Un refugio donde no hay edad para aprender del mundo de las letras

En el norte de Roca hay una escuela que ofrece alegría a los estudiantes adultos. Allí no solo se enseña a leer y escribir sino que es un lugar de contención para muchos.

En las aulas de la primaria de adultos del Centro de Exalumnos de Don Bosco ubicado en el norte de Roca, se escuchan muchas risas y otras ocasiones se los ve concentrados a los estudiantes que tienen entre 45 y 70 años esforzándose por aprender a leer o escribir.

Allí no solo buscan obtener su certificado de séptimo grado, sino que varios que viven duras realidades encuentran contención en la escuela gracias a la motivación de los maestros y el compañerismo.

“Mi ilusión es aprender porque llegan papeles a la casa y uno no sabe que está firmando, estoy contenta con las maestras que me han tocado, son muy alegres”, expresó Flor María Gutiérrez.
La alumna de 60 años está orgullosa del avance que ha logrado. “No sabía nada, ni la letra a ni la b y aprendí hasta contar el dinero”, dijo emocionada.

A las 20 horas llegan a estudiar entusiasmadas para aprender a leer y escribir. Foto Andrés Maripe

En el caso de Delfina su médico le recomendó asistir luego de sufrir dos contagios de covid que le dejaron secuelas. “Estaba con ataques de ansiedad y no estudiaba porque me daba vergüenza”, contó.
Delfina recordó que sus hijos le regalaban tarjetas para el día de la madre, “ellos no sabían que yo no podía leerlas, pero me ponía contenta igual”, relató.
“Acá me tocó una maestra muy alegre, la seño Soledad, yo le digo hermanita, nos saca del encierro, en mi casa también me enseñan mis nietos y mis hijos, cosa que antes me daba vergüenza”, manifestó conmovida.

Miriam Sáez es otra estudiante que hace tres años asiste a la primaria. “De chica nunca fui a la escuela. Mis dos hijos me dijeron que viniera. Después falleció el mayor y caí en la depresión”, comentó nostálgica.
Su médico también le recomendó ir al colegio, “las maestras me animan y charlo con mis compañeras”, expresó.
“Mi nieto que va a la escuela está contento, me pregunta si vine y le muestro mi cuaderno, quiero terminar la primaria y si tengo la oportunidad voy a seguir”, aseguró.

El colegio tiene su huerta y el alumno Néstor López de 76 años todos los días se encarga de regar y cuidar las hortalizas. “Este año salieron buenos zapallos y morrones grandes. Tenemos también frutillas, un duraznero, la huerta la hacemos entre todos”, comentó.

Néstor además de estudiar, es el cuidador de la huerta que tiene la escuela.

Florencia Elvira está muy entusiasmada de asistir al Centro Don Bosco. “Quiero aprender a leer y escribir este año. No sabía sacar cuentas, ni contar la plata”, señaló.
“Mis hijos están contentos, mi esposo también. Yo decía que era grande para aprender, pero me animaron, por eso sigo adelante, voy bien, avancé un montón, la señorita nos acompaña mucho”, expresó.

Marta Amacio comenzó a estudiar antes de la pandemia pero por problemas de salud se le complicó y luego perdió a uno de sus hijos por el virus. “Necesito aprender para poder firmar documentos y organizarme con las boletas. Capaz viene uno y te hace vender tu casa”, mencionó.


El director Jaime Ulloa remarcó que la institución necesita que la Provincia reconozca la resolución 248 de 2010 y se haga cargo de los gastos de luz y agua.


Alicia es otra alumna que está con los estudiantes avanzados. “Me invitó una hermana religiosa, yo estaba depresiva, no quería venir. Ella me dijo que acá me iba a despejar. Conocí a las otras maestras, a mis compañeras y me siento tranquila”, relató.

Lucy hace cinco años que va a la escuela y desde el primer día se adaptó, “me gustó porque empezamos a hacer pinturas. Tengo dos hijas y les gusta lo que hago. Estamos planeando un viaje de estudios para este año”, contó entusiasmada.

El acompañamiento

La maestra Soledad Morgado, que es religiosa, hace dos años da clases en el centro y sostuvo que para enseñar al adulto “tenemos que pasar por el lado afectivo sino es muy difícil que aprendan. Ellos viven realidades muy duras, lo primero que necesitan es contención y desde ahí empezamos el trabajo de enseñar”, explicó.

“Muchas de ellos no tienen familia, la escuela es una parte importante, es su familia. Por eso también celebramos los cumpleaños”, contó.

La maestra explicó que dan talleres de pintura porque necesitan expresar sus sentimientos, “muchas estudiantes han perdido algún familiar por covid, tenemos cuatro que han perdido algún hijo y están transitando un duelo. Tratamos de acompañar esa parte afectiva, de motivarlos, para que puedan seguir adelante”, sostuvo.

El staff de maestros lo completan Gustavo González, María Bustos y Nélida Gómez.

Hay varios alumnos que se esfuerzan por terminar séptimo grado para inscribirse en los talleres.

En busca de un oficio

Algunos estudiantes se esfuerzan para el próximo año inscribirse en los talleres de oficio que ofrece el Centro Don Bosco y el requisito es tener el certificado de séptimo grado.

“Quise retomar mis estudios porque quiero poder hacer el taller de tapicería. Me siento a gusto porque pude conocer personas lindas, mis compañeros, me llevo bien con cada uno de ellos, con el profe Gustavo que enseña muy bien”, expresó Rebeca Mendoza.

La alumna apasionada por la pintura contó que sus hijos la motivaron para inscribirse en la escuela. “Ellos están contentos, toda mi familia me ha apoyado, desde mi esposo hasta mi nieto, me siento orgullosa de lo estoy haciendo”, expresó emocionada.

Mario Romano llegó al colegio para estudiar carpintería junto a su hijo pero como le pedían el certificado de séptimo el maestro Gustavo lo invitó a cursar. “Acá encontré un amigo. Todos son amigos, es buena gente”, sostuvo.

Los valores de la escuela que motivan a los estudiantes.

El docente Gustavo que imparte clases en sexto y séptimo grado destacó que la educación para adultos es muy emocionante. “Hay que ofrecer distintas alternativas, tenemos el proyecto de huertas, de pintura y estamos con un proyecto de cuidado del medio ambiente que vamos a llevar a adelante después”, anticipó.

“A veces nos dicen que están cansados y charlamos, descansamos, porque hay que contemplar situaciones de la vida, que venimos trabajando durante toda una jornada, no está bueno que la escuela sea un sacrificio sino dar oportunidades”, remarcó.


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