Un símbolo de Pehuenia

José Puel fue testigo y protagonista de los cambios en la villa. Hijo de crianceros, fue lonco de los Puel y hoy es el referente del vivero.

El personaje

José Miguel Puel nació hace 58 años en la angostura de los lagos Aluminé y Moquehue, integrante de una numerosa familia de quince miembros. Hoy pasa los días trabajando en el vivero provincial que lleva el nombre de uno de sus trece hermanos, Luis Alberto Puel.

José creció entre araucarias, cerca del lago. Bajo la mirada del volcán Batea Mahuida, pasaron los años y formó su propia familia. El referente del vivero de la Villa es padre de cinco hijos y abuelo de cuatro nietas, todos viven en Pehuenia y disfrutan de las bondades de la naturaleza.

Puel recuerda aquellos viejos tiempos y no tarda en descubrir lo diferente que es la vida por estos días. “Mi padre era criancero, tenía bueyes y durante el verano se los alquilaba a los aserraderos para maderear. En tres meses alquilaba todo, con los yugos, las cadenas y con lo que ganaba pasábamos el invierno. Era difícil vivir acá antes, hoy tenemos rutas, está Vialidad y podemos trabajar todo el año”, afirma con su ritmo tranquilo y con pausas que dejan al descubierto la sabiduría de un hombre que fue lonco de la comunidad Puel durante muchos años.

El vivero provincial, según muchos, fue la primera fuente de trabajo que tuvieron los que durante la década del 60 habitaban este lugar. José Miguel llega a diario a cumplir las tareas que aprendió junto a su hermano Luis Alberto, iniciador del vivero.

Los Puel conocen como nadie a los arboles milenarios y sagrados. “Mis padres me contaban que ellos le tenían mucho respeto a las araucarias, ya que nos dan su fruto sagrado, el piñón, que sirvió como fuente de alimento en épocas donde escaseaba la comida”.

La comunidad Puel hace 13 años puso en funcionamiento el centro de esquí en el Cerro Batea Mahuida. “No fue fácil para la comunidad, fueron muchos debates entre los integrantes, estábamos a favor, pero siempre con la condición que lo manejen los jóvenes de la comunidad. El propósito de nuestra directiva era ver que el centro de esquí sea útil para todos. Abel Balda fue una de las personas que más me ayudó y asesoró”, cuenta con orgullo al ver que hoy el “Batea” sigue recibiendo turistas y dando trabajo a los jóvenes de su comunidad.


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