¿Por qué las reuniones por videollamada son tan cansadoras?

En algunas ocasiones, las videollamadas causan un tipo particular de agotamiento (bautizado como "fatiga de Zoom"). Algunas investigaciones apuntan que puede deberse a las dificultades para hacer contacto visual, la constante autoevaluación por verse a uno mismo y otras distancias que quedan por salvar respecto a la interacción cara a cara.

En las redes sociales no paran de aparecer reclamos (serios o chistosos) sobre trabajadores que piden o exigen que se reduzcan las reuniones. Además del clásico «esto podría haber sido un mail», que a esta altura ya es un meme, algunas personas destacan que es una de las formas más efectivas de reducir la fatiga, el agotamiento y burn out en el lugar de trabajo. Incluso abundan los instructivos para reducir las reuniones innecesarias y mejorar la productividad.

Esta idea tiene bastante sustento científico; desde la pandemia, las personas empezaron a referirse a este tipo de cansancio como «Zoom fatigue» (fatiga de Zoom) y los investigadores indagaron en su razón de ser. Un estudio de 2021 registró la prevalencia de este tipo particular de cansancio y teorizó que los principales factores que contribuyen al agotamiento de las videollamadas son: la mirada fija, el aumento de la carga cognitiva, la mayor autoevaluación por mirarse constantemente a uno mismo y la movilidad limitada.

Otro estudio publicado en marzo de 2023 en la revista Trends in Cognitive Sciences apunta principalmente a las diferencias con la interacción cara a cara. La falla más grande en la traducción de las interacciones físicas a virtuales parece ser el contacto visual.

«Nunca podemos tener contacto visual real. Si yo miro a la cámara, vas a tener la sensación de que te estoy mirando, pero no te veo. Si te estoy mirando realmente, mis ojos apuntan hacia abajo y te da la sensación de que estoy mirando tu mentón» comenta a Toronto Star Nikolaus Troje, catedrático canadiense de investigación sobre la percepción de la realidad y profesor de percepción visual en la Universidad de York (Gran Bretaña).

A esto se suman otras dificultades técnicas: «El otro problema es que no hay forma de corregir esa disparidad. No puedo bajar y captar tu mirada. Toda esta sofisticada danza que dos personas y sus sistemas visuales protagonizan cuando se comunican en el mundo real se ve interrumpida. Ya no funciona», desarrolla.

Troje postula que, a medida que la tecnología evolucione, probablemente lleguemos a crear alguna solución para mejorar nuestras herramientas actuales, que todavía quedan muy atrás de las interacciones reales.


Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa «Periodismo Humano», una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN.



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