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Maxi, el nene de Roca que nació con sordera y cambió su vida: a cada paso, un nuevo sonido

Tiene 9 años y luego de dos cirugías con implantes cocleares; su vida y la de su familia dio un giro de 360 grados. Maxi se perfecciona en batería, va a la pileta y crea ritmos. Una emotiva historia de obstáculos y superación.

Cuando tenía solo unos meses de vida, Maxi recibió un implante coclear en su oído derecho tras ser diagnosticado con hipoacusia bilateral severa. No escuchaba nada. Luego le colocaron el segundo en una nueva cirugía. A los cuatro años ya transitaba un camino de aprendizaje y descubrimiento en la música y los ritmos y hoy; a sus nueve años, lleva una vida común y corriente. 

Máximo González es una persona “implantada”, como se llaman a sí mismos quienes llevan estos aparatos sobre las orejas. Solo un pequeño dispositivo a él le cambió el mundo. Está conociendo su entorno con todos los sentidos. 

Al silencio que le ofrecía su alrededor, él le puso sonidos, estallidos, vibraciones. Eligió el instrumento más potente para contrarrestar tanta calma. Él sabía que había algo más allá de sus posibilidades. Su evolución y su progreso así lo demuestran. Lo que parecía imposible hoy es parte de un recuerdo lejano. Los avances de Maxi son contundentes y emociona verlo con tanta seguridad nadando en la pileta, tocando la batería.

“Había que hacer un largo recorrido para que él empezara a escuchar y otro largo recorrido para que él pudiera adquirir lenguaje. El no tener información, me desanimaba”, recordó su mamá, Karina Flury. Los primeros seis meses del implante colocado era llevarlo constantemente al fonoaudiólogo y no  ver cambios.

“Hacíamos ejercitación y repetíamos un montón de ejercicios y yo no veía nada, no veía reacción. Hasta que un día íbamos caminando y nos cruzamos con un camión grúa y giró la cabeza. La felicidad que tenía. Desde ahí empecé a notar los cambios”, reveló la mujer.  

Ahora la historia es otra porque con el correr de los años, Maxi ya logró pasar a quinto grado en régimen de alumno en inclusión, sabe leer los labios sin audífonos, se fue a su primer viaje solo con su tía y el último gran avance fue empezar natación: su primera temporada de verano en la pileta. Ahí empezó una catarata de hallazgos. 

Conoció el ruido de un chorro de agua, el sonido de los aspersores, las burbujas al sumergirse en el agua, está feliz, descubriendo nuevos sonidos a partir de poder habitar nuevos espacios. “Me decía que escuchaba las gotitas de la lluvia caer y parecía como si hubiese sido la primera vez que escuchaba”, contó su mamá. Este es el primer verano que puede ir a la pileta, siempre usando protectores para los audífonos.

Cada vez más cerca de cumplir su sueño


Hay algo que subyace y es que antes que los primeros sonidos ambiente y las voces de sus familiares, Máximo sintió los ritmos. Desde chiquito usaba lo que estuviera a su alcance para percutir, armaba su propia batería con ollas, cucharas, sartenes, las apilaba y tocaba.

Ya a los cinco años su sueño era ser baterista. Eso le contó a Diario RIO NEGRO al inicio de la pandemia. Hoy sigue aprendiendo y estudiando y domina el instrumento con el acompañamiento de su profesor. Con ansias espera cumplir los 10 años para entrar a estudiar al IUPA en los trayectos. Hoy su familia y su entorno saben que está más que preparado ante tan favorable evolución. 

“Máximo ha avanzado muchísimo. La verdad es que si yo miro para atrás, para mí fue muy fácil ser su mamá. Él es un nene que aparte de ser súper cariñoso, demostrativo, está sumamente predispuesto a todo lo que le ofrecés, él lo toma, lo resuelve, se las ingenia, si tiene que ir a preguntarle algo a alguien va y lo hace. En algunas situaciones a media lengua porque a veces hay oraciones que las hace re bien y hay veces que le cuesta, pero eso no lo no lo tira para atrás”, contó su mamá. 

El niño había sido operado por primera vez en 2016 en Buenos Aires y la segunda cirugía fue en el oído izquierdo en 2019, a los cuatro años, en Neuquén. Los dos implantes son MED-EL, un proveedor austríaco, líder en sistemas de implantes auditivos.

Su condición de pérdida auditiva afecta el oído interno y suele ser permanente e irreversible. Las hay de diferentes grados: leve, moderada o profunda, en el caso de Máximo, es la más severa.

Protectores de audífonos para seguir nadando


Su familia está haciendo una campaña por redes para conseguir los protectores de audífonos que el niño necesita para poder nadar y meterse a la pileta. “Esos audífonos no se pueden mojar, los que tienen y los que van a venir, entonces sí o sí, para poder hacer algo referido al agua, necesita unos protectores”, explicó la mujer. Según el relato de la madre, la obra social no los autoriza.

«Mi lucha hoy por hoy es que él pueda tener sus protectores en la temporada de verano. En todo este tiempo nunca hemos pedido protectores del agua, sería nuestra primera vez»

Karina Flury, mama de Máximo

“Este año Máximo cuando planteó la idea de querer escuchar en la pileta y los empezamos a usar, pero restringidos. Él tiene que elegir qué día puede escuchar porque si los usa todos los días, no le van a alcanzar para cubrir todo el verano”, problematizó Flury. 

Los protectores son descartables y autoadhesivos. “Teníamos nada más para seis días”. El pide usarlos cuando estén sus amigos en la pileta para poder comunicarse y como no le alcanzan, “tiene que estar seleccionando qué días puede escuchar en la pileta y que días no”, dijo entre lágrimas su mamá. 

Ahora estamos a la espera de unos audífonos nuevos porque le corresponde el cambio de implante y estaba teniendo algunas fallas. Se pidió el dispositivo nuevo, se aprobó y está en camino”, contó su mamá, Karina. Hay algunas demoras en las aduanas porque el dispositivo es importado. 


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