Juegos de madera hechos en la cárcel para volver a jugar en las escuelas
Los internos del Penal Nº1 de Viedma fabricaron juegos didácticos de madera que fueron donados a la Escuela 349 del barrio 1016 Viviendas. La propuesta busca garantizar el derecho al juego en la niñez y, al mismo tiempo, brindar herramientas de reinserción a quienes cumplen condena.
El patio de la Escuela Primaria 349 se llenó de expectativa cuando llegaron las cajas envueltas como regalo. Adentro no había libros, ni útiles, sino algo igual de necesario: juegos. Juegos de madera que invitan a compartir, a construir juntos, a equivocarse y volver a empezar.
De la cárcel a las escuelas: juegos para sacar a los niños de las pantallas
Los juegos no llegaron desde una fábrica ni de una compra en serie. Fueron elaborados por personas privadas de su libertad en el Penal Nº1 de Viedma, en articulación con el Servicio Penitenciario Provincial. Un gesto que suma capas de sentido: inclusión, reinserción, oportunidad.
“Cuando los internos saben que lo que producen va a parar a las escuelas, se sienten orgullosos. No es un trabajo vacío, es algo que tiene un destino real en la infancia. Eso los motiva, les da esperanza y les enseña un oficio para el futuro”, explicó Guzmán.
La actividad fue encabezada por el subsecretario de Prevención del Delito y Participación Comunitaria, Yeison Guzmán, junto a su equipo territorial. Para él, se trata de mucho más que una entrega simbólica: “Pensamos esta propuesta porque nos quedaban insumos de un taller de carpintería y no queríamos que se desperdiciaran. Al mismo tiempo, en territorio trabajamos con chicos que necesitan espacios para jugar, para correrse un poco de las pantallas. Entonces dijimos: hagamos juegos, que los saquen de la rutina y los acerquen a la creatividad”.
Jenga, rompecabezas y un toc toc con historia
Las cajas guardaban un universo entero: juegos de encastre con distintas formas, autos tipo rompecabezas, un banco de madera para trabajar la paciencia, un clásico jenga, un tejo y hasta un toc toc armado con palos de escoba donados.
“No son solo propuestas recreativas. Permiten a los docentes observar cómo se vinculan los chicos, qué emociones aparecen, cómo trabajan la motricidad y la tolerancia a la frustración. Son insumos pedagógicos”, remarcó Guzmán.
La entrega en la Escuela 1016 fue la tercera en la provincia, después de experiencias en El Paso y Monte Bagual. En cada institución, los docentes coinciden en que la llegada de los juegos abre una ventana distinta: “Nos mandan fotos, nos cuentan cómo los chicos se sorprenden al abrir las cajas y cómo se apropian del material. Para los maestros es también una herramienta, porque les da pistas sobre el mundo emocional de sus alumnos”, detalló Guzmán.
Y esa repercusión también llega a los que ponen las manos para hacerlos: “Cuando contamos en el penal a dónde llega el producto, ellos se emocionan. Saben que lo preparan y que va destinado a las infancias, pero no siempre conocen exactamente a qué chicos. Entonces, cuando les decimos que lo usan en la hora de recreación, sienten mucha alegría».
Allí articulan con un taller de carpintería, que es un espacio de trabajo pensado para la reinserción social dentro del penal. La idea es que aprendan un oficio y que, una vez que recuperen la libertad, puedan desempeñarse, por ejemplo, en una carpintería.
Además, el proyecto de los juegos no es aislado. Forma parte de una estrategia más amplia de la subsecretaría, que impulsa talleres de mediación de conflictos, inteligencia emocional y actividades comunitarias.
“Los viernes viaja un equipo interdisciplinario, psicopedagogas, licenciados en criminología, profesores de deporte, politólogos, para trabajar en Monte Bagual. El objetivo es siempre el mismo: generar espacios donde niños y adultos puedan reconocer sus emociones, expresarlas y construir vínculos más sanos”, afirmó Guzmán.
La Convención sobre los Derechos del Niño reconoce el juego como un derecho fundamental. En la 349, entre risas, piezas de madera y desafíos compartidos, esa idea se hizo carne. “Queremos que estos juegos recorran más escuelas de Río Negro», adelantó Guzmán antes de despedirse.
El patio de la Escuela Primaria 349 se llenó de expectativa cuando llegaron las cajas envueltas como regalo. Adentro no había libros, ni útiles, sino algo igual de necesario: juegos. Juegos de madera que invitan a compartir, a construir juntos, a equivocarse y volver a empezar.
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