Tomás Espina en el MNBA Neuquén: equilibrio entre el delirio y la razón

“Fiebre y geometría”, inaugurada el viernes pasado, es una antología de trabajos realizados por el artista plástico desde el 2010 a la actualidad. En esta entrevista, cuenta cómo fue armada la muestra, entre otros temas.

Clásico, sucio, elegante, iracundo, violento, político. Todo eso y más dijeron del artista plástico Tomás Espina. Todo eso y más también dice Tomás Espina de sí mismo. “¡Que me definan otros!”, sostiene. Y eso es lo que los otros dicen cuando observan su obra tan ecléctica como impactante y que puede verse, buena parte de ella, en la muestra “Fiebre y geometría”, inaugurada el viernes pasado en el Museo Nacional de Bellas Artes Neuquén.

“Habitación quemada” (2009). Ganadora del premio ArteBA-Petrobras y donada al MNBA Neuquén.

Se trata de una antología de su obra desde 2010 a la actualidad, que incluye una serie de trabajos en acuarelas y en carbonilla, maquetas, otra serie de trabajos hechos en cerámica, una instalación, “La Habitación Quemada”, donada en su momento por ArteBA y que forma parte del acervo del Museo neuquino, y un cuadro trabajado con pólvora.
Este último trabajo, que en rigor de verdad es de 2009, forma parte de la etapa más conocida del artista, cuando utilizó la pólvora como material principal de sus obras. Tanto como que pasó a ser conocido como “el artista que trabaja con pólvora”. Esto, muy a pesar del propio artista, quien la abandonó, entre otras razones, para dejar de ser “ese artista”.
Unas horas antes de la inauguración de la muestra, el viernes pasado, Espina atendió a “Río Negro” para hablar de las claves de la curaduría de esta antología, de su obra y de su condición de artista.

Programada originalmente para 2017, Espina “El museo me invitó a hacer lo que yo quisiera”, así empezó la cosa. La muestra tuvo tres postergaciones hasta llegar finalmente al viernes 22 de marzo reciente. No ahora, pero sí entonces “estaba en un bloqueo creativo y de producción absolutos”, confiesa.
“Cuando me invitan convoco a Jimena Ferreiro, que es una amiga con ya había trabajado en la curaduría de otros proyectos, aunque era la primera vez que lo hacíamos directamente en una muestra mía individual. Empezamos a pensar qué queríamos mostrar, cuál era el recorrido en relación al espacio que nos ofrecía este museo, que es gigantesco. Era todo un desafío, yo nunca había hecho una muestra de estas dimensiones y abarcando tantos trabajos y tanto tiempo”.

Esta muestra tiene que ver con el universo de las pasiones, con el ser social que sería la geometría, la racionalidad, la negociación. Un recorrido desde el infierno interior al infierno exterior”.

Tomás Espina

Qué mostrar fue la pregunta que ambos se hicieron ante una vastísima y sumamente heterogénea obra. “Empezamos a trabajar en relación a una maqueta y ver cuáles eran los trabajamos que me gustaría mostrar y hacer también una suerte de hilo conductor”.
Buscar cual sería la unión entre todas las obras fue el principal desafío “porque hay una serie de acuarelas que dan un tono más intimista al trabajo. Muestro el proyecto bocetos que hice para hacer el puente sobre el monumento a Roca en Bariloche, está la maqueta del puente, los dibujos y textos que dan cuenta de cómo llegué a esa idea del puente. Está ‘Habitación quemada’, que es parte del acervo del MNBA Neuquén, una serie de cabezas de cerámica que se llama ‘Haití’. Empezamos a ver qué vínculos había entre todas estas piezas. Si bien, a nivel conceptual, visual y estético son muy disímiles nos dimos cuenta que había una constante que tiene que ver con el título de la muestra que es ‘Fiebre y geometría’. Tiene que ver con el universo de las pasiones, con el ser social que sería la geometría, la racionalidad, la negociación. Un recorrido desde el infierno interior al infierno exterior”.

“La gran nube” (2009), hecha con pólvora sobre tela.

P- ¿Por qué a partir de 2010? Por qué hiciste el corte en esa fecha?
R-Hay tres factores. Uno, es que la colección del MNBANeuquén tiene una obra de 2009 y me pareció interesante mostrar lo que hice a partir de esa obra. Otro factor es porque en 2010 publiqué un libro donde mostré todo mi trabajo desde 2001 a 2010 y que estaba signado por el uso de un material en particular que es la pólvora. En esa década me convertí en ‘el artista que trabaja con pólvora’. Y para mi ser un artista que está vinculado a un material siempre me pareció muy reduccionista. También es cierto que me tenía que hacer cargo porque yo había trabajado básicamente con ese material.

P- Es muy difícil no relacionarte así porque no es un material muy convencional para el arte plástico.
R- ¡Exactamente! Y porque no es lo mismo decir el artista que trabaja con pólvora que el artista que trabaja con lana (risas). Tiene una connotación social y cultura diferente la pólvora, denota una violencia, un riesgo, una fascinación por el fuego. Al dejar de trabajar con la pólvora me di cuenta que en verdad lo que me interesaba de ese material era esas connotaciones que tenía y que podía desarrollarlas de otro modo.

P-Y de algún modo tu interés artístico deja de estar relacionado con ese material, más allá de la idea de quedar fijado a él. ¿Qué cambios de interese hubo?
R- Por un lado, me pasó que empecé a trabajar con otros artistas. Las cerámicas están hechas con Paulo García, un artista amigo de Córdoba. Eso también me ayudó a ver desde otra perspectiva mi trabajo. Después, obligarme a volver a dibujar, regresar a lo más primitivo que es agarrar una carbonilla y dibujar. Me sirvió para encontrar una imagen que no estuviera relacionada con un material. Cuando uno ve carbonilla no piensa en el material, es como cuando uno ve óleo, nadie dice este artista que trabaja con óleo. A mi, lo que me empezó a molestar fue que podía hacer cualquier cosa con pólvora y no importaba. La pólvora no dejaba ver mi obra

P:- ¡Que la pólvora no tape la muestra!
R-¡Exacto!

P- ¿Cómo definirías, si es que hay una definición o la tenés o te interesa tenerla, tu obra?
R- Preferiría no definirme. Recuerdo una entrevista que una vez le hicieron a Paul McCartney, muy jovencito aún, que le preguntaron qué música hacía con Los Beatles y el decía simplemente ‘hacemos música y que definan otros’. Yo digo que hago arte visual, que soy dibujante, y que me definan otros.

P- ¿Y cómo te han definido?
R- Me han dicho que soy un artista clásico porque volví a medios tradicionales como la cerámica, la acuarela, la carbonilla. Me han dicho que soy un artista sucio porque siempre está el polvo, el tizne. También que soy un artista elegante porque siempre termina siendo todo muy prolijo a pesar de la suciedad. También me dijeron que soy un artista iracundo, violento, que soy político.

P- ¿Y estás de acuerdo con alguna de esas definiciones?
R- ¡Con todas! Con todas y con ninguna (risas).

P- ¿Claves para recorrer la muestra?
R- Que lean los textos, se detengan, se dejen llevar y dejen el celular en el bolsillo.


“Traffic”, una instalación icónica

En julio de 2017, Tomás Espina presenta en el Espacio de Arte de la AMIA una serie escultórica que conforma un abecedario, realizado con las partes de una camioneta Trafic similar a la utilizada para perpetrar el atentado terrorista de 1994, conformando una suerte de esténcil casi inútil con el que evidenció la imposibilidad del lenguaje para expresar el dolor.


Biografía breve: ¿quién es Tomás Espina?

Tomás Espina nació en Buenos Aires en 1975. Se inició en la técnica del grabado y la gráfica tradicional. Sus obras, sean intervenciones, acciones, videos, dibujos o pinturas, pueden leerse como influidas de tradiciones tales como el romanticismo negro, el expresionismo alemán, la obra de Goya, Brueguel el viejo, la iconografía alquimista y algunos experimentos de las vanguardias históricas. Vive y trabaja en buenos Aires.


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