Un yacimiento de carbón reavivó un incendio subterráneo en El Bolsón
El sector forma parte de la cuenca carbonífera de Ñirihuau, a 70 kilómetros al sureste de Bariloche, la segunda más importante del país. Esos afloramientos de carbón en los bordes del río Blanco entraron en contacto con raíces de árboles calientes por el incendio de enero.
Días atrás, en medio de la ola polar que afectó a la región con temperaturas bajo cero y fuertes heladas, un llamado al Servicio de Prevención y Lucha contra incendios Forestales (Splif) alertó sobre la presencia de humo en el sector del cerro Dedo Gordo, en cercanías del Río Blanco, en El Bolsón.
Los brigadistas detectaron que se trataba de un «fuego de rescoldo subterráneo» que, aparentemente, persiste desde el incendio del 30 de enero en el área de Confluencia que arrasó con 3.835 hectáreas de bosques. En un primer momento, esa situación sorprendió, pero después algo llamó aún más la atención: el material en combustión es carbón mineral.
«La gente del Splif nos envió fotos y en una recorrida por el lugar, comprobamos que se trata de mantos de carbón«, explicó el geólogo Agustín Quesada, director del Geomuseo Eduardo Lucio en El Bolsón, perteneciente a la Fundación Cooperar. A la zona también concurrieron investigadores del Conicet.
Ese sector forma parte de la cuenca carbonífera de Ñirihuau, a 70 kilómetros al sureste de Bariloche, la segunda más importante del país, después del yacimiento de Río Turbio, en Santa Cruz. «Hay afloramientos de vetas de carbón en distintos sectores de la cordillera y en la precordillera», advirtió Quesada.
En este caso, los afloramientos de carbón en los bordes del río Blanco entraron en contacto con raíces de árboles calientes por el incendio que, sumado al aire que ingresa, generó que ardiera el mineral, manteniendo el fuego subterráneo: «Hay que aclarar que es un lugar puntual. No hay posibilidad de que el fuego subterráneo se haga extensivo. El carbón necesita aire, no puede arder solo por adentro de la tierra».
El geólogo insistió en que esta situación está acotada a la costa este del río Blanco y no forma parte de la zona conocida como Anprale (Área Natural Protegida Río Azul Lago Escondido).
«Esos mantos de carbón son conocidos tanto por los pobladores como por la literatura especializada geológica. No es un hallazgo nuevo de carbón. De todos modos, el caso genera interés científico porque hablamos de una cuenca carbonífera y hay carbón en distintos lugares. Esto nos permite comprender mejor la interacción del carbón mineral con los incendios», detalló el geólogo.
Al consultarle si la situación representa un riesgo, aclaró que «se emite vapor de agua y en algunos sectores se siente un olor fétido. En los carbones suele haber algo de azufre, de modo que es posible que haya bajas concentraciones de gases sulfurosos, pero no constituye un riesgo para la salud humana mientras siga estando acotado«.
El sitio puntual que está en la mira abarca unos 10 a 20 metros de extensión: «Emana gases, pero las posibilidades de que se extienda son mínimas».
De todos modos, subrayó la tarea del Splif enfriando ese sector y los monitoreos constantes con la mirada en la primavera y en el verano. «Tenemos que estar seguros de que eso esté extinguido. Afortunadamente se detectó ahora en invierno para poder trabajar en el enfriamiento de la zona previo a la estación seca», consideró.
Quesada mencionó casos similares en otros países. India, por ejemplo, es el tercer país productor de carbón en el mundo. En unas minas en la ciudad de Jharia, al noreste, un incendio subterráneo arde desde hace más 100 años.
«Tenemos que estudiar el alcance que pueda tener»
Una vez extinguido el incendio en El Bolsón en febrero pasado, la Secretaría de Energía y Ambiente de Río Negro convocó a técnicos e investigadores del Conicet Patagonia Norte para realizar un diagnóstico y brindar asistencia técnica en restauración en la zona quemada.
«En ese marco, estábamos haciendo los estudios preliminares de Anprale cuando nos notificaron respecto a una columna de humo. Desde el incendio, hay un gran déficit hídrico. Nos llamó la atención que el índice de Disponibilidad de Combustible en el Suelo, el factor que determina el comportamiento de incendios, estaba tan alto esta semana como en el momento del incendio«, indicó el biólogo Javier Grosfeld, técnico del Centro Científico Tecnológico (CCT) Conicet Patagonia Norte. Por eso, en un primer momento, pensaron que el foco correspondería a materia orgánica.
Un equipo del Instituto Andino Patagónico de Tecnologías Biológicas y Geoambientales (Ipatec), concurrió al lugar y comprobó emanaciones gaseosas en el foco caliente. «No se estaba quemando la materia orgánica del suelo sino que venía de la roca madre. Pero como el suelo está tan inestable, no se puede hacer un perfilado para saber de dónde viene. Algo se está quemando, pero no sabemos qué es», planteó Grosfeld.
De modo que se tomaron muestras de la roca y el sustrato a fin de analizarlos y se sugirieron estrategias a la Secretaría de Ambiente para estudiar el problema. «No sabemos el alcance que pueda tener. Hay gases, pero para poder determinar qué se está quemando hay que colectarlos con unos aparatos especiales y enviarlos a un instituto en Buenos Aires«, advirtió el investigador del Conicet.
El antecedente de la explotación a mediados de siglo
Según los registros, el sector más importante de la cuenca de Ñirihuau es la Mina Pico Quemado, que fue explotada entre 1940 y 1950 por la empresa estatal de minería YCF, que realizó aproximadamente 3.800 metros de labores subterráneas y más de 1.000 metros de perforaciones.
En la zona se han detectado yacimientos de carbón se extiende a lo largo de aproximadamente 22 kilómetros. Sin embargo, se identificaron sectores de menor importancia en toda la cuenca de Ñirihuau.
«El carbón en lugares como Mina Pico Quemado debe tener varias condiciones. Esta zona fue relevada hace añares y la mina funcionó varios años, pero se abandonó porque no tenía un interés económico. Hoy, en el estándar actual, tampoco lo tiene, al menos en esta zona», señaló Quesada.
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