De niño curioso descubridor de grandes fósiles a director del Paleoparque en Comallo, el pueblo donde nació

Tras cuatro años de obras, el predio abrirá sus puertas en febrero. La historia geológica de la región a través de réplicas de animales gigantes, láminas, senderos y un documental.

Allá por 1999, un niño oriundo de Comallo, conocido como el “loquito de las piedras” por su pasión paleontológica, halló restos del “ave del terror”, la más grande de las aves depredadoras que deslumbró a científicos de todo el mundo.

Fue bautizada como Kelenken (ser mitológico tehuelche) Guillermoi (en homenaje al descubridor). Tenía entre 2 y 3 metros de altura, pesaba 180 kilos y desarrollaba velocidades de hasta 70 kilómetros por hora. Este hallazgo motivó un documental de NatGeo y despertó el entusiasmo en la comunidad de Comallo donde de a poco, se empezó a gestar el proyecto de Paleoparque.

Luego de cuatro años de obras, abrirá sus puertas a partir de febrero. Estará ubicado en el corazón de la estepa, sobre la Ruta Nacional 23, a 120 kilómetros de Bariloche. El desafío fue contar la historia geológica más reciente de Patagonia, después de la extinción de los dinosaurios, cuando los mamíferos tomaron un rol preponderante en casi todos los ecosistemas del planeta.

El Paleoparque estará ubicado en el corazón de la estepa, sobre la Ruta Nacional 23. Foto: gentileza

«Siempre el foco está puesto en los dinosaurios o en la era del hielo. Pero poco se sabe que, Comallo, una estepa semidesértica, antes era una selva, similar a la que vemos al cruzar a Chile. Había monos y un ambiente más tropical. Nos planteamos por qué no contar este viaje en el tiempo», recuerda Guillermo Aguirrezabala, aquel niño que solía salir a caminar en busca de piedras preciosas y fósiles desparramados por la estepa.

Hoy este técnico paleontológico que nació en Comallo es director científico del proyecto Paleoparque. «En Comallo, advirtió, cayó ceniza volcánica que dejó atrapados a muchos animales hace 15 millones de años. Por eso, yo salía instintivamente e identificaba este tipo de rocas». Al encontrar los primeros fósiles, tomó contacto con el Museo de la Asociación Paleontológica de Bariloche que estaba conformado, en ese momento, por coleccionistas. «Fue como un semillero de muchos paleontólogos», comenta.

Se exhibirán réplicas de animales en tamaño real y carteles informativos. Foto: gentileza

Camino a la paleontología

Tras el descubrimiento del Kelenken, el paleontólogo Luis Chiappe, descubridor del primer saurópodo de la Patagonia y una celebridad en Estados Unidos, viajó a Bariloche para estudiarlo. Aguirrezabala viajó a conocerlo y ese intercambio cambió sus planes: decidió abortar su proyecto de estudiar Psicología para dedicarse de lleno a la Paleontología.

«Verlo trabajar fue como ver a Messi jugando al fútbol. La gente suele asociar la paleontología con los dinosaurios, pero estudia el origen de la vida hasta la actualidad«, explica Aguirrezaba que luego de estudiar en La Plata, empezó a trabajar como voluntario en el Museo de Buenos Aires hasta que consiguió un cargo como técnico del Conicet en el Museo de Ciencias Naturales, en Parque Centenario. Pidió el traslado a Bariloche poco antes de la pandemia para desempeñarse en el Instituto de Investigaciones en Biodiversidad y Medioambiente (Inibioma).

“Río Negro lanzó un proyecto de gran escala para promocionar el último impulso del trazado de la Ruta 23, los 60 kilómetros restantes de un total de 600. De esta forma, puso en marcha inversiones en distintos pueblos: Jacobacci tiene proyectado un museo ferroviario; Valcheta, un bosque petrificado y Comallo, el Paleoparque”, afirma.

Se exhibirán réplicas de animales en tamaño real y carteles informativos. Foto: gentileza

El proyecto abarca un predio dos manzanas ubicadas en el centro de Comallo, sobre una formación de rocas sedimentarias donde es difícil hacer planeamiento. El edificio contará con una confitería, un local de venta de merchandising, baños, una sala de exhibición y otra de cine, con 50 butacas para proyectar un documental. Estará rodeado por senderos, con siete paradas o estaciones donde se exhibirán réplicas de animales en tamaño real y carteles informativos. Una de las escenas, por ejemplo, está representada por un cóndor gigante que pelea con un marzupial por una carroña.

«Es un viaje en el tiempo de los últimos 30 millones de años. Desde las selvas a la estepa actual. Hay otro sendero más corto con 3 paradas, de unos 80 metros, en el contamos sobre la última gran ingresión marina hace unos 8 a 10 millones de años, donde gran parte de Argentina -y Sudamérica- quedó sumergida bajo el agua. Contamos los motivos y eventos naturales que cambian los niveles de los mares a nivel global, y cómo nos afectó localmente en ese momento», detalla.

Dice que el lugar de Paleoparque es «el menos urbanizable del pueblo» aunque resulta atractivo por el llamativo «paisaje lunar».

Comallo está ubicado a 120 kilómetros de Bariloche. Foto: gentileza

«Me consultaron qué podíamos contar y cómo. Con un grupo multidisciplinario pensamos el guión geológico. Decidimos no meternos con los dinosaurios que están sobrevendidos en la Patagonia«, advierte.

Aguirrezabala no oculta su fascinación: «Hay que pensar que acá había un ambiente de selva con vegetación, calor tropical y una composición de fauna y flora muy distinta a lo que se ve hoy. Hay que explicar ese proceso por el cual todo cambió tanto. En el recorrido se va viendo el proceso del cambio climático y cómo algunos animales se desarrollaron y otros se extinguieron».

Explica además que, 15 millones de años atrás, la cordillera de los Andes alcanza el punto más alto, el actual: «Vinieron vientos cada vez más secos y se degradaron estos ambientes de selva. Gradualmente se produjo la desertificación. Esa ha sido la historia geológica que se explica por el evento de alzamiento de la cordillera de los Andes».

El recorrido cierra con la llegada del hombre a la Patagonia, los primeros cazadores recolectores que se topan con una fauna parecida a la actual y una megafauna que, a causa del cambio climático, se terminó extinguiendo. «De otra forma, hoy tendríamos gliptodontes dando vueltas por la zona. Cuando uno entra a un museo, te quieren mostrar el animal más grande, el más verde o lo más viejo. Acá quisimos darle más protagonismo a la historia y al cambio climático», indica.

Comallo está ubicado a 120 kilómetros de Bariloche. Foto: gentileza

Asegura que si bien el objetivo es impulsar el turismo en Comallo, un pueblo de 2000 habitantes, aprovechando la cercanía con Bariloche, se trata de «diversificar la matriz económica de estos pueblos que dependieron mucho del ferrocarril y la producción ovina«. El desafío es convertirse en un «punto logístico» de investigación y que el predio sea recorrido por los colegios de la zona.


Allá por 1999, un niño oriundo de Comallo, conocido como el “loquito de las piedras” por su pasión paleontológica, halló restos del “ave del terror”, la más grande de las aves depredadoras que deslumbró a científicos de todo el mundo.

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