Las bochas: un deporte que combina precisión, presión y amistad en Cipolletti

Hombres y mujeres adultas (con algunas excepciones) se juntan en el Círculo Italiano para divertirse con el tradicional juego. Un espacio que fortalece vínculos y genera relaciones entrañables. “Te obliga a estar atento, a trabajar con tu autoestima”, explicó el profesor.

En calle Yrigoyen se encuentra el histórico Círculo Italiano de Cipolletti. Un salón en el que se reúnen diferentes deportes y espectáculos, que cuenta con una cancha de fútbol sobre cemento en la que se desarrolla una escuelita para niños y niñas de la ciudad. Pero también hay una puertita a la izquierda de la entrada principal que anuncia una actividad. Esconde grandes historias de vínculos y lazos entre muchas personas que se reúnen semanalmente: las bochas.

Todos los miércoles, se realizan encuentros y hace poco comenzaron las clases para aquellos curiosos que se acercan y quieren aprender sobre este deporte que tanta historia tiene en nuestro país.

La cancha está a cargo de Manuel Heil, quien es el profesor y se encarga de organizar los partidos entre las personas que asisten. Según explicaron, la «escuelita» como le dicen, funciona hace unos cuatro meses.

«Es algo que está como oculto, poca gente sabe que acá se juega a las bochas, pero de a poco, con el boca a boca se está empezando a animar más gente a jugar«, aseguró Manuel en el primer intercambio dentro de la cancha.


«Queremos romper los prejuicios que hay con las bochas»


Mientras de fondo se escuchaban los primeros choques entre las bochas de los jugadores y jugadoras que estaban preparándose para compartir la jornada, Manuel contó cuáles son los prejuicios con los que carga este deporte.

«Hace veinte años había cinco o seis clubes con canchas en Cipo, siempre tuvo un estigma que era un juego para viejos. Yo juego desde que tengo 8 años y mi hijo mas chico de 34 años está jugando profesionalmente en Bahía (Blanca)«, comentó.

Remarcó: «Eso de viejos no es cierto, otro estigma es que como mucha veces había boliches en las canchas de bochas, se decía que es un juego para «borrachitos», en realidad es un juego para todas las edades pero se ha ido perdiendo fuerza«.

Ya entrando más en confianza, Manuel comenzó a demostrarme su pasión por las bochas, el deporte que heredó como lazo familiar. «Siempre creí que tiene dos o tres cualidades extraordinarias, como no es un juego de contacto, permite que puedan jugar una mujer con un hombre, un pibe chico con una persona grande«, afirmó.

Además subrayó la magia que sucede en el cuerpo de las personas durante el desarrollo del juego. «En el momento que jugas sos el único que juega, y todo el juego está pendiente de vos, eso genera una especie de presión que te obliga a estar atento, que te obliga a trabajar con tu autoestima, confianza y tratar de progresar. Eso pone en marcha todo un entrenamiento neurofísico, puede ser la fuente de una autoconsciencia que te haga evolucionar en muchas cosas», expresó.

Antes de despedirse reflejó con un ejemplo claro lo que representa este deporte y cómo une todas las edades. «Genera un ambiente de amistad y integración, esa señora de rojo tiene noventa y esta pibita tiene 20 y después están todas las intermedias», señaló.


«Es un momento de encuentro en un ambiente de integración»


Manuel explicándole a sus alumnos y alumnas durante una clase de bochas.

Mientras comenzaba la clase, se empezaron a arrimar otras personas para mirar el juego con el objetivo de disfrutar. «Acá los que vienen se encontraron con un ambiente de integración, y esa cosa de poder progresar en algo que nunca lo habían pensado», explicó un hombre mientras comenzaba el partido.

«Que vaya cerca del bochín, hacer que la bocha caiga donde quiero que caiga, no es sólo una cuestión de me entretengo y la paso bien. Sino que es un proceso evolutivo en el que tomo conciencia de mi cuerpo, de ver mi coordinación, ver cómo maduro neurológicamente, y en personas grandes sirve para ver cómo me mantengo en actividad«, describió.


El encuentro más allá de las bochas


Una vez finalizada la primera actividad, Manuel me dio permiso para poder robarle unos minutos a dos jugadoras y que me cuenten sus sensaciones.

«Este es nuestro momento de encuentro, de gente que viene con ganas de terminar su jornada haciendo una actividad que es de concentración, compartís con personas de todas las edades, es un juego que parece de afuera, no tan atractivo sin embargo cuando uno lo juega te entusiasma«, comenzó a explicar una de las jugadoras.

Una de ellas, relacionó este juego con lo terapéutico del descanso y que no se puede estar acelerado. Dijo: «es un deporte ideal para bajar un cambio, te pone en eje, cuando uno está demasiado activo jugás mal, te tenes que concentrar y parar».

Ambas coincidieron en que más allá del juego en sí, lo más importante se encuentra en las relaciones que se generan. «Eso es lo mejor, siempre lo vivimos como un experimento de reconstrucción del tejido social, porque hoy las personas no se juntan o lo hacen en busca de placer o disfrute desde las sensaciones y no desde la construcción de relaciones. Estos encuentros son un ejercicio para fortalecer vínculos entre niños, jóvenes y adultos en el que aprendemos todos de todos«, comentó.

Y agregó: «Generalmente están sectorizadas las reuniones entre los grupos etarios, acá todos aprendemos y nos disfrutamos, tenemos diferentes modos de expresión y estar en un mismo ámbito hace que disfrutemos del otro lo que uno no tiene».


La unión social a partir del deporte


Según contaron, tienen un grupo de WhatsApp en el que se invitan a jugar y se motivan mutuamente para continuar en esta experiencia colectiva, en la que poco a poco, se van sumando más personas.

«Nosotras comenzamos con la escuelita, mi pareja juega y yo siempre miraba desde afuera, me parecía fácil hasta que probé y no lo es, pero genera una unión única con el grupo«, comentó la jugadora.

Una de ellas explicó que viene a jugar hace dos meses mientras que la otra ya lleva seis meses de experiencia en las bochas, y con mucho orgullo confesaron que ya han llegado a participar de torneos.

«Vamos aprendiendo, a mi me invitó un vecino. No soy de acá, cuando llegué buscaba actividades para integrarme a la sociedad de Cipo, me dijeron que hay un grupo que está jugando a las bochas y le respondí: ¿A eso?, hasta que vine a probar y ya me quedé«, describió y demostró la facilidad con la que el grupo genera esa unión social.

Actualmente, la escuelita de bochas funciona los miércoles de 17.30 a 19.30 en el Círculo Italiano.

Además, se puede alquilar la cancha para jugar cualquier otro día de la semana. Sin dudas, un deporte que parecía olvidado, demuestra que aún sigue vigente y con un condimento especial que lo hace increíble, la amistad.


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