Sergio, el marino que navega el Canal de Beagle y crea sabores desde el mar patagónico

El "Ahumadero Ushuaia" conquista paladares en Tierra del Fuego. La cadena productiva que nació de un argentino y un ruso, rescata técnicas tradicionales del mar a la mesa. La historia de un apasionado en el fin del mundo. 

Sergio Amaya es marino mercante e ingeniero pesquero, de oficio y profesión. Su lugar en el mundo es el mar y la inmensidad celeste lo atrapa. Tiene 58 años y nació en Capital Federal, pero hace 23 años la Patagonia lo adoptó.

La región más austral del mapa le dio mucho más que un lugar donde vivir su vocación, sino también el surgimiento de un emprendimiento con sello propio que lideró desde los inicios: el “Ahumadero Ushuaia” que llegó a exportar los productos que el mismo pescaba, desde el Canal de Beagle a Europa. 

Hoy es una empresa familiar que pudo ser pionera en la transformación de centolla, centollón, mejillones. Elabora productos en conserva, del mar a la mesa, que se consiguen en su comercio, en el aeropuerto de Ushuaia, el free shop Atlántico Sur y que los europeos pudieron probar en sus hogares. 

Fotos: gentileza.

Como marino, se graduó en la Escuela Nacional de Náutica “Manuel Belgrano” de Buenos Aires y luego cursó ingeniería en la Universidad Tecnológica Nacional.

“Navegué en distintos buques de la Marina Mercante Nacional, en barcos de carga, containeros, petroleros, viajé por diversas partes del mundo. Hasta que en la década del 90, con la decisión del gobierno de turno de eliminar la Marina Mercante Nacional por decreto, se produjo un gran cambio en las condiciones de trabajo”, relató Sergio a Diario RÍO NEGRO.

Reconoce que en aquella época, hizo lo posible por adaptarse al nuevo escenario y navegó en buques de bandera extranjera, sin embargo, las condiciones laborales eran insostenibles y por unos años tuvo que abandonar la profesión para quedarse en tierra firme

Fotos: gentileza.

Hasta que en 2002 se mudó con su familia a Ushuaia y en esas latitudes se volvió a encontrar con el mar: primero en buques de pasaje y después se subió a barcos de pesca, para no volver a bajar hasta el día de hoy.  

En plena labor, conoció a Oleg Kharitonov, un ingeniero pesquero ruso con quien se asoció para fundar el Ahumadero Ushuaia en 2010. Embarcados, juntos comenzaron a imaginar un proyecto que diera valor agregado a los productos del mar fueguino. “Hicimos todo de cero porque no había nada, buscamos hacer la obra civil, construir toda la planta de procesamiento”, contó. 

Hasta 2016, trabajaron a la par, pero Oleg decidió volver a su país de origen y a partir de ahí, Sergio decidió seguir solo, acompañado de socios familiares para mantener viva la SRL. 

Una cadena productiva, del mar a la mesa


La cadena productiva tiene varios eslabones y el ahumadero es uno de ellos: empieza con la pesca mar adentro en la zona del canal de Beagle, luego el procesamiento de la materia prima en el ahumadero y para finalizar, la venta. 

Fotos: gentileza.

“En el ahumadero hacemos todo tipo de transformaciones. Desde las más mínimas como filetear pescados frescos y ofrecerlos en hielo para la venta al público, hasta algo más elaborado, como una lata de merluza negra ahumada o de centolla ahumada en aceite de oliva”, explicó. 

“La oferta nuestra es la posibilidad de transportar la centolla fuera de la provincia sin cadena de frío”, señaló. Trabajan con productos frescos que luego son presentados en frascos o latas, en sus versiones ahumados o naturales.  

Fotos: gentileza.

En la lancha de pesca trabajan tres personas, incluido el mismo como socio gerente; y en el ahumadero, otros cinco empleados. La seguridad alimentaria está garantizada de principio a fin, según explicó Sergio. 

“Para aumentar la impronta fueguina, lo que también hacemos es un humo muy particular asociado a Tierra del Fuego que es el humo de turba”, comentó. Tomaron la experiencia de escoceses y noruegos que usan la turba (un combustible fósil formado por vegetación) para ahumar cebadas y salmones.  

Ahumadero: del fin del mundo al paladar global 


Hace un tiempo lograron exportar sus productos y estos llegaron a Europa, hasta Italia y Rusia. “La exportación siempre nos ha resultado cuesta arriba”, admitió Sergio, por la cuestión administrativa y burocrática, por lo que optaron por abandonar el comercio exterior. 

Ahora cuentan con habilitación para comercializar la producción dentro de la provincia de Tierra del Fuego y apuestan fuerte al mercado local y el turismo, una de sus joyas más preciadas. “Hay mucha demanda en la época invernal con el turismo del esquí y también en verano con el turismo de cruceros, de barcos y de público en general que llega a la provincia”, comentó. 

Gran parte de sus productos están orientados al turismo. “También hemos notado que muchos residentes de Tierra del Fuego que viajan a visitar a familiares o amigos en otras provincias, llevan esos productos como muestra, como algo auténtico de Tierra del Fuego”, explicó Sergio. 

Si mira hacia el horizonte y piensa en el futuro, Sergio elige seguir apostando a su emprendimiento personal que ya va a cumplir 15 años, de la mano de ampliar la variedad de productos. 

La joya del ahumadero es la centolla pero proyectan sumar pulpo, sardina, vieiras y erizos. “También hay proyectos de construir una planta más grande que tenga la orientación para la exportación, atendiendo todos los requerimientos de Senasa”, cerró el marino.  

Ahumadero: la pesca artesanal como una oportunidad 


Desde el extremo sur del continente, los sabores del mar fueguino trazan una ruta pujante. El caso del Ahumadero Ushuaia demuestra que la pesca artesanal y la vocación emprendedora pueden dinamizar un territorio, pero hace falta algo más: políticas públicas. 

“El sector pesquero artesanal está desarrollado por actores individuales o emprendimientos familiares que tienen un alcance limitado», aseguró Sergio y detalló: «No todos cuentan con algún lugar donde procesar las capturas, donde puedan proveerse de cadena de frío para conservación. No existen muelles de amarre y desamarre, descarga, aprovisionamiento. No existen varaderos. No hay lugar donde llevar a procesar los productos en una planta tercerizada. Toda esa cadena de producción hoy prácticamente no existe”.


Sergio Amaya es marino mercante e ingeniero pesquero, de oficio y profesión. Su lugar en el mundo es el mar y la inmensidad celeste lo atrapa. Tiene 58 años y nació en Capital Federal, pero hace 23 años la Patagonia lo adoptó.

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