Es barilochense y pasó varios días sin su medicación para el cáncer: «La enfermedad toma ventaja y la vida pende de un hilo muy finito»

Mauro Ovejero le diagnosticaron cáncer de próstata, pulmón y huesos. "No me voy a curar, pero la medicación frena el avance de la enfermedad", advirtió.

«La tormenta está al achecho y cada día que paso sin la medicación oncológica es como un reloj de arena que uno da vuelta sin parar. Vas viendo cómo caen los granos de arena sabiendo que no podés hacer nada para detenerlo». Tres atrás, a Mauro Ovejero le diagnosticaron cáncer de próstata, pulmón y huesos. Concretó el tratamiento de quimioterapia, radioterapia y ahora, debe tomar un medicamento consistente en cápsulas blandas, llamado Enzalutamida. Pero en las últimas semanas, el hospital Ramón Carrillo de Bariloche, no pudo proveerle la medicación

«Me dijeron que no había en stock y que tampoco iba a haber. Sentí como que me despertaba en medio del mar. Tu cuerpo se convierte en una trinchera y la guerra sigue, pero sin armas», describió este barilochense de 54 años. En las últimas horas, le respondieron que la medicación estaba próxima a llegar, pero decidió presentar un recurso de amparo para evitar nuevos retrasos. 

Reconoció que es la primera vez que no recibe la medicación. Pero en este caso, durante tres días su cuerpo no la incorporó. «Dos semanas antes de que se me terminen las pastillas, estoy a la espera de que llegue la medicación nueva. En este caso, veía cómo la caja se iba acabando hasta que se secó. Hace tres días que no la tomo. Es como que, durante tres años, a la alcancía de la muerte no le ponía ninguna monedita. Con el tratamiento pudimos contrarrestar el avance del cáncer. No me voy a curar, pero la medicación frena el avance de la enfermedad y evita que se haga metástasis», recalcó Ovejero que se somete a controles mensuales. 

Dijo que en este caso, no haber tomado la medicación durante tres días, «fue darle ventaja a la enfermedad». Recalcó que es el cuarto tratamiento que encara porque «llega un momento en que el cáncer se da cuenta qué es lo que lo traba y lo hace inmune. En algún momento, estas pastillas también serán obsoletas y tendré que cambiar de tratamiento».

Ovejero fue contundente: a la pelea contra un diagnóstico como cáncer se suma la lucha contra la burocracia. «No hay descanso, no hay paz. La vida pende de un hilo muy finito. Alguien más tiene la tijera y no soy yo. El cansancio se convierte en un viejo compañero que se vuelve más y más cruel. Los días parecen más largos y cada minuto sin tratamiento es una sentencia», concluyó.


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