Gauchos del mar: dos hermanos surfearon las olas de la Antártida para dejar un mensaje global
Julián y Joaquín Azulay llegan a Bariloche para presentar su séptima película "Antártida - Dominio 1", narrada por Ricardo Darín. Las aventura y las causas más justas los desafían a expediciones por todo el planeta. Conocé su historia.
Son hermanos, hijos del mar, nietos del océano. Julian (39) y Joaquín (38) Azulay nacieron en Buenos Aires, pero no viven aquí ni allá. No montan a caballo, estos “gauchos” montan olas. Viajan adonde el viento y las causas más nobles los lleven. El mundo es un hogar al que proteger y ellos son guardianes de esa tarea.
A bordo de sus tablas de surf, rumbean sin miedo las aguas más inhóspitas. Su motivación es explorar partes del mundo fuera de radar, poco conocidas. “Salir a buscar olas”, resume Julián a Diario RÍO NEGRO.
Con la voz de Riardo Darín y la música del Chango Spasiuk, Antártida – Dominio Uno aborda la odisea de los Azulay para encontrar la ola más austral del mundo y trae inmerso un mensaje clave: el llamado a salvaguardar el continente blanco.

Para producir esta película navegaron en un velero, surfearon y filmaron en medio de tormentas con ráfagas de hasta 90 nudos y hasta sufrieron el ataque de un lobo marino. Las temperaturas extremas pusieron a prueba sus límites físicos y mentales.
“Soy amante de la naturaleza, del mar, y una persona que quiere ayudar a dejar algo para los que vienen atrás”, se describe Julián. De profesión arquitecto, graduado en la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA), hace 15 años se embarcó en el proyecto “Gaucho del Mar” con su hermano, a través del cual producen documentales alrededor del mundo para ayudar en causas medioambientales y sociales.

La primera producción fue lanzada en 2010 y lleva ese nombre bien “argento” que les dio identidad. El cine, también les dio pertenencia: ffue el canal de expresión más adecuado para transmitir lo vivido, y amplificar el mensaje, con la dosis justa de emoción y sentimiento.
“Nuestro documental busca traducir datos científicos a historias humanas y visuales que inspiren a actuar, y ser parte del cambio”.
Julián Azulay, cineata, productor de «Antártida Dominio Uno».

“Llegamos al cine casi por equivocación. Hicimos nuestro primer viaje desde Estados Unidos a Argentina en una camioneta con mi hermano Joaquín. Quería cumplir un sueño de viajar por todo el continente americano. Decidimos filmar y ese viaje terminó siendo una película. Esa película terminó estando en Netflix y eso fue lo que nos dio fuerza para seguir produciendo”, contó.
Por obra del destino, empezaron a producir cada vez más piezas audiovisuales. “Fueron viniendo las películas una tras de la otra. Cada película fue impulsando la siguiente”, admitió.

La expedición a la Península Mitre en 2015 fue un punto de inflexión. Durante 53 días recorrieron un territorio inexplorado y gracias al documental, -una petición con más de 164.000 firmas- lograron proteger legalmente un área inmensa de tierra y mar. “Ahí entendimos el poder real del cine para generar cambios concretos y decidimos dedicar nuestra vida a esta misión”, dice.
“Hoy, en 2025, estamos con siete películas ya terminadas y pudiendo llevar una causa a nivel global como es la de Antártida, aportando nuestro pequeño granito de arena”, aseguró.

Con imágenes impactantes, la pieza documental muestra las consecuencias del calentamiento global en el continente, la amenaza por pesca intensiva de krill y la importancia de las Áreas Marinas Protegidas.
El rodaje de «Antártida Dominio Uno»: intenso y extremo
“La expedición a la Antártida duró un mes, pero el proyecto completo llevó más de seis años de trabajo, investigación y producción en diez países distintos”, dice Julián.
“La convivencia en el barco fue profundamente humana: sin conflictos, con un equipo muy unido y consciente del propósito mayor de la expedición”, sintetiza. “Entendimos que los límites del cuerpo y la mente se expanden cuando existe un propósito mayor que uno mismo. También reforzamos la importancia de hacer expediciones con conciencia ambiental, minimizando impactos y respetando la naturaleza”, contó Julián sobre este desafío extremo de surfear las olas de los mares antárticos.

“Lo vivimos en la Península Mitre y ahora en Antártida – Dominio Uno: una película puede movilizar a cientos de miles de personas a firmar peticiones, presionar a políticos y proteger ecosistemas enteros”, concluye Julián.
Por qué la Antártida: el mensaje del documental
“La Antártida es el único lugar del mundo que nos pertenece a todos”, dice Darín y deja pensando a más de uno. Esas palabras se remiten al Tratado Antártico, desde 1961, que congela momentáneamente las disputas de soberanía y destina el continente a fines pacíficos y científicos.
Es que este continente es como el “aire acondicionado del planeta” y está directamente afectado por el cambio climático y la pesca concentrada del krill, un pequeño crustáceo parecido a un camarón, según cuenta el propio cineasta.
“Se están derritiendo glaciares, llueve más y nieva menos, y comienzan a crecer especies de flora que antes no existían. Toda la fauna marina depende del krill, base de la cadena alimentaria, hoy amenazado por la pesca concentrada de grandes barcos. Proteger la Antártida significa proteger el equilibrio climático y ecológico mundial”, plantean
Antártida Dominio Uno: el estreno en Bariloche
La película los está llevando de gira por el país. Hoy llegan a Bariloche para presentarlo con dos fechas este 18 y 19 de septiembre en el Hotel Cacique Inacayal a partir de las 19 horas y con entradas agotadas para el primer día.
Son hermanos, hijos del mar, nietos del océano. Julian (39) y Joaquín (38) Azulay nacieron en Buenos Aires, pero no viven aquí ni allá. No montan a caballo, estos “gauchos” montan olas. Viajan adonde el viento y las causas más nobles los lleven. El mundo es un hogar al que proteger y ellos son guardianes de esa tarea.
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