La menopausia en clave social: humor, ciencia y derechos en primera persona

Con humor y rigor, Mariana Carbajal e Ingrid Beck desmontan los tabúes que rodean a la menopausia: síntomas silenciados, tratamientos poco difundidos y una deuda histórica del sistema de salud. En un contexto de retrocesos, sostener esta conversación también es una forma de resistencia.

Hablar de menopausia sigue siendo, para muchas mujeres, una conquista íntima. Durante décadas fue territorio del silencio, un tramo de la vida transitado en soledad, sin información y con la sensación de que algo “fallaba” en el cuerpo. Ese vacío es el punto de partida del trabajo que encabezan Mariana Carbajal e Ingrid Beck.

Menopausia: Encendidas, libro, podcast y antimanual


Las periodistas, ambas referentes feministas, lograron convertir un tema invisibilizado en una conversación pública que mezcla ciencia, humor y política del bienestar. “Llegar a la menopausia sin información», advierte Carbajal, «es una forma de violencia”. Beck coincide: “Yo pensaba que estaba loca. Tenía piezas sueltas que nadie me ayudaba a ordenar”.

El proyecto nació en 2024, casi por casualidad, cuando Mariana presentó su libro Encendidas e Ingrid se sumó al evento. Descubrieron que podían decir lo que nadie decía, superando tanto la vergüenza como el tono solemne.

De ese encuentro surgió el podcast, que ya superó las 200 mil reproducciones y se transformó en un espacio de identificación federal. “Las mujeres nos escriben desde España, Uruguay, Córdoba o Trelew diciendo: ‘Gracias, pensé que era la única’”, cuentan. Ahora el libro, «Antimanual para Encendidas«, escrito a cuatro mamos, es apenas una herramienta más dentro de ese ecosistema, un soporte para ampliar la conversación.

Ingrid Beck y Mariana Carbajal impulsan una conversación urgente sobre la menopausia desde el humor, el deseo y la evidencia científica. Foto gentileza.

Menopausia: desde la niebla mental al deseo


Uno de los aportes centrales del trabajo de Carbajal y Beck, más allá de abordar la conversación con humor, es visibilizar lo que los síntomas que nadie explica: la “niebla mental” que hace olvidar conversaciones enteras, el insomnio persistente, la irritabilidad explosiva, la caída del pelo, los sofocos nocturnos, los cambios en el olor corporal y la fatiga que desordena la rutina.

A eso se suma el síndrome genitourinario, un cuadro que altera la salud sexual y urinaria: sequedad vaginal, dolor en la penetración, infecciones frecuentes e incontinencia de esfuerzo. “No sabés que los tejidos se debilitan y que puede dolerte incluso un control ginecológico. Nadie te lo dice”, señala Carbajal.

Una dimensión fundamental que recuperan es la del deseo. La libido puede caer por razones hormonales, anímicas o relacionales, pero no desaparece definitivamente. “A veces creemos que se terminó todo. Y no. Puede volver, cambiar o transformarse”, dice Beck. “Lo importante es que no duela, que sepas que hay tratamientos y que puedas elegir cómo querés vivir tu sexualidad”. Hablar del deseo desde el humor, pudor y sin golpes bajos, es una de las marcas más potentes del proyecto.

“Hablar de menopausia también es hablar de derechos”, sostienen Mariana e Ingrid, referentes del proyecto Encendidas. Foto gentileza.

Menopausia: la deuda del sistema de salud


Frente a este mapa de síntomas invisibles, aparece la deuda histórica del sistema de salud, señalan. En Argentina no existen protocolos de atención en climaterio, las cartillas no identifican especialistas y la consulta ginecológica suele minimizar los síntomas. Como resultado, miles de mujeres atraviesan años de malestar sin guía adecuada.

“Dejamos de menstruar y nos caemos de las políticas públicas”, resume Carbajal. Ese vacío tiene consecuencias concretas: mayor riesgo de osteoporosis, trastornos del sueño, enfermedades cardiovasculares y deterioro de la salud sexual.

Las autoras también destacan que no hay un único abordaje posible. Desde cambios en el estilo de vida hasta terapias comprobadas, la evidencia científica ofrece alternativas: estrógenos locales para la salud vaginal, ejercicios del piso pélvico, acompañamiento psicológico, actividad física con carga, suplementación de vitamina D y, para algunas personas, terapia hormonal, siempre bajo evaluación médica. “Hay mucho miedo basado en información desactualizada. Lo importante es consultar especialistas y saber que hay opciones”, plantean.

Menopausia: «No es el final, es una reorganización»


Además de la dimensión clínica, Antimanual para Encendidas abre preguntas sobre vínculos, maternidades, adolescencias que conviven con menopausias y una redefinición vital que muchas mujeres viven como nuevo comienzo. “La menopausia no es el final. Para muchas es una reorganización: más autonomía, más tiempo propio, otra relación con el cuerpo”, dice Beck.

Desde charlas en vivo hasta un podcast con miles de oyentas, las autoras transformaron un tabú histórico en una agenda pública. Gentileza

Lo que empezó como un diálogo entre dos periodistas hoy es un fenómeno cultural que recorrió Buenos Aires, Rosario, Santa Fe, Reconquista, Corrientes, Chascomús y otras ciudades. «Falta el Alto Valle», reconocen entre risas. En cada encuentro, la escena se repite: mujeres que ríen, se reconocen, preguntan, se emocionan. “La risa no banaliza» aclara Carbajal, «la risa habilita”.

En un país donde la menopausia fue durante mucho tiempo un asunto secreto, este ecosistema multiplataforma funciona como un espacio colectivo que devuelve algo más profundo: el derecho a entender qué nos pasa, sin culpa ni vergüenza.

Menopausia, entre los discursos de odio y el «se pasaron tres pueblos”


El trabajo de Carbajal y Beck emerge en un contexto político adverso, donde los derechos conquistados enfrentan retrocesos y proliferan discursos que buscan desacreditar al feminismo. Desde distintos espacios, tanto de derecha, de izquierda y de centro, se instaló la idea de que “las feministas se pasaron tres pueblos”. Esa frase funciona como un dispositivo de silenciamiento que responsabiliza a las mujeres por un clima social que excede cualquier agenda, sostienen.

“La ultraderecha necesita un enemigo, y nos elige a nosotras”, señala Beck., «la narrativa que niega la violencia de género, ridiculiza políticas públicas y promueve desinformación médica convive con un aumento de los femicidios y con un Estado que se retira de áreas clave del cuidado». En ese escenario, hablar de menopausia no es un gesto menor: es una forma de resistencia. “Todavía no llegamos ni al primer pueblo», asegura Carbajal, «estamos intentando que millones de mujeres tengan información básica para vivir mejor”.

El retroceso también se expresa en la salud: el desmantelamiento de programas, la falta de especialistas, recortes y la ausencia de protocolos afectan especialmente a las mujeres en climaterio. Frente a este panorama, Encendidas (sea libro, podcast, o antimanual) se volvió un refugio y una red federal. “Nos llegan mensajes de angustia todos los días. Lo que hacemos no es militancia editorial: es acompañamiento”, dicen. Informar, nombrar y sostener la conversación en tiempos de odio se vuelve, también, una política vital.


Hablar de menopausia sigue siendo, para muchas mujeres, una conquista íntima. Durante décadas fue territorio del silencio, un tramo de la vida transitado en soledad, sin información y con la sensación de que algo “fallaba” en el cuerpo. Ese vacío es el punto de partida del trabajo que encabezan Mariana Carbajal e Ingrid Beck.

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