Tips para alimentarse bien en la tercera edad

Lo que comemos juega un rol fundamental en la productividad y la calidad de vida en la vejez. Aún cuando es importante tener indicaciones individualizadas, aquí compartimos una serie de recomendaciones válidas para todos.

Gabriela Zabalza
Lic. en Nutrición MP 353 – ISAK II

El envejecimiento es un proceso gradual en el cual se producen modificaciones fisiológicas por el simple paso del tiempo y ocurren cambios importantes en todos los órganos y sistemas (morfológico, funcional, psicológico, social). 


La OMS (Organización Mundial de la Salud) nos habla de “envejecimiento activo” como un concepto que señala la importancia de “optimizar las oportunidades de bienestar físico, social y mental de las personas a lo largo de su vida, con objeto de ampliar la esperanza de vida saludable, la productividad y la calidad de vida en la vejez”. Y en este sentido la alimentación juega un rol de alto impacto.


Cuando hablamos o leemos sobre nutrición, debemos tener presente que toda indicación debe ser individualizada, según la situación clínica de cada persona, en consultorio con un especialista. Recordando esta premisa, pasamos a listar puntos importantes:


Hidratación: importante vigilar el consumo de agua durante el día ya que la sensación de sed suele estar disminuida en tercera edad. No esperar a “tener sed” para tomar agua y recordar que el agua la se obtiene también de frutas, verduras, licuados, sopas, infusiones (incluso mate) y otras bebidas.
– Variedad y adecuación: incluir alimentos naturales nos asegura seguir aportando los nutrientes que el cuerpo necesita (pescados, vegetales varios, huevos, cereales integrales, carnes magras, frutas, cuentan dentro de lo que llamamos “alimentos protectores”). Será necesario, en algunos casos, adaptar las formas de cocción o preparación según intolerancias y/o funciones del sistema digestivo (capacidad para masticar, tragar, digerir, absorber, eliminar residuos).


– Aporte de fibras: las encontramos en frutas, verduras u hortalizas, harinas o granos integrales. Son importantes para evitar afecciones comunes como el estreñimiento o la diverticulosis o para ayudar en el tratamiento de enfermedades metabólicas como Diabetes o Dislipemias. Si al consumirlas generan distensión abdominal (molestias intestinales o inflamación) sugiero consultar a un especialista antes de erradicarlas.


– Sabor: la disminución del sentido del gusto puede conducir a un agregado extra de sal a los alimentos ya listos. Este hábito innecesario podría ser incluso peligroso en personas con factores de riesgo cardiovascular o hipertensión. Para lograr realzar los sabores sin recurrir a la sal, serán buenas aliadas las especias aromáticas como albahaca, tomillo, orégano, nuez moscada, cúrcuma, comino, laurel, perejil, ciboulette, etc.

– Peso corporal: si notasen una pérdida pronunciada de peso en un corto período de tiempo, es importante consultar con su médico de cabecera para descartar deshidratación u otros cuadros que podrían estar afectando su salud general.


Y mientras la cuarentena nos mantenga a la distancia, intentemos ayudar a nuestros adultos mayores con la compra del supermercado, el envío de algún plato listo o la cercanía de un llamado telefónico. Sentirse en compañía también es un “factor de alto impacto” para permanecer nutridos y cuidar nuestra salud. 


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