La historia que resume la importancia de la universidad pública

“No soy un número más”, advierte Carolina, estudiante de la Licenciatura en Tecnología de los Alimentos, a la hora de hablar de los recortes presupuestarios que sufre la comunidad educativa.

Carolina Rodríguez es de Plottier pero vive en Villa Regina. Su pasión por estudiar lo que “ama” hizo que decidiera mudar su “sueño” a la ciudad rionegrina. Cursa la Licenciatura en Tecnología de los Alimentos y comentó que solo viaja los fines de semana a su localidad natal para visitar a su familia, principalmente a su madre.

En Regina- junto a una compañera- vive en la residencia que la propia Universidad Nacional del Comahue brinda a los estudiantes, puesto que económicamente le sería “imposible alquilar o viajar para poder estudiar”. “Sin el aporte de la universidad no podría estar estudiando. La facultad me da la posibilidad de hacer lo que me gusta. Me encantaría trabajar de esto”, expresa agradecida y con tono esperanzador.

Su historia resume la vida de miles que para poder concurrir a la universidad reciben ayuda por parte del Estado. Además de una beca residencial, Carolina recibe una ayuda económica que- pese a estar “desactualizada” por los últimos índices de inflación- le permite continuar con su carrera.

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Días atrás, durante una asamblea universitaria, le aseguraron que “no hay peligro de que pierda sus becas”, preocupación que surgió luego de acentuada la crisis que sufren a nivel nacional las distintas universidades del país. “Defiendo a la Universidad del Comahue porque me brinda esta posibilidad”, reiteró y añadió: “Lo más importante es que podamos terminar de estudiar. Que cierre la facultad sería terrible”.

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Comentó que en algunas materias no ha tenido clases debido a las medidas de fuerzas dispuestas por los docentes de la institución y le genera incertidumbre el hecho de “no llegar a ver todos los contenidos”. “Respeto las medidas pero deberían haber alternativas”, indicó. Pese a esto, destacó la relación que existe con los profesores en la comunidad educativa por el “diálogo mutuo” y la comprensión a los planteos de los estudiantes. “Al tratarse de una facultad relativamente chica el diálogo con los profesores es permanente. La situación en Regina es diferente a lo que sucede en otras sedes”, explicó.

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Carolina aspira a recibirse y trabajar de “lo que ama”. “Acá siento que no soy un número más”.


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