Sometidos al destierro

Carta de Lector

Por Carta de lector

Quisiera que alguien me ayudara a entender… Soy graduada en Historia, vale decir que a lo largo de toda mi carrera caminé sobre los hechos más sobresalientes de la humanidad, y pude apreciar desde lo más deleznable hasta lo más maravilloso de las sucesivas civilizaciones. Y pude sentirme parte de lo mejor y horrorizada por lo más condenable. Y desde mi espíritu aplaudí toda forma de defensa de la vida y los derechos y desde ese mismo espíritu condené toda forma de cercenamiento, sean cuales fueran los causantes y pertenecieran a la “política” que pertenecieran.

Es por eso que necesito que alguien me ayude a entender cómo, en pleno siglo XXI, ¡hoy!, alrededor de cuatro mil personas de todas las edades, argentinas, formoseñas, están sometidas desde hace casi ocho meses al “destierro” de su propia tierra, a escasos kilómetros de sus casas, de las que son dueños; comprobados no contagiados; reptando en un monte lleno de todo tipo de alimañas; haciendo uso del agua del Bermejo, barro y carroñas; sin víveres, sin techo, sin ayuda. Días y noches interminables, niños que no comprenden y grandes y viejos que tampoco logran entender a un gobierno que es el del lugar de donde ellos proceden, donde son vecinos, adonde hicieron sus casas y pagan sus impuestos; presos de un gobernador “eternizado” y hasta ponderado por los propios. Honor al mérito, ¿será? Y el Chaco, ¿qué hace? No hace falta pensar mucho para darse cuenta de la miserable telaraña que nos va envolviendo.

¿Qué nos pasa a los argentinos que no reaccionamos ante un hecho tan aberrante? ¿Qué les pasa a esos gobernantes locales, regionales y nacionales que no ponen freno a semejante inequidad y se prestan a convalidar una situación que debería avergonzarnos a cada uno de nosotros, sus congéneres, sufrientes -hoy preocupan más las vacas “sintientes”-? ¿Es la Argentina “el mundo del revés”?

¿Y por qué a los medios informativos -salvo alguno- y a nadie parece importarles la condena a la que se está sometiendo a esos compatriotas?

¿Hasta dónde debe preocuparnos este avance sobre los derechos del hombre, sobre los derechos del niño, del anciano, de los que nos llenamos la boca? Y hasta teniendo que escuchar discursos enfervorizados de aquellos sectores que para defender lo indefendible siempre tienen un micrófono a mano…

Organismos de derechos humanos, ¡salud! Ejecutivos, legisladores, ministros, secretarios de secretarios de secretarios, iglesias, asociaciones… Y así la pirámide de “dueños” de nuestras vidas crece y crece y nos encuentra inermes, viviendo una realidad que no le desearía ni a mi peor enemigo, si lo tuviera.

¿Es esta la Argentina que nos merecemos? ¿Por esto trabajaron nuestros abuelos, nuestros padres, mi generación y ahora, abriéndose paso trabajosamente, intentan hacerlo nuestros hijos?

Son preguntas que se clavan en nuestras mentes y nuestros corazones, sobre todo porque no tenemos las respuestas que necesitamos.

Prof. Marta I. Verdenelli

DNI 3.860.435

Neuquén


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