Susana, la pastora solidaria de Roca que cocina viandas para los cartoneros

Encabeza un grupo de voluntarias que se juntan todos los sábados para ayudar a los más necesitados

Susana Uribe se llena de entusiasmo cuando habla, sonríe a cada rato y controla todo con la mirada. De tanto insistirle, sus compañeras lograron que se sentara un rato. Ahora su voz resuena en el garage-cocina, que está inundado por el olor a guiso que despiden las ollas. Es una mañana de sábado soleada en el humilde barrio de Quinta 25, al norte de Roca. En un par de horas será el mediodía y saldrán a desplegar por las calles su acción solidaria: el reparto de 100 viandas calentitas, el alimento preciado que esperan los cartoneros del zanjón, jóvenes que no tienen trabajo y la gente mayor que vive sola.

El garage-cocina está en España al 3.400. Por las tarde cambia de función y se convierte en el templo de los fieles evangélicos del Ministerio Eliacim. Al fondo luce sobre un mini escenario una batería desarmada y dos pequeños baffles.

Afuera del garage han montado una mesa llena de ropa usada. Son la donaciones que juntaron en la semana y ofrecen a los queque necesitan.

“Siempre vienen a golpear la puerta de casa. Que si tenemos un pancito, un paquete de fideos…Algo para comer o ropa”, relata Susana, que es pastora junto a su marido Miguel y también modista de talles especiales, “porque las mujeres de barrio somos de mucho busto y poquita espalda -aclara- y es difícil encontrar ropa para nosotras en las tiendas”.


El garage-cocina-templo


En 2017 arrancó preparando tres viandas por día. En 2018 se sumó el grupo de la iglesia. Armaron un mechero, prepararon el garage de su casa como comedor y saltaron a 50 viandas. Hoy reparten 100 todos los sábados.

Durante la semana juntan los ingredientes. Suelen preparar hamburguesas con ensalada, canelones, ñoquis, albóndigas con arroz o guisos.

Miguel y el toque de orégano necesario, par levantar el sabor del guiso. (Foto Juan Thomes)

Al equipo de fútbol de los chicos de Quinta 25 les preparan la merienda cuando practican en la canchita del barrio y los asisten en cada torneo.

Son 10 integrantes quienes preparan las viandas. Tamara como jefa de cocina, su esposo Miguel como ayudante, Alejandra, a la que llaman con cariño “la pedigüeña” porque siempre logra buenas donaciones. Y se suman Félix, Pablo, Bety y Mauricio.

Cuando están listas, le agregan el pan y los cubiertos y salen en cuatro autos a repartirlas.

“Vamos detrás de la alcaidía, en la zona del zanjón y buscamos a la gente que está cartoneando o buscando ropa entre la basura. Otro grupo va al fondo de Quinta 25 a repartir. Al otro lado de la defensa hay una casita donde viven 9 personas. A ellos les dejamos doble vianda”, describe Susana.

¿Cómo es eso de que vamos a servir un guiso de pura agua? Acá se cocina con sabor, que salga contundente».

Susana Uribe, pastora de Quinta 25

La crisis , el desempleo y la suba de precios los obligó a redoblar esfuerzos . La pastora cita un caso: “Acá nos conocemos casi todos. El otro día me crucé a Rubén, un muchacho que hasta hace poco trabajaba en una agencia de seguridad. Ahora lo veo pasar con un carrito. Anda cartoneando. Me pide que cada vez que pueda lo ayude con una viandita”.

Susana dice luego que hay mucha gente que no encaja en la cultura del trabajo, que muchos se cansaron de buscar un empleo y se acostumbraron a que les den .

Toda la ropa que reciben de las donaciones las ofrecen a los vecinos más necesitados. (Foto Juan Thomes)

A Susana las ganas de ayudar le vienen de familia. Su abuelo fue pastor en Barrio Nuevo.

“Él siempre tenía un as bajo la manga para resolver problemas de otros, hospedaba en su casa a los que la pasaban mal. No le importaba quedarse sin nada con tal de ayudar”, sostuvo.

“Mis suegros, los viejitos Maripil, también alojaban gente”, añadió. Dijo que su suegra era una mujer con mucha determinación. “A ella no le importaba si los jóvenes se estaban drogando en la plaza. Iba y les acercaba una porción de comida. No les hacía caso a las habladurías de algunos vecinos: ´ojo con esos drogadictos que son sinvergüenzas´, ´cuidate´, y tantos dichos así ”.

El equipo de las viandas en plena faena y con división de trabajo. (Foto: Juan Thomes)

De su suegra aprendió los trucos de la cocina. A armar albóndigas con las sobras y añadirlas a un tuco, a estirar los guisos cuando el número de necesitados crece, las torrejas de arroz como bocaditos, etc.

Su mayor felicidad llega cuando reciben el cariño de las personas a las que que asisten. “Cuando vemos que sus vidas empiezan a cambiar, desde el aspecto físico hasta el espiritual. Es cuestión de escucharlos y darles un apoyo”, concluye.


Alejandra, la secretaria de las donaciones


Alejandra acumula paquetes de fideos, cajas de leche, aceite, ropa y demás. Los guarda en un espacio detrás de su escritorio.

Ella vive en Quinta 25 y trabaja como secretaria en una clínica médica en el centro de Roca . Siempre que puede les hace conocer a los pacientes las necesidades de los chicos del barrio. Así surgen muchas donaciones, cuando llegue el sábado se transformarán en viandas. “Hoy una vecina del consultorio nos donó 7 kilos de picada”. El sábado salen hamburguesas”, suelta llena de entusiasmo”.


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