalo a quien “tuviera que salir a hacer compras”. Fue un camino de ida.

La devolución fue: ‘queremos más’, ‘queremos mandarle a la familia’, ‘queremos probar otros sabores’, ‘es el mejor alfajor que probé en mi vida’. Todo eso me motivó un montón y al fin de semana siguiente volví a hacerlos. Esta vez con un valor para los insumos”, contó. Los vendió todos y al fin de semana siguiente recibió diez pedidos más. Desde entonces, nunca dejó de hacer alfajores.

Ante el incremento de la demanda, dos meses después, Almendra decidió renunciar a su trabajo administrativo. “Fue el primer salto: dejar mi sueldo fijo. Era una apuesta: a la gente le gustaba lo que hacía y a mí me gustaba hacerlo. Así que le di para adelante”, subrayó.

Durante un año, fabricó los alfajores en el departamento que alquilaba en El Bolsón, pero llegó un momento en que necesitó un lugar más amplio. Decidió llamar a su marca “Chacra Los Retamos” por el nombre de la chacra familiar en El Hoyo, al pie del Cerro Currumahuida, cuyo quincho se convirtió en la fábrica de los alfajores.

Almendra siguió los pasos de madre y estudió en la Escuela de Hotelería de Bariloche. Foto: gentileza

La venta proliferó por toda la Comarca Andina, a través de la tienda on line. Hoy produce 1200 alfajores por semana de cinco sabores: dulce de leche, con nueces, frambuesa, guindas y mouse de chocolate.

Además, está a un paso de concretar envíos a otros países. Constantemente recibe consultas de España, Estados Unidos y Canadá.

En 2022 sacó un premio en el Mundial del Alfajor con uno triple de dulce de frambuesa y dulce de leche. “Es muy representativo del lugar. Tiene el sabor genuino de la fruta, es bien patagónico. Tiene identidad”, describió.

El producto que, en esta ocasión obtuvo el oro se comercializa a 3.800 pesos -la unidad- en la tienda online de la marca. Logró consolidarse como un ícono de la repostería regional y embajador de la identidad cultural de la Comarca Andina.

Almendra reconoció que trabaja 18 horas por día, concentrada en cumplir con la demanda. “Se intenta hacer lo mejor. Es una empresa que hace unidad por unidad basada en la calidad. El objetivo de un producto premium se alcanzó”, celebró.

Y confió: “Siempre quise que al alfajor lo prueben en todas partes. Al estar en un pueblo chico de la Patagonia, llegamos a poca gente. Nunca pensé en todo esto que se fue dando”.


El alfajor de Almendra Guillier Riquelme se consagró como el mejor del mundo, entre 600 competidores de varios países y un estricto jurado. Esta mujer de 36 años nació en El Hoyo y estudió en la Escuela de Hotelería de Bariloche. Y el alfajor que se llevó el oro en el certamen de Buenos Aires contiene harina de nuez con dulce de leche y baño de chocolate blanco.

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