Historias de memoria y militancia que resumen el 24 de Marzo

Hoy se cumple un nuevo aniversario del golpe que instaló la dictadura más sangrienta. Tres hijos de desaparecidos recuerdan a sus padres y hablan de la vigencia de los derechos humanos.

Germán Schwartz: “La lucha sigue como el primer día”

Tenía solo 9 años cuando se llevaron a su padre. Hoy, 40 años después, a Germán Schwartz se le sigue quebrando la voz y sus ojos se llenan de lágrimas al recordar cómo fueron esos días después para él y los que quedaron, su madre y su hermana.

“Cada 24 de marzo, y la semana anterior, se vive con mucha sensibilidad. Se vienen muchas cosas a la memoria. Parece que uno tiene cáscara de militante pero siempre está esa cuestión de la falta de familiares que nos pone un poco tristes”, admite Germán que allá por el 2008, encabezó la fundación de Hijos Bariloche que hoy cuenta con 7 integrantes aunque muchos otros militan en la agrupación.

Julio César Schwartz, su padre, fue secuestrado el 1 de abril de 1978 en El Bolsón y hoy continúa desaparecido.

La familia vivía en Banfield, en Buenos Aires, hasta que en 1972, tras un allanamiento en su casa, decidieron abandonar ese lugar. “La organización en la que militaba mi papá, el ERP, ya estaba en franco retroceso pero él decide, en vez de pasar a la clandestinidad, venir a vivir a Bariloche. Por eso pidió el pase en el Banco Nación en el que trabajaba”, relata Germán.

Pero la situación empeoró con el golpe militar y la familia tomó la decisión de radicarse en El Bolsón hasta el día en que Julio fue secuestrado.

“Fueron años de mucho miedo. Para protegernos, mi mamá decía que mi papá había muerto en un accidente de tránsito. Tenía miedo de que los chicos nos dejaran de lado por el ‘no te metas’. Hacia el interior de mi casa, sí hablábamos aunque no mucho porque mi vieja se ponía muy mal. Y nosotros también”, recuerda.

La familia supo, a través de la Comisión por la Memoria del Banco Nación, que Julio había estado en el centro clandestino de detención El Banco desde el uno de abril del 78, el mismo día de su secuestro en El Bolsón. “Así que lo llevaron directamente a Buenos Aires en avión. Es lo único que sabemos”, subraya Germán.

Tras las muertes de Santiago Maldonado y Rafael Nahuel y el caso Chocobar, Germán insiste en que “hoy la lucha continúa como el primer día. Son los derechos humanos de ayer y hoy. Estamos preocupados por la situación de la doctrina Chocobar y estos procesos que la señora Bullrich está poniendo en la calle: mucha represión”.

En relación a la desaparición de Santiago Maldonado, recalca: “Pensábamos que la figura del desaparecido, nunca más y volvimos a tener un desaparecido durante 78 días en Argentina”.

Germán también reconoce que los procesos judiciales por los crímenes cometidos en la dictadura continúan pero asegura que “no está garantizado el debido proceso”.

“Desde el intento del 2 por 1 el año pasado hasta estos indultos encubiertos que lleva a cabo el gobierno, otorgando la prisión domiciliaria a los genocidas. En los 12 años anteriores, hubo 430 domiciliarias. Ahora el ritmo es muy acelerado: las prisiones domiciliarias ya llegaron al 50% de lo que tuvimos en 12 años. Esta pretensión de llevar a 96 genocidas a sus casas porque no hay lugar en las cárceles no nos parece correcta. Esa gente debe estar en cárcel común y efectiva”, sentenció.

El padre de Germán, Julio, lleva 40 años desaparecido.
Archivo

“Esta pretensión de llevar a 96 genocidas a sus casas porque no hay
lugar en las cárceles no nos parece correcta”.

“Estos casi 400 pibes que nos robaron al nacer tienen el derecho a la identidad y eso es lo que hay que recuperar”.

Adriana Metz: “La nuestra es una búsqueda colectiva”

“Es fuerte esto de pensar que llevamos más de 40 años de búsqueda y ver que no están todos. Pero saber que desde Abuelas se han recuperado 127 identidades es esperanzador. La lucha pasa ahora por no bajar los brazos”, dijo Adriana, hija de Graciela Romero y Raúl Metz, secuestrados en Cutral Co, aún desaparecidos, que busca a un hermano menor nacido en el centro clandestino de detención “La Escuelita” de Bahía Blanca.

Adriana era una bebé cuando los militares una madrugada de septiembre de 1976 ingresaron a la vivienda que ocupaban sus padres, se llevaron a Graciela y a Raúl y a Adriana se la dejaron a un matrimonio vecino, que la cuidó hasta el otro día cuando se las recibió una amiga de los secuestrados. A los pocos días sus abuelos Metz vinieron a buscarla desde Bahía Blanca.

“Lloraba muchísimo, no paraba de llorar”, relató a los jueces bahienses el matrimonio que la contuvo inicialmente, a través de una videoconferencia desde Neuquén. Sus declaraciones fueron un aporte clarificador para el desarrollo del proceso judicial.

Cuando en 2005 se reabrieron las causas por las denuncias de delitos de lesa humanidad cometidos durante la dictadura del 76, Adriana, ya una mujer de 30 años, vino a Neuquén iniciando la búsqueda de sus padres y hermano.

“La verdad, no tengo detalles de mi llegada a Neuquén esa vez, pero sí recuerdo que fue conmocionante cuando fui al juzgado (la recibió el exjuez Guillermo Labate), para pedir por la aparición de mi hermano y de mis padres”, dijo desde Mar del Plata, donde reside.

El diálogo se desarrolló por teléfono desde la sede de Abuelas, donde milita.

“A los bebés se los robaron con la intención de que no los encontraran nunca, pero no contaban con la pericia, el empuje y la fuerza increíble de las abuelas, la participación gravitante de los genetistas y el banco de datos genéticos. Si no hubieran existido esos objetivos bien claros desde el principio no se hubiera llegado hasta donde estamos. Falta un montón, pero hay que seguir”, señaló.

¿Es un compromiso asumido con los seres queridos que no están?, se le planteó. “Con todos. Y no voy a parar. Días atrás en una charla con chicos de cuarto año me preguntaron si seguiré estando en Abuelas cuando encuentre a mi hermano. La respuesta, obvio, es que sí. Cuando aparece un nieto no es mi hermano biológico pero es uno de búsqueda. Porque la nuestra es una búsqueda colectiva, es imposible hacerlo solo”, comentó.

Reforzó la idea: “Estela Carlotto, cuando apareció su nieto Guido, no dijo ‘este es Guido’, dijo ‘es el nieto 114’. Usó esa expresión para que entendamos que es algo colectivo y que ella encontró a Nacho, pero sigue trabajando por los que faltan”.

Los padres de Adriana fueron secuestrados en Cutral Co.
Archivo

“Rechazamos que se beneficie a personajes como Astiz”

Pablo Hodola: “Cada hijo tiene un proceso distinto”

“No le deseo a nadie estos zapatos que me han tocado, pero son los que tengo y los que me tocó usar, los llevo con orgullo”, dijo Pablo Hodola, hijo de Oscar Hodola y de Sirena Acuña, ambos desaparecidos en Buenos Aires tras escapar de la persecución de la dictadura en Cutral Co.

El operativo “Cutral Co” en junio de 1976 no los encontró en su casa durante los secuestros masivos en los secundarios en los hogares de los militantes del PRT en Plaza Huincul y Cutral Co , debido a que el matrimonio estaba en el hospital por una bronqueolitis de Pablo, de pocos meses. Cuando en la guardia se enteraron de los allanamientos, Oscar y Sirena escaparon con el niño en brazos en tren a Buenos Aires, y allá los halló un grupo de tareas un año después. Siguen desaparecidos.

“Es un orgullo ser hijo de Oscar Hodola y Sirena Acuña, esto de la ausencia y vivir en el dolor no se lo deseo a nadie”, dijo Pablo quien aclaró que “uno va creciendo y conociendo quiénes eran mis padres a través de lo que consulto en la familia, o lo que va incorporando por los relatos de compañeros de militancia; es una diversidad la cuestión de los hijos” de desaparecidos.

Indicó que mientras algunos llevan este proceso en silencio, otros militan esta vivencia en los espacios públicos y van sumando al proceso de Memoria. “En mi caso, me da vida esto de compartir desde la ausencia quiénes eran mis padres y exteriorizar lo que fue el terrorismo de Estado, para que no vuelva a ocurrir”.

Se le preguntó si con el gobierno de Mauricio Macri ve un retroceso en los juicios . “Percibo un estancamiento; la fuerza está en cuánta conciencia podamos generar por los crímenes que ocurrieron. Nuestra intención no es ir en contra de los gobiernos democráticos, sí es constante el pedido de Justicia; este estancamiento va de la mano de querer bloquear las causas con hostigamiento de las libertades en prisiones domiciliarias. Cuando se les da la libertad a los represores como política de Estado, es un daño a la sociedad porque la gente empieza a perder el sentido a la noción de Justicia”, señaló .

“Uno va conociendo quiénes eran mis padres a través de la familia, o por los relatos de compañeros de militancia…”.

Los padres de Pablo fueron secuestrados en Buenos Aires.
Archivo

Datos

“Esta pretensión de llevar a 96 genocidas a sus casas porque no hay
lugar en las cárceles no nos parece correcta”.
“Estos casi 400 pibes que nos robaron al nacer tienen el derecho a la identidad y eso es lo que hay que recuperar”.
“Uno va conociendo quiénes eran mis padres a través de la familia, o por los relatos de compañeros de militancia…”.

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