ricardo la sala

Yo estuve ahí

8/5/78

Ensayo en la nueva Casa de la Cultura.

Ricardo La Sala

El testimonio de Ricardo La Sala: “Me acuerdo bien de este día: montábamos ‘La isla desierta’, de Roberto Arlt, en el escenario de una Casa de la Cultura que se estaba terminando de armar: ensayábamos mientras el petiso Barrera atornillaba butacas al piso en la Sala II. Éramos un grupo de jóvenes que hacía teatro vocacional y limpiábamos, barríamos, pintábamos, le poníamos el lomo. A mi me tiraba más la música, pero iba a teatro porque en ese grupo estaba mi novia… y quería estar con y cerca de ella: Miriam López, hoy mi mujer. Está en la foto. También veo a Adriana, su hermana. Y a Poly Bontas, Gerardo Larrubia, Jorge y Bety Chiesa y muchos más… Te diría que más que un ámbito de expresión cultural era un centro de reunión de militancia social. Eran épocas duras, plena dictadura militar. Y aunque no teníamos una exacta dimensión de lo que pasaba en las grandes ciudades, en el interior ya se empezaba a hablar y a sufrir esta situación en carne propia. Tal el caso de mi familia, ya que mi tío Fale La Sala, un militante intelectual de izquierda, había sido encarcelado por la Triple A en Devoto y después trasladado a La Plata, donde murió luego de ser torturado. En el 75 fui a visitarlo a Devoto: ese año me había instalado en Buenos Aires para estudiar Medicina. Tiempos terribles aquellos, sobre todo para un chico de 17 años del interior medio verde. En la facultad te daban una tarjeta de la Side perforada con todos tus datos que era obligatorio llevar y mostrar y te palpaban de armas. Eso me estaba asfixiando. Barrotes de por medio, le conté a mi tío que me iba a volver a Roca. Me respondió que no olvidara que Roca también era parte del país, que lo que pasaba en Buenos Aires no iba a tardar en llegar. Y lamentablemente tuvo razón. Fue la última vez que hablé con él. Por entonces los 1.200 km entre ambas ciudades eran mucho más distancia que la actual: no había cable, ni celular, ni internet, ni coche cama (“doble camello” El Valle y gracias). Después vino el Mundial del 78 y los espejitos de colores, la paradoja de esa Argentina en la que disfruté como la mayoría de los partidos, las victorias, la llegada de la tevé color, la pantalla gigante del cine Roca, salir a festejar cada triunfo y la copa con banderas a la calle. Pero dejame volver a la foto, porque quería decirte que teníamos 18, 20 años y no habíamos hecho cursos, sólo teníamos las ganas de juntarnos y dar rienda suelta a nuestra juventud… y hormonas, aunque quienes estaban al frente de Casa de la Cultura, el caso de Tilo Rajneri, Carlitos Cordi, Mario Álvarez, Carlos Zárraga, entre otros, traían directores muy importantes como Roberto Cossa, Eugenio Filipelli o Rodríguez Muñoz… ¡Y esos tipos nos dirigían a nosotros! Era algo espectacular. La obra que más disfruté fue ‘La vuelta manzana’, de Hugo Midón, que también nos dirigió, un hermoso recuerdo”.


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