El sueño del viaje de egresados, casi 50 años después

Un grupo de exalumnos de la escuela 60 de Plottier viajaron a San Martín de los Andes para saldar una deuda pendiente. Un recorrido lleno de emoción.

El único momento tardío para cumplir los sueños, es no hacerlo. Eso lo tuvo muy claro un grupo de 16 exalumnos de la promoción 1976 de la escuela 60 de Plottier, que hicieron realidad un deseo que tenían pendiente: su viaje de egresados. Un plan que nació luego de reencontrarse, tras varias juntadas y que culminó con unos días en San Martín de los Andes que jamás olvidarán.

En la madrugada del viernes 7 de octubre, en el inicio del fin de semana largo, a las 5 de la mañana, la comitiva de los antiguos alumnos junto a sus familiares, se reunió frente a la escuela primaria. El punto de partida para un viaje que los protagonistas al recordarlo, dijeron que “les pone la piel de gallina” y que se hizo realidad 46 años después.

“Fue un viaje alucinante, lleno de muchas emociones y fue volver a ser niños. Lloramos y reímos mucho. Nos contamos anécdotas. No se puede explicar que después de tantos años sin encontrarnos tengamos esa energía que nos une y que nos hace ser tan inocentes y niños a la vez, no se puede explicar en palabras”, expresó Sara Méndez, una de las 16 viajeras.

El reencuentro de este grupo que se conoció en la primaria, fue a partir de Fabián González, de 59 años, que luego de encontrar una foto que mostraba a todo el grupo en su niñez y en sus tiempos en la escuela, hizo que le despertara las ganas de volver a reunirse. Como la mayoría de ellos vive en Plottier, algunos se cruzaban en algún punto de la ciudad pero no había un contacto frecuente.

Sus ganas hicieron que empezará a ubicarlos y a buscar los contactos de quien no tenía noticias. Ahora tienen un grupo de WhatsApp. “Pegó el grupo. Empezamos con una juntada con una cena y a partir de ahí todos los meses nos juntamos. Con las historias de vida de cada uno”, relató González.

El primero fue en abril de este año, en un asado en su casa. Después siguieron encuentros con paella, otro con empanadas, y luego ya fue rotando en otras casas. “Con el ánimo de divertirnos y hacer algo distinto, salió la idea de realizar el viaje de egresados. Algunos ya con la cabeza blanca y con nietos”, expresó entre risas González.

Ahí se fue materializando e hicieron una bandera y sus remeras de egresados. Luis, uno de los integrantes del grupo tiene una empresa de transporte y ahí se resolvió el medio de movilidad. Otro de los exalumnos vive en San Martín de los Andes y gestionó con el Regimiento de Caballería de Montaña 4 el alojamiento y algunas actividades.

“Nos pasaron muchas cosas en el viaje y también desde que nos empezamos a juntar. Tenemos mucha emoción. No se si porque ya estamos más grandes. Pero en el viaje nos pasaron cosas muy del alma, de adentro“, contó Méndez, que trabaja en el municipio de Plottier, próxima a jubilarse.

En la localidad cordillerana pararon en el Casino de Suboficiales del Ejército. “Nos atendieron maravillosamente y recibimos mimos allá que no esperábamos”, relató Méndez.


La historia llamó la atención de los que la fueron conociendo. “La gente se sorprende por la conexión que tenemos después de tantos años”, comentó la exalumna. Y aseguró: “Fue muy motivador y alucinante. Fue nuestro viaje soñado. Fue sanador para el alma”.


Un finde largo con un recuerdo que no tendrá fin y que va por más momentos


En la partida del viaje, no faltó la foto grupal, frente a la escuela. A las 11 ya estaban entre montañas y fueron recibidos con unas empanadas.

El primer día hicieron el camino hacia Villa La Angostura, la inolvidable Ruta de los Siete Lagos.
Durante el camino fueron cantando. “Nos tirabamos con la nieve”, recordó González y dijo mientras iba recordando: “se me pone la piel de gallina”.

En la cena se mezcló jugar al pool, al metegol, otros al truco. “Nos acostamos tarde pese que habíamos dormido poco por la emoción del viaje”.

Para el sábado ya habían reservado el paseo en catamarán a Quila Quina, por lo que esa jornada se embarcaron. Y ahí pasaron el día. “Estábamos tan a gusto que ni frío sentíamos”, dijo uno de los protagonistas.

En cada cena, había sobremesas largas. El domingo tuvieron una cabalgata. “Muchos se subieron por primera vez a un caballo”, relató.

A la tarde algunos aprovecharon a comprar algunos regalos. Por la noche compartieron cómo lo habían pasado y cómo se sentían, ya que era la previa del día del regreso. Hubo también guitarreada. “Hubo lágrimas y emociones”, expresó González.

También se terminó el juego del Amigo Invisible, con la entrega de los regalos.
El lunes fue más relajado. Visitaron una fábrica de alfajores de San Martín de los Andes. Al mediodía hubo un asado de despedida y a las 14:30 emprendieron el regreso a Plottier, “cantando y contando chistes”.
La idea ahora es seguir sumando compañeros.


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