Pasar de la balsa al puente de Neuquén: la transición hace 88 años
Encontrar la forma de cruzar el río Neuquén fue una necesidad que los pobladores del primer caserío buscaron resolver desde que llegaron, a fines del siglo XIX. Pero eso no los frenó.
El 20 de febrero, hace 88 años, cayó sábado y no jueves, como hoy. Seguramente los testigos de esa esperada inauguración, la del puente carretero, actual “puente viejo”, ni se imaginaban todo el movimiento que iba a generarse a ambos lados, entre dos provincias que todavía se alimentan mutuamente.
La habilitación de esa mole, resistente y a prueba del paso del tiempo y las gestiones de gobierno, volvió a modificar un escenario que ya había experimentado cambios con un puente anterior: el ferroviario. Cuando se construyó la Estación de tren, atrás quedó el centro de la actividad junto a la ribera, y los que pudieron se trasladaron a sus alrededores, cerca de lo que hoy es el Parque Central. Y con la llegada del paso para vehículos y personas, una necesidad riesgosa que todavía no encontraba solución, comenzó la despedida de la histórica balsa.

“Hasta el traslado definitivo de la capital del territorio en 1904, toda la zona era conocida como ‘La Confluencia’, abarcando las tierras aledañas a la unión de los ríos Neuquén y Limay”, explicó el Museo que lleva justamente ese nombre. El conteo realizado el año anterior ya daba cuenta de la presencia de 427 habitantes aproximadamente y aquella balsa, el primer servicio público de pasajeros para cruzar el río Neuquén, a cargo del comerciante y funcionario Celestino dell’Anna, era la única alternativa, usada por familias y profesionales, que recorrían la región para completar sus actividades, casi como sucede aún hoy, en cada mañana de tránsito congestionado en las rotondas de Ruta 22.
Gracias a ese sencillo pero efectivo medio de transporte, que debió adaptarse a las interrupciones por las variaciones en el cauce del río, se lograron trasladar carretas, arreos de mulas, caravanas de tropas, lanas y carnes hacia ambos territorios. Junto a Celestino atendía su familia, compuesta por Trinidad Carro (hermana de Enrique Carro) y sus hijos, además de los empleados a cargo.
Sin embargo, agregó el Museo, “el creciente comercio, la aparición de automóviles y camiones y la interrupción de los cruces por las crecientes impetuosas, impulsaron la construcción de un puente carretero”, algo que se hizo efectivo durante el gobierno de Carlos H. Rodríguez. La calle “Primeros Pobladores” quedó como homenaje a esos pioneros, desde la actual rotonda de ingreso, donde comenzó la vida urbana de Neuquén capital, hace tanto tiempo.

El 20 de febrero, hace 88 años, cayó sábado y no jueves, como hoy. Seguramente los testigos de esa esperada inauguración, la del puente carretero, actual “puente viejo”, ni se imaginaban todo el movimiento que iba a generarse a ambos lados, entre dos provincias que todavía se alimentan mutuamente.
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