Separación de residuos: una larga historia de fracasos en Bariloche

Hay varias ordenanzas que buscan alentar el reciclado, pero no hay resultados. Ahora el municipio tiene una prueba piloto más estricta en dos barrios y algunos comercios.

No hay especialista sobre el manejo de la basura en grandes centros urbanos ni funcionario abocado al tema que no reconozca la inutilidad de cualquier plan -por prolijo y avanzado que sea-, si no hay una eficiente separación en origen.

Las plantas de acopio, clasificación y recupero; las celdas de disposición final, con sus costosos tratamientos de impermeabilización, venteos y todas las nuevas tecnologías aplicadas a la gestión de residuos sirven de muy poco si la basura llega en grandes volúmenes y toda mezclada.

Mucho de eso fue lo que pasó en Bariloche, donde existen desde hace más de 15 años ordenanzas de separación obligatoria y campañas de exhortación de todos los colores, que no paran de fracasar. La proporción de basura recuperada no llega al 5%. El resto termina en el “manto” de disposición final, en una masa indivisible.

En el último año el municipio se propuso torcer esa lógica con un nuevo plan “piloto” que involucra a unos 1.500 hogares de los barrios Las Quintas y Los Coihues y a 19 grandes generadores, entre los que hay chocolaterías, varios hoteles y una imprenta.

La coordinación está a cargo de la directora de Gobierno Abierto, Gisela Redondo, quien dijo que todas las áreas del municipio tienen el foco puesto en “reducir al máximo posible la basura que se entierra”. Reconoció que hoy esa proporción es ínfima.

Redondo dijo que hay muchas experiencias fallidas en el país y en el mundo con las campañas para separación domiciliaria y también muchos diagnósticos sobre las causas.

El plan implementado por estos días en Bariloche se vale de un abordaje metódico y personalizado, casa por casa, luego de comprobar durante años que los operativos de difusión masiva resultan caros y poco efectivos.

En el centro de Bariloche se dispusieron contenedores para distinguir los residuos húmedos de los secos. Foto: Marcelo Martinez

Según la funcionaria, otra de las claves es reconocer las características particulares, porque “ninguna ciudad es igual a otra”. En Bariloche, por ejemplo, es indispensable tener en cuenta el alto porcentaje de turistas y sus formas particulares de consumo, así como la cantidad enorme de material forestal que descartan los usuarios, y que no se ve en otras geografías.

Desde hace 20 años trabaja en el basural la Asociación de Recicladores de Bariloche (ARB), integrada en su mayoría por mujeres, que mantiene acuerdos puntuales con alguna junta vecinal y grandes emisores que colaboran en entregarles materiales recuperables por separado. Pero en general, la gran mayoría de los residuos que ingresan al vertedero no son aptos para ese fin.

El subsecretario de Planeamiento y Sustentabilidad Urbana, Claudio Romero, admitió que “el sistema no funciona en cuanto a la separación”, pero resaltó el cambio de paradigma implementado en el último año a través de Gobierno Abierto en colaboración con la ong extranjera Delterra.

“A pesar de los esfuerzos, la basura llega mezclada y termina en el manto y en el mundo hay en general un problema con la eficiencia de los métodos de separación”, aseguró Romero. Señaló que hay “un problema de comunicación, y también hay negligencia por parte del usuario”.

Sostuvo que al margen de lo que ocurre con el plan piloto “el vecino saca la basura como puede y el municipio recoge como puede, es una realidad”.

Romero le dijo a los concejales hace unos día que más allá de resolver la disposición final en el vertedero falta mucho trabajo “aguas arriba”, es decir en la generación, traslado, tratamiento y recuperación de los residuos.

Reconoció que las multas para quien no separa en su casa o en su comercio están legisladas, pero no se aplican. Y consideró que hay otras estrategias como “poner cartelitos” que identifiquen al cumplidor y al no cumplidor.

Compromiso colectivo

Una organización reconocida por su trabajo en tema de los residuos domiciliarios es Circuito Verde. Alondra Crego, una de sus referentes, dijo que trabajan mucho en educación ambiental, con la idea de tomar el proceso de la basura desde la generación hasta la disposición final y apuestan a “la responsabilidad de lo que cada uno puede hacer en su casa para ser parte del cambio”.

Dijo que reducir la generación es clave y por eso promueven el compostaje de los orgánicos, que representan alrededor del 50% del total. Del resto, el 35% es material recuperable (vidrios, plástico, papel, metales) y una porción menor debería terminar en el “manto” o las celdas de destino final.

En el basural de Bariloche se producen incendios sobre el manto que habitualmente son intencionales. Archivo

Observó que la ARB “hace más que nada un trabajo de recuperación, no de reciclado” y que para esto último faltan en Bariloche “propuestas en gran escala”, con las tecnologías disponibles. Lo que se acopia y enfarda se debe vender afuera, porque “no hay iniciativas para la revalorización in situ”, explicó Crego.

Dijo sin embargo que la conciencia individual gana terreno y “cada vez más personas” se ajustan a las pautas de separación. Admitió que ver cómo el municipio se lleva todo mezclado después de que uno sacó su bolsa de residuos secos “genera impotencia”. Resaltó que los puntos verdes con la cartelería para la separación por tipo de residuo “no han funcionado”, porque la recolección es defectuosa, los contenedores colapsan y además hay vandalismo. “El hábito conciente es bastante mayor que la capacidad del Estado para dar respuesta”, opinó Crego.

El recupero

Respecto de las campañas de difusión lo que mejor funciona, según la especialista es “el trabajo permanente en instituciones educativas, la perseverancia en el mensaje. Y la comunicación digital”.

Dijo que las estrategias se deben ajustar también a la condición de Bariloche como ciudad turística y es necesario generar acuerdos y capacitar a los operadores que reciben a los visitantes.

El mensaje debe ser puntilloso acerca de cómo se separa y cómo se lava cada envase descartado. Porque de otro modo la recuperación no funciona.

El municipio no siempre lo tuvo claro y empezó a ajustar ese punto con el asesoramiento de la fundación Delterra. Las estadísticas también ayudan a evaluar y corregir. Según el informe del plan piloto, discriminado por semana, en noviembre pasado se alcanzó el mayor volumen de recupero con 1.381 kilos entre los barrios Las Quintas y Los Coihues y los grandes generadores. Antes y después hubo semanas de apenas 200 kilos. La mayor parte es “cartón de primera”, seguido por “vidrio mezcla” y “pet cristal”, como se denominan las botellas plásticas.

El relevamiento también aporta datos sobre la “calidad” del residuo descartado, que fluctuó entre el 60 y el 79%, con los mejores indicadores en las últimas semanas de enero, de modo que el ajuste de metodologías habría empezado a dar frutos.

La historia del recupero, sin embargo, es un muestrario de fallidos y caminos sin salida. La primera ordenanza que obligaba a separar en origen data de 2007. Seis años después la evaluación era decepcionante. “No hubo mayores avances, salvo algún programa con los grandes emisores. No hay contenedores diferenciados, campañas de información ni incentivos tributarios de ningún tipo”, decía una nota de este diario en 2013.

Promotores

Luego de probar y tropezar con otras técnicas, concentradas en la difusión masiva, el municipio optó por objetivos más modestos y un criterio de personalización, que demanda otro tipo de esfuerzos. Existe un equipo de cuatro promotores capacitados especialmente, que van casa por casa para instruir sobre la separación e inducir “los cambios de comportamiento indispensables para el reciclaje y la preservación del ambiente”.

El seguimiento incluye la revisión metódica de la basura y la detección de errores en el destino o la limpieza de algún material.

Redondo dijo que ese equipo se ampliará “entre fines de marzo y abril”, porque la idea es extender el trabajo a otros barrios y aumentar también el número de “grandes generadores” adscriptos al programa.

La instrucción incluye además a los choferes y los recolectores que pasan con el camión y, si es dia de residos secos. “no se llevan las bolsas en las que detectan húmedos”.

La cartelería también es importante y motivo de continuas correcciones. “A medida que avanzamos, aumenta la capacitación”, dijo Redondo. Insistió en que los generadores que se suman lo hacen en forma “voluntaria y colaborativa”.

Hoy participan del operativo de separación con seguimiento estricto menos del 2% de los hogares de la ciudad y apenas 19 comercios y empresas sobre un total de 4.000. El plan apunta a lograr un cambio de fondo en el residuo total que produce Bariloche, lo cual -está comprobado- llevará un gran esfuerzo y plazos largos.

Alondra Crego dijo que “cada vez hay más conciencia personal y si se acompañara con políticas publicas a otra escala, ayudaría”.


Qué hacer con el residuo forestal


En las campañas para mejorar la gestión de los residuos la terminología es importante, como en cualquier otra, y una de las palabras más repetidas es “sustentabilidad”. Un tipo de desecho que tiene todo para cumplir con ese precepto (aunque en los hechos no ocurre) son los restos de poda y el material forestal.

Bariloche produce grandes cantidades de residuo vegetal, que termina en buena medida mezclado con el resto. Y es el principal vector de los incendios periódicos que afectan la salud de miles de personas.

Redondo reconoció que los forestales son una singularidad local, que no se encuentra en otros municipios, y que hay que abordar de manera específica. Hasta ahora Bariloche no ha dado en la tecla. Años atrás se depositaban en una cantera, ahora van al vertedero común. Siempre con los incendios como principal amenaza.

Para Crego, el compostaje doméstico cada vez tiene más adeptos y también hay que pensar alternativas para los forestales que sistematicen algún aprovechamiento.

Redondo recordó que se probaron varias opciones como el chipeo en los barrios, la recolección diferenciada y traslado gratuito y el servicio de contenedores pagos. Pero sin la efectividad esperada. “También es un tema de educación y de trabajar juntos”, afirmó.


El turismo, un factor determinante en la generación


Una evidencia de la que tomaron nota los operadores y que suma complicaciones al plan de gestión es la alta variación en el tipo y volumen de basura que produce la ciudad según la época del año. El factor determinante es el turismo.

Los restos de comida para compostaje tienen un recipiente especial en el hostel Achalay. Foto: Marcelo Martinez

Entre los “grandes generadores” incorporados al piloto hay varios hoteles y hostels. Estos últimos son un caso muy específico y complejo, porque la generación de basura depende allí de muchas manos, ya que los huéspedes se cocinan, manipulan envoltorios y desechan por su cuenta en los cestos indicados.

Pablo Molteni, titular del hostel Achalay, dijo que allí hace varuis años que aplican métodos de separación pero lo hacían mal. Recién empezaron a revisar y corregir errores con el asesoramiento técnico que puso en marcha el año pasado el municipio. “Realmente ahora se nota otro resultado -reconoció-. Todos estamos comprometidos en reducir el residuo que va al relleno”.

Dijo que al momento del check in con los pasajeros son estrictos con las instrucciones sobre el manejo de la basura. Pero la comunicación no siempre resultó y por eso pidieron cartelitos en inglés, para orientar mejor a los turistas que no entienden español. Dijo que la idea en la que trabajan ahora es “empezar a compostar” y bajar el volumen de residuo orgánico que entregan al municipio.

“Al principio todo costó bastante, venían a testear y nos rechazaban una bolsa porque había una cáscara de naranja, o una lata mal lavada. El ajuste es permanente y ahora empezó a funcionar”, dijo Molteni.


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