El papa Francisco tenía una invitación a Neuquén y un pedido para hacer santo a Ceferino Namuncurá
Lo hizo el gobernador Rolando Figueroa el año pasado. Fue beatificado en 2007, por el papa Benedicto XVI.
El papa Francisco murió este lunes a los 88 años y quedó pendiente su visita a la Argentina como sumo pontífice, pero especialmente una a Neuquén que lo esperaba para la santificación de Ceferino Namuncurá. Fue la invitación que le hizo el gobernador Rolando Figueroa el año pasado, durante un encuentro que compartieron en el Vaticano.
El mandatario neuquino viajó en mayo del 2024 como parte de la comitiva que participó del 1° Encuentro Internacional del Sentido, promovido por la organización católica Scholas Occurrentes y la CAF (Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe).
«Fue muy buena la reunión, lo invité a mi provincia, Neuquén, la tierra de Laura Vicuña y Ceferino Namuncurá y le pedí la santificación de Ceferino que creo que es lo que están pidiendo muchos creyentes de la Argentina y de otros lugares, que Ceferino sea santo», aseguró Figueroa tras el encuentro.
Esa fue la segunda vez que Figueroa estuvo junto al papa Francisco, pero la primera como gobernador en funciones. A poco tiempo de ganas las elecciones, en el 2023, había viajado «a título personal» para conocerlo.
Ceferino Namuncurá es oriundo de Chimpay, Río Negro, donde nació el 26 de agosto de 1886. Fue hijo de Manuel Namuncurá y nieto del reconocido cacique Juan Cafulcurá, quienes lucharon contra el Ejército Argentino en la llamada Campaña del Desierto, comandada por Julio Argentino Roca.
Es considerado el santo de la Patagonia por su vida vinculada a la historia mapuche: tiene miles de fieles en la región y en todo el país, a pesar de no ser aún nombrado como santo por la Iglesia Católica. Sin embargo, sus milagros comenzaron a ser reconocidos por el Vaticano y fue beatificado en 2007 por el papa Benedicto XVI.
Los restos de Ceferino Namuncurá en Junín de los Andes
Los restos de Ceferino Namuncurá llegaron desde Italia en 1905 a Fortín Mercedes, en cercanías de la localidad bonaerense de Pedro Luro.
El lonco Celestino Namuncurá, uno de los últimos descendientes del Lirio de la Patagonia, fue quien pidió el traslado a San Ignacio, a unos 50 kilómetros de Junín de los Andes, para que descanse en el santuario en forma de kultrún que construyó la comunidad.
En ese paraje viven más de 60 familias, todos descendientes de Manuel Namuncurá quien a finales de la llamada Campaña al Desierto dejó el Valle Medio en acuerdo con Ejército Argentino y se asentó en la cordillera neuquina.
«Es un muchacho de nuestra tierra, que fue fiel a su tradición, que no renegó de su raza», había dicho el papa Francisco, por entonces entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Mario Bergoglio, sobre Ceferino Namuncurá el día de su beatificación.
Comentarios