Rafael y su bicicleta: la historia de un amor que nunca perdió el filo

Nacido en Villa Regina, Rafael Menichelli recorre distintas localidades afilando cuchillos y tijeras con una bicicleta. Un oficio perdido que, aprendido de su hermano hace 47 años, utiliza para «repartir alegría».

Para Rafael Menichelli salir todos los días a recorrer barrios de distintas localidades dentro y fuera de Neuquén, para afilar cuchillos y tijeras, es más que trabajo. Es una vocación y una forma de repartir alegría entre los que requieren de sus servicios.

«Rafa» vive en el Parque Industrial de Neuquén, pero su lugar en el mundo está donde su bicicleta lo lleve. En sus 64 años se dio el gusto de trabajar de muchas actividades pasando por la cocina, el rubro petrolero, vendedor y hasta chofer de colectivo.

«Yo hice de todo, siempre trabajé de muchas cosas, pero jamás largué la bicicleta», comentó mientras preparaba los pochoclos que venderá en un evento, en otro de los trabajos que la calle le ofrece desde hace un tiempo.

«La bicicleta es todo para mi, puedo olvidarme cualquier cosa pero jamás mi bicicleta» dijo con convicción.

Nació en Villa Regina, provincia de Río Negro y es el más chico de dos hermanos. Por desgracia del destino perdieron a su padre y madre cuando tenían 12 y 14 años, situación que los obligó a mudarse con unos tíos de Bahía Blanca. Allí comenzaron a trabajar de lo que podían y su hermano aprendió el oficio de afilar con los pedales.

«Salíamos juntos y mi hermano tomaba los trabajos hasta que me animé a armar mi propia bicicleta con el afilador» contó mientras recordaba aquellos primeros momentos en la calle. En los próximos años recorrió Buenos Aires hasta que emprendió el regreso al valle. Donde construyó una familia que le dio dos hijos y tres nietas.

Rafael cuenta con una larga trayectoria en el rubro de afilado de cuchillos, pero además de tijeras de todo tipo y de elementos de uso quirúrgicos en hospitales de toda la región.

Hoy intercala el trabajo con las hojas, con la venta de confites en un pequeño carro. Este servicio es el que lo lleva a recorrer fiestas populares y eventos deportivos en localidades del interior de la provincia.

Rafael Menichelli monta su bicicleta adaptada para afilar. Foto: Matías Subat.

Una vida de anécdotas


Rafael podría estar varios días contando historias de clientes y encargos que jamás olvidará. Entre ellos el de una joven de El Chañar que le pidió afilar una tijera que él mismo le había reparado a sus abuelos, 25 años atrás en General Roca.

«Por mucho tiempo marqué los cuchillos y tijeras que afilaba y reconocí mi firma en esa tijera, fue muy emotivo ese momento porque recordamos juntos a sus abuelos» contó con una sonrisa en el rostro.

Entre sus anécdotas más insólitas recuerda a un hombre de Villa La Angostura que le pidió que le afile 60 cuchillos y 40 tijeras. O un cliente mayor de Río Negro que le dio una tijera con una forma que nunca había visto y jamás volvió a ver.

Pero sin lugar a dudas, el trabajo en hospitales y clínicas son los especiales para Rafael, que muestra con orgullo las certificaciones y comprobantes de sus servicios en instituciones sanitarias de Neuquén, Regina, Allen, Choele Choel y Rincón de Los Sauces.

«Afilar instrumentos quirúrgicos no es fácil, ahora no me salen esos trabajos porque prefieren enviarlos a Buenos Aires» explicó con algo de nostalgia.

No todas fueron buenas en este oficio y recordó que más de alguna vez la policía lo corrió o inspectores municipales de otros lugares no lo dejaban trabajar por disposiciones locales.

Es por eso que cada vez que visita un lugar para ofrecer trabajo, busca una comisaría para dar aviso a la Policía, anunciando que recorrerá las calles de la localidad.

«Hoy por suerte con los grupos de Whatsapp, los vecinos se enterar rápido y avisan a otros para que estén atentos al sonido de mi flauta» explicó.

El método Rafa


«El espíritu de la calle es la alegría» ese es el método con el que Rafael encara la jornada laboral desde muy temprano, con su camioneta cargada con la bicicleta para afilar y el carrito para hacer algodón de azúcar.

Su bicicleta es vieja y tiene partes de más de un modelo. El azul y amarillo gastado por los años no opacan su simpatía por Boca Juniors. Está provista de una caja de herramientas con todo lo necesario para el trabajo y dos piedras de afilado que hace girar con sus piernas en un mecanismo simple y efectivo. Dentro de la caja y en una funda, guarda su característica flauta que hace sonar durante sus recorridos.

Su vida tuvo muchos pasares, algunos de ellos muy buenos, pero siempre necesitó de la calle. «Cuando trabajé en el petróleo, volvía a mi casa cada dos semanas y usaba esos días para irme con la bicicleta a afilar cuchillos» contó entre risas, mientras recordaba que muchas personas no entendían su forma de vida.

«El secreto es compartir la charla, contarnos cosas y disfrutar el momento porque eso hace que te llamen nuevamente, más allá de cómo quede el afilado» contó revelando la fórmula que hace que lo llamen de distintos puntos de la región, incluso de La Pampa.

Rafael es un hombre frontal, con años pedaleados y un humor apto para todo el público. Con una vida con altibajos como la de cualquiera, pero con la ventaja de que cada vez que lo necesitó, allí estaba su bicicleta. Los 47 años de experiencia, el sonido de su flauta y su particular personalidad hace que sus clientes recuperen el filo de sus cuchillos o tijeras, pero sobre todo de sus propias sonrisas.

Rafael Menichelli trabaja con dos piedras, una para afilar y otra para limpiar el trabajo. Foto: Matías Subat.

El oficio perdido y el valor al trabajo


Rafael sabe bien que el trabajo ambulante es un superviviente en un mercado laboral distinto al que conoció de chico. Mucho más el de salir a afilar cuchillos con una bicicleta.

«El oficio no se perdió, lo que se perdió es la confianza en el ser humano» explicó y argumentó que las personas no confían en lo que otros pueden hacer.

«Hoy todo es descartable y eso nos alejó de la costumbre de valorar el trabajo realizado por otros» agregó.

A pesar de esto y al igual que como lo hace con los cuchillos desafilados, toma a la realidad y la trabaja con paciencia hasta devolverle el sentido positivo.

Depender de la calle tiene sus cosas


Rafael Menichelli vive en Parque Industrial de Neuquén. Foto: Matías Subat.

Rafael no tiene más ingresos que los que genera con sus servicios fuera de casa. Esto más de una vez lo hizo pasar momentos adversos. La pandemia fue uno de ellos, estando dos meses «sin poder salir para ganarse el mango» y generando deudas que ya pudo cancelar.

«Es complicado porque no siempre te va bien, hay días malos pero lo importante es saber que si la cosa no va bien en un lugar, entonces me voy a otro» contó y argumentó que hoy elige otras localidades y no tanto Neuquén capital para brindar sus servicios, principalmente porque la gente prefiere tirar los cuchillos o se conforma con lo más barato.

«En otros lugares le dan más importancia al estado de un cuchillo como herramienta de trabajo o en la casa, incluso hay lazos afectivos porque se pasan de generación a generación» dijo.

En la vida de Rafael el dinero es una excusa, el trabaja porque elige hacerlo y defiende esa decisión pese a las críticas que pueda recibir. «Cuando el dinero no alcanzó, llegué a cambiar un lechón por afilar los cuchillos de una carnicería» recordó y lo puso de ejemplo para explicar su teoría de que «siempre algo surge»

Las recomendaciones para mantener el filo de un cuchillos

Rafael dice que la clave de todo es «la limpieza del cuchillo». Y explicó que la hoja debe ser lavada inmediatamente después de ser usada. En este punto remarca que hay ciertos productos alimenticios que pueden dañar y perjudicar al cuchillo más allá del filo.

«Si se cortan cítricos, cebollas o alimentos ácidos, no se puede dejar mucho tiempo sin lavar el cuchillo» detalló.

También barrió con varios mitos como la utilización de elementos de limpieza como la temperatura del agua, los detergentes o lavandina.

«Si no quema la mano, el agua puede ser caliente y todos los productos para lavar los platos pueden usarse sin dejarlos sumergidos por largo tiempo» aclaró.

Rafael Menichelli afilador de Neuquén. Foto: Matías Subat.
Rafael Menichelli revisando el filo del cuchillo. Foto: Matías Subat.

Para Rafael Menichelli salir todos los días a recorrer barrios de distintas localidades dentro y fuera de Neuquén, para afilar cuchillos y tijeras, es más que trabajo. Es una vocación y una forma de repartir alegría entre los que requieren de sus servicios.

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