Un estudio determina el origen milenario de las lenguas tupí-guaraní y su rápida expansión

Hoy se sabe de la existencia de 40 lenguas vivas y nueve extintas pertenecientes a la familia tupí-guaraní. Su expansión ocurrió desde el territorio de la Guayana Francesa hasta la Cuenca del Río de la Plata y trajo hasta la Argentina el guaraní paraguayo y el mbyá, entre otras.

Las lenguas tupí-guaraní, que se expandieron por Sudamérica a gran escala antes de la invasión europea, surgieron hace unos 2.500 años. De acuerdo con un estudio de la Universidad de Tubinga (Alemania), nacieron entre los ríos Tapajós y Xingu, y cerca de la región de Santarém en el estado de Pará (Brasil).

Esta familia de lenguas se podían encontrar desde la desembocadura del Río de la Plata, entre Uruguay y Argentina, hasta la actual Guayana Francesa, según resume el hallazgo un artículo de Folha de São Paulo.

Fabrício Ferraz Gerardi, investigador brasilero que formó parte del estudio, contó al diario que la similitud entre las lenguas tupí-guaraní, a pesar de una distribución geográfica tan amplia, era comparable a la de las leguas románicas.

Si bien hay pocos estudios sobre las lenguas tupí-guaraní, hoy se sabe que hay 40 de ellas que se hablan y otras nueve que se extinguieron. El número de hablantes va desde menos de 100, como es el caso del amondawa y el juma, hasta seis millones en el caso del guaraní paraguayo. Solo algunas pocas de ellas han sido escritas. Las que llegaron a lo que hoy se conoce como el territorio argentino son el guaraní mbyá, el guaraní paraguayo, el kaiwá, el chiripá y el tapieté.

Para obtener estos resultados, los científicos hicieron uso de métodos genéticos y de biología molecular aplicadas a la evolución del lenguaje. También utilizaron listas de comparativas de vocabulario básico para comparar sus diferencias y similitudes en cada lengua.

Ferraz Gerardi contó en esta nota a La Nación de Paraguay: «Cuando los idiomas comparten palabras que se remontan a un ancestro común, no hay mutación en ese ‘gen'». Por ejemplo, las lenguas que se hablan en las regiones del sur de Brasil tienen una palabra relacionada con el guaraní, que es andai: en mbyá-guaraní (andai), en tapiete (andai) y en warazu (anai).

«Estos patrones lingüísticos indican que en un momento determinado del tiempo y del espacio se produjo una mutación: un grupo perdió la palabra original y la reemplazó con una palabra prestada de otro idioma o que existía dentro de su propio vocabulario», comentó el autor.

Pueden haber múltiples causas de las mutaciones. Una de ellas es el gran intercambio entre las poblaciones indígenas, ya que antes de la llegada de los colonizadores casi no había espacios sin habitar, por lo menos en Brasil, lo que generó el intercambio y apropiación de palabras entre comunidades.

Hoy, esto mismo sucede con extranjerismos como lo fue footballballet o paparazzi, explica Ferraz Gerardi a Folha. Otra causa es la transformación del sonido a lo largo del tiempo. Un ejemplo actual de ello es como de la palabra latina ego, descienden «yo» en español y eu en portugués.

Un ejemplo de las listas comparativas. El tupinambá pertenece a la familia lingüística guaraní-tupí mientras que las lenguas mawé y awetí se separaron de ella y se desarrollaron de forma diferente. Fuente: Universidad de Tubinga.

En efecto, los expertos construyeron un árbol genealógico para medir el ritmo de transformación de las lenguas a lo largo del tiempo. Tiago Tresoldi, coautor del estudio vinculado a la Universidad de Uppsala (Suecia), explicó que este tipo de árbol llamado «reloj relajado» tiene ramas que pueden evolucionar a ritmos muy diferentes.

Árbol genealógico con fechas de las lenguas tupí-guaraní, de las que anteriormente se separaron el awetí y el mawé. Fuente: Universidad de Tubinga.

Este contenido fue originalmente publicado en RED/ACCIÓN y se republica como parte del programa ‘Periodismo Humano’, una alianza por el periodismo de calidad entre RÍO NEGRO y RED/ACCIÓN



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