Tres neuquinas asistieron a la última misa pascual del papa Francisco en la plaza San Pedro y cuentan su experiencia

Alicia, Andrea y María José (Majo) Sabio, ayer estuvieron en la celebración de la basílica de San Pedro, desde donde el papa Francisco ofreció la tradicional bendición “Urbi et Orbi” y cuentan cómo lo vivieron.

Las tres neuquinas en la última aparición del papa Francisco: la bendición pascual ante una multitud en la plaza San Pedro.

En el verano, las neuquinas Alicia y sus hijas Andrea y María José (Majo) Sabio, comenzaron a organizar un viaje por Europa para disfrutar las tres solas, en diferentes lugares del mundo y por estos días llegaron a Italia. No era la primera vez que lo hacían, habían estado por Roma en septiembre del 2024, pero no habían ido al Vaticano. Esta vez, todo parecía marcar un rumbo imposible de eludir, como una marca del destino: estarían en esa ciudad, justo en Semana Santa, el día de la misa del Papa Francisco en la plaza San Pedro, «no podían no ir».

Ver al religioso argentino que sorprendió al mundo al ser elegido como el primer pontífice no europeo y el hombre que lideró la Iglesia con una fuerte impronta social durante los últimos doce años, no podía faltar dentro del itinerario.

Un día Antes de su fallecimiento, el papa Francisco se hizo presente con toda su autoridad este domingo, cuando reapareció para impartir con esfuerzo la bendición pascual “Urbi Et Orbi”.

Cuentan que ayer, llegaron a la Plaza a las once de la mañana y ya había empezado la misa. Había 35.000 personas y si bien el Papa levantaba las manos con dificultad, volvía verse cara a cara con la gente luego de su grave problema de salud. Con facciones rígidas, se encontraron con un hombre distinto del que se había conocido antes de su internación en el hospital Gemelli, al que llegó por una neumonía.

Todos esperaban el momento en el que finalmente salió al balcón. «Estaba sentado en su silla de ruedas y desde allí comenzó a saludar y a dar las bendiciones finales. La plaza estaba llena de personas que rezaban arrodilladas, muchas monjas, congregaciones y la gente corría de acá para allá siguiendo el papamóvil. Había muchos chicos jóvenes. El discurso lo leyó un cardenal porque él no podía», cuenta Majo.

En medio del júbilo unas 35.000 personas estuvieron presentes.

Durante la misa, la voz del asistente, ante la mirada del Papa desde el balcón principal de la Basílica de San Pedro, hizo un contundente llamamiento por la libertad religiosa como condición indispensable para la paz en el mundo. “No puede haber paz sin libertad de religión, libertad de pensamiento, libertad de expresión y respeto por las opiniones de los demás”, afirmó el sumo pontífice

Y reiteró su pedido a un alto el fuego inmediato en Gaza situación que catalogó como “dramática y deplorable”. También hizo un llamamiento al grupo militante palestino Hamas para que libere a los rehenes que le quedan y condenó lo que calificó de “preocupante” tendencia al antisemitismo en el mundo.

“Hermanos y hermanas, felices Pascuas”, dijo Francisco, quien salió del hospital el 23 de marzo luego de permanecer internado durante cinco semanas.

«Le costaba muchísimo hablar, tenía la voz agitada. Solo hizo la señal de la cruz y nos deseó ‘Felices Pascuas’. Todos gritaban ‘Viva el papa'», dicen las neuquinas desde Europa. Al final, se subió al papámóvil y recorrió la plaza San Pedro saludando a la gente. «Nos llamó la atención con la rapidez a la que pasó, solo frenó una vez, a darle un beso a un bebé», destacan.

Alicia, Andrea y Majo, hoy se prepararon para seguir su viaje. Se levantaron temprano para ir a Bari, recorrer la región de Apulia al sur de Italia, hacer una semana a Estambul y volver a Roma. Nada les llamó la atención al dejar la ciudad, pero cuando iban en el tren comenzaron a llegar los mensajes de amigos que les daban la noticia «Nunca nos imaginamos que era el último día del papa Francisco, fue algo increíble», concluyen.

Alicia en la Plaza San Pedro.