Investigadores de Bariloche invitan a una sala de escape sobre el huillín
El Conicet Patagonia Norte propone experiencia inmersiva sobre esta especie emblema del parque nacional Nahuel Huapi que está en peligro de extinción. La sala estará abierta hasta el 21 de noviembre.
«La sala es una experiencia sensorial. Anímense a tocar las cosas, a inspeccionar, a descubrir. Usen sentido del sonido, van a tener que usar el olfato y las manos. ¿Listos? Manos a la obra», les indica una investigadora del Conicet a un grupo de niños y adultos que se disponen a entrar a una sala.
Las luces del lugar llaman la atención al igual que los sonidos del bosque. Todo está cubierto por guirnaldas verdes. A partir de ese momento, comienza la tarea. Los participantes deberán resolver acertijos en torno al huillín, una nutria que habita exclusivamente los ambientes acuáticos de la región patagónica, para pasar a la etapa siguiente.
El Conicet Patagonia Norte lanzó una actividad lúdica e innovadora llamada “Misión Ciencia: el rescate del Huillín que tuvo que huir«. Se trata de una experiencia inmersiva y participativa en la que el público tendrá que resolver acertijos, rompecabezas y desafíos inspirados en las investigaciones, las metodologías científico-tecnológicas y el trabajo interdisciplinario que caracteriza a la comunidad científica. Cada grupo de personas ingresará a una sala y deberá resolver, en un tiempo determinado, la misión científica que tendrá asignada para salir y completar el “rescate del huillín que tuvo que huir”.

La iniciativa fue organizada por investigadores del Conicet Patagonia Norte, con la colaboración del personal del parque nacional Nahuel Huapi. Largó este viernes en la sede del organismo en el kilómetro 2 de la avenida Pioneros y estará abierto a las escuelas interesadas hasta el 21 de noviembre.
«Es una experiencia inmersiva sobre el huillín, una especie emblema del parque nacional Nahuel Huapi que está en peligro de extinción. En el juego, si los chicos y grandes resuelven las consignas podrán salir», comenta Celeste Ratto, directora del Conicet Patagonia Norte.

Antes de entrar en la sala, los participantes ven el video de un huillín que pide ayuda para encontrar a su abuelo. «Ando buscando a mi abuelo y un poblador me dijo que anda por acá. Vivíamos en la orilla del lago, pero cada vez había más humanos que hacían asados donde no se podía, dejaban basura y llevaban a sus perros», comenta en el video. Luego, explica que, por esa razón buscaron un lugar más tranquilo aunque en esa travesía, perdieron al abuelo. «¿Ustedes me pueden ayudar a encontrarlo?«
«Problematizamos la convivencia en el parque entre los humanos, la flora y la fauna autóctona. Convocamos a investigadores de los siete institutos del Conicet en la región que armaron desafíos particulares, desde la geología, la química, sociales, lingüística, todo en torno al huillín», agrega Ratto.

La primera sala inmersiva está situada en «el bosque» donde se pueden ver rastros del huillín, algunas de las amenazas y la pérdida de hábitat. Un video muestra imágenes del animal en lagos y ríos. En caso de descifrar las pistas, se accede a la sala del laboratorio donde los chicos pueden ver muestras de la piel y el pelo, a través de microscopios, entre otras actividades.
Misión: impregnarse de huillín
La bióloga Carla Pozzi, del área Biología y Conservación del parque Nahuel Huapi, se sumó al proyecto. «Queremos que la gente experimente cómo es esto de huillinerear. Por eso, aportamos imágenes trampa sobre la huella del huillín, queremos que vean a dónde vive y cómo hace y hay olores del huillín. De hecho, trajimos caca del animal. Queremos que vean que hay información real aunque sea una especie que uno no conoce. No es un mito», expresa Pozzi.
Valora la posibilidad de generar conocimiento de la especie desde el juego. «Es diferente leer sobre la especie que ver rastros con nuestros propios ojos. Se desconoce cuántos ejemplares hay, pero se estima que son 250 huillines. La situación de la distribución regional es complicada, pero estamos viendo crías y juveniles. Por eso, podemos decir que la población está estable», acota Pozzi.

«La idea es que comprendan qué hacemos los científicos en el campo y en el laboratorio. Que la gente se pongan en nuestro rol y vea cómo aportamos a la sociedad», plantea Ratto.
De pronto, una puerta se abre y sale el primer grupo que llevó adelante la experiencia en unos 38 minutos. Los investigadores que esperan afuera aplauden. «¡Tenía cierta dificultad! Pero estuvo muy bueno«, reconoce una de las madres de los chicos.
Especie en peligro de extinción
Hasta 1950 era habitual ver huillines en casi toda la región norpatagónica. Luego, la población disminuyó drásticamente. Una de las causas fue la caza para responder a la demanda de la industria peletera, pero principalmente, la especie se vio afectada ante la modificación de las costas y los cursos de agua por las actividades humanas.
“El huillín es una nutria nativa, en peligro de extinción. Comparte con nosotros arroyos, ríos, lagos, lagunas y sus costas”, sostiene Pozzi y agrega: “Su conservación depende en gran medida de cómo habitamos estos mismos espacios. Conocer su biología, ecología y el vínculo que ha generado con las personas es clave para aprender a cohabitar de manera más consciente con esta especie”.
Su dieta está basada principalmente en cangrejos de la zona y langostinos. En ocasiones, come percas, puyenes y truchas. Los largos bigotes con los que cuenta le sirven para detectar y encontrar a sus presas debajo de agua.

Es un animal adaptado a la vida acuática que está acostumbrado a vivir en solitario. La hembra suele tener dos o tres crías por parición que, a los tres meses de vida se alejan de “la madriguera familiar”.
El Huillín construye su nido en costas complejas, con vegetación, troncos, rocas o barrancas.
Los machos pueden medir hasta 1,10 metros y pesar 10 kilos y las hembras alrededor de los 7 kilos.

"La sala es una experiencia sensorial. Anímense a tocar las cosas, a inspeccionar, a descubrir. Usen sentido del sonido, van a tener que usar el olfato y las manos. ¿Listos? Manos a la obra", les indica una investigadora del Conicet a un grupo de niños y adultos que se disponen a entrar a una sala.
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