«Añelo, a despertar»

En un mismo cuerpo entran la rabia piramidal, el rol sin derechos, el silencio con mucho que decir… y sin embargo no estalla. Entran el hollín, la humedad, el canto de la dura queja ajena, el pecho por la culpa más cercana; entra el respeto con mucho para faltarlo… y así y todo no estalla.

Entra el recuerdo diario de instantes de ese último momento, de las canciones compartidas y los candados abollados, de las caminatas realizadas… y así todo, apretado, aún no estalla.

En el mismo cuerpo, digo, planeta del Principito, entra lo publicitario y me quema el sueño. Entran miles de abrazos de madrugada, que no reparan en estaciones, temperaturas ni mucho menos en la escena del sueño que aún está girando y se llama «democracia».

Lo mismo le da al comienzo, en el nudo o al telón. Y empero una mano suave lo detiene hasta la próxima y no estalla, nada nuevo bajo el sol se reclama.

Ah… en la cabeza del mismo cuerpo entran «perocómopuedeser», cuando no «clarosinosepuederetrocedereltiempo» a aquella noche sagrada en que sólo algunos gritamos: «¡Lealtad!». Y aún hoy, lunes, no estalla. Este cuerpo marca récords: no figura para nadie. Este cuerpo no es famoso pero es solo, único.

«Como vos sos conmigo -siempre repetía-, lo demás es sólo lo demás». «Pero quizá también los haya por cientos, por todos lados -pensé-, como yo, como vos, mudos del dolor».

¡Cuídense, que cuando estallen estarán todos juntos! El tuyo y el mío, justamente.

Lo hicieron un domingo y fue con frío. Lo volverán a hacer. Serán los días soleados… será el gran despertar (¡!).

Claudio Zingoni, DNI 16.681.370

claudiozingoni@gmail.com

Añelo


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