Un investigador argentino participó de un estudio sobre aves fósiles encontradas en grietas de Brasil

Un artículo publicado por investigadores brasileros y un especialista en aves de La Pampa reveló una importante diversidad de restos fósiles del Cuaternario Tardío en el Estado de Rio Grande do Norte en Brasil.

Un artículo publicado por investigadores de Brasil y Argentina reveló el hallazgo de una importante diversidad de aves que vivieron hace unos 35 mil años en el Estado de Rio Grande do Norte, Brasil, durante momentos previos al «Último Máximo Glacial», el período de tiempo más frío de los últimos 200 mil años.

Los restos fósiles recuperados provienen de dos fisuras kársticas (grietas en rocas carbonáticas), conocidas como “Ravina das Araras” y “Ravina do Leon”, ubicadas en la región de Lajedo de Soledade en el noreste brasilero, un área mundialmente reconocida por el arte rupestre asociado a estas grietas.

Las excavaciones realizadas dieron con una amplia diversidad de mamíferos, anfibios, reptiles y aves -vertebrados que, por la fragilidad de sus huesos, suelen ser menos abundantes en el registro fósil-.

El análisis posterior permitió identificar que esta comunidad aviana comprendía, al menos, nueve linajes de aves, incluyendo jotes, cóndores, aguiluchos, palomas, loros, inambúes y patos. También había restos de un cóndor extinto denominado «Pleistovultur nevesi», encontrado en 2008 en cuevas de la región de Minas Gerais. El nuevo estudio obtuvo las primeras dataciones directas de este cóndor extinto y un análisis isotópico de su dieta, que dio cuenta de que este gran carroñero, con un peso estimado de 11.2 kilos, se alimentaba de animales que vivían en áreas abiertas del norte de Brasil, entre 34.700 y 37.000 años atrás, durante el Pleistoceno tardío.

Según explicaron los especialistas, el estudio comparativo de otras aves de similar edad halladas previamente en Brasil condujo también a resultados no esperados como la identificación de los primeros restos de fororrácidos (o “aves del terror”) conocidos en el Pleistoceno de ese país, un particular grupo de grandes aves predadoras hoy totalmente extintas.

La región de Lajedo de Soledade en el noreste brasilero es un área mundialmente reconocida por el arte rupestre. Foto: gentileza

El investigador pampeano Marcos Cenizo, abocado a la paleornitología (disciplina que estudia a las aves desde una perspectiva histórica) fue el único argentino que colaboró del estudio.

“Fui invitado por colegas de la Universidad del Estado de Río de Janeiro a participar del trabajo, lo cual fue muy motivador ya que me permitió profundizar en la comprensión de las comunidades de aves actuales y pasadas de esa región de Brasil, y así aproximarnos a entender cómo impactaron los cambios climáticos en ellas durante los últimos miles de años”, detalló Cenizo, del Centro de Ciencias Naturales, Ambientales y Antropológicas de la Fundación Azara y la Universidad Maimónides. Añadió que «el objetivo fundamental es ampliar el cuerpo de conocimientos actual que necesitamos para enfrentar la actual crisis de biodiversidad que afecta nuestros tiempos«.

Aseguró que el trabajo no se limita a la mera descripción de los organismos pasados sino que intentan entender cómo «se organizaban ecológicamente, cómo se distribuían y evolucionaban en el espacio y en el tiempo». Dijo que esta perspectiva de investigación llamada Paleobiología de la Conservación intenta «brindar un marco de referencia para comprender la evolución y ecología de las especies, comunidades y ecosistemas del pasado, con el fin de enfrentar los desafíos actuales«. «Así como un ser humano no puede ser explicado partiendo solo de su condición actual, no creo que sea del todo posible mitigar los problemas actuales de extinción si no comprendemos la historia de los organismos afectados», acotó el investigador.

En esta oportunidad, las aves fósiles de Lajedo de Soledade abren una ventana para observar cómo era hace 35 mil años el área que ocupa el actual bioma de la “Caatinga” brasilera, hoy una ecorregión de matorrales semiáridos y única en el mundo, en el noreste de Brasil. “Las comunidades de aves fósiles halladas nos indican un hábitat similar al actual, aunque la presencia de ciertas aves y reptiles indica que posiblemente fue algo más húmedo en ese momento previo al Último Máximo Glacial”, puntualizó.

Consideró que posiblemente, la baja densidad y diversidad de mamíferos de gran tamaño -que, al menos desde hace unos 12 o 11 mil años caracteriza las tierras bajas sudamericanas- explique la ausencia actual de grandes cóndores. «Este escenario actual contrasta con el Pleistoceno, cuando los ecosistemas sudamericanos fueron más abiertos con el desarrollo de amplias sabanas que propiciaron sustento a una enorme diversidad de mamíferos de gran porte, incluyendo mastodontes, numerosas especies de perezosos gigantes, gliptodontes y otros armadillos gigantes, caballos y grandes ciervos», dijo.

El investigador pampeano Marcos Cenizo, está abocado a la paleornitología. Foto: gentileza

Cenizo recalcó que la desaparición de los grandes cóndores en las tierras bajas de América del Sur «parece, casi de forma intuitiva, correlacionarse con la extinción de los megamamíferos que les servirían de sustento«. «Esta crisis de extinción afectó de forma generalizada las redes tróficas a finales del Pleistoceno, incluyendo, los grandes carroñeros y carnívoros como los tigres dientes de sable, lobos y osos sudamericanos, pero posiblemente también a otros vertebrados más pequeños y, especialmente, la flora, aspectos hasta ahora poco conocidos del impacto de este singular evento», subrayó.

«Todo esto nos lleva a preguntamos, ¿qué hace que los grandes cóndores andinos hayan superado esta situación y aún continúen con nosotros? Por otro lado, pone en valor los esfuerzos actuales por conservar estas icónicas y maravillosas aves, sobrevivientes de la gran extinción, hoy gravemente amenazadas por las actividades humanas«.


Un artículo publicado por investigadores de Brasil y Argentina reveló el hallazgo de una importante diversidad de aves que vivieron hace unos 35 mil años en el Estado de Rio Grande do Norte, Brasil, durante momentos previos al "Último Máximo Glacial", el período de tiempo más frío de los últimos 200 mil años.

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