Una de las primeras bibliotecas de la región cumple 96 años

Se trata de la Biblioteca Popular Sarmiento, ubicada en el Centro Cívico de Bariloche. Nació en los pasillos de la primera escuela primaria de la ciudad.

En los últimos cuatro años, la gente volvió a acudir a la Biblioteca Sarmiento en busca de libros para retirar. Pero mucho más, para usar la sala de lectura.

La bibliotecaria jubilada Julia Vives habla de una “asombrosa mutación” en el último tiempo. Allá por la década del 80 y 90, al no haber internet, las enciclopedias y los libros eran claves para resolver consignas de estudio y conocimiento. Con la llegada de internet a los hogares, después del 2000, la biblioteca asistió a una especie de parate.

“Fue un momento de quiebre, pero desde hace 4 o 5 años hay una vuelta a la biblioteca. Estamos asombrados porque no paramos de hacer socios. Se trata de gente joven que viene, pide libros, se sienta y lee. A veces, piden los libros por el día y después, piden que se los reservemos también para el día siguiente”, indicó Vives y agregó que también muchos padres concurren con sus hijos. “Sucede que los libros están muy caros. Tenemos gran cantidad de novelas y cuentos de todas las temáticas y eso resulta interesante”.

La Biblioteca Popular Sarmiento, una de las primeras bibliotecas populares en la región patagónica, acaba de cumplir 96 años. Su fundación fue el 21 de marzo de 1928.

En un primer momento, comenzó a funcionar en uno de los pasillos de la escuela 16, el primer colegio primario de Bariloche, por iniciativa de la entonces directora de la institución, Nelly Frey de Neumeyer. Junto a los padres que integraban la asociación cooperadora, se conformó la comisión directiva de la biblioteca popular.

Luego de funcionar en la escuela 16, la biblioteca se trasladó al Centro Cívico. Foto: Chino Leiva

Con el tiempo, fue reuniendo más y más libros y el espacio quedó pequeño. La asociación civil obtuvo un terreno para la construcción del edificio en la plaza de la Catedral donde aun permanece la piedra fundacional. Pero ya en ese momento, Parques Nacionales proyectaba construir la Catedral; por eso, a través de una resolución gestionó la cesión de ese espacio a cambio de otro de 980 metros cuadrados, ubicado en lo que más adelante sería el Centro Cívico.

El arquitecto Ernesto de Estrada, diseñador del proyecto del Centro Cívico, gestionó la madera de la Isla Victoria para la biblioteca, estuvo a cargo del diseño de todos los muebles y solicitó la colaboración a los carpinteros de Parques.

Recién en 1940, cuando se inaugura el Centro Cívico, la Biblioteca Sarmiento pudo ubicar sus poquísimos libros en las estanterías de la sala de lectura actual”, indicó Vives, autora del libro “Memorias, libros e historias”, junto a Laura Méndez.

Después de un parate de varios años, hoy los socios vuelven a copar la sala de lectura de la biblioteca.

Hay pocos registros de la cantidad de libros con los que arrancó la biblioteca. Las autoras del libro se basan en las actas de la comisión directiva que comenzaron a redactarse luego de la fundación. En un primer momento, se hablaba de 1.500 libros; hoy la institución cuenta con una colección de 45 mil libros aunque, aclaró Vives, no es fija ya que siempre faltan libros que sacan los socios o que no devuelven.

“El dinamismo es constante. Se agregan y se sacan libros. A la vez, se produce un descarte natural de libros ya sea porque están rotos o viejos. Se requiere preservar el espacio. El Centro Cívico es un monumento histórico nacional y hay que mantener el estilo del edificio, sin deteriorarlo. Si no tuviéramos problemas para agrandar la biblioteca, probablemente, no descartaríamos nada”, dijo.

Explicó que la colección de libros procede, por un lado, de los subsidios que otorga la Conabip (Comisión Nacional Protectora de Bibliotecas Populares); mientras que un 80% corresponde a donaciones de socios y vecinos. “Nos llenan de libros afortunadamente. Pero a veces, no son los libros que necesita la biblioteca. Entonces, fundamos la Regaloteca, un espacio en el hall de entrada, a donde van parar aquellos libros que, por algún motivo (o ya los tenemos o no tienen nada que ver con la temática de la biblioteca). La gente se los lleva de regalo”, contó.

Vives consideró que la ubicación de la Biblioteca Sarmiento en el Centro Cívico, donde estaban representadas las instituciones más importantes de la comunidad, no fue menor: “Implicaba darle un lugar de privilegio. Era una revalorización de su rol cultural como proyección de la cultura regional. En esos años, principios del siglo XX, la presencia de la cultura argentina era fuerte en la zona porque se acababa de resolver el problema limítrofe con Chile. Entonces, la presencia de bibliotecas, escuelas e instituciones eran importantes para afianzar la argentinidad, la soberanía en la zona de frontera”.

Actualmente, la biblioteca cuenta con 2.156 socios activos (quienes pagan la cuota mensual). La institución no dispone de un presupuesto mensual y depende exclusivamente de la cuota de los socios, de los ingresos que percibe a partir del espacio teatral y el alquiler del espacio para cursos y talleres. Las autoridades indicaron que hay fondos comprometidos por el Municipio y la Provincia, pero “hay que andar peleando para que se efectúen”.

Luego de funcionar en la escuela 16, la biblioteca se trasladó al Centro Cívico. Foto: Chino Leiva

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