Trascienden detalles del juicio contra el boxeador de Rincón condenado por abuso

Hubo ausencia de perspectiva de género al abordar el caso. El interrogatorio a la víctima llegó al límite del maltrato. De las gravísimas imputaciones, la parte acusadora solamente logró probar una.

Seis meses más de prisión preventiva deberá cumplir Ademar Orlando Marangel, el boxeador aficionado de Rincón de los Sauces declarado responsable de abuso sexual por un jurado popular. Así se acordó ayer en una audiencia. Tiene una condena anterior de dos años de prisión en suspenso por lesiones leves calificadas, y está sospechado de integrar una fuerza de choque al servicio del sindicato petrolero.

Durante el juicio por jurados que se realizó entre el 26 y el 29 de abril surgieron otros posibles delitos, como tráfico de drogas y tenencia ilegal de armas, pero no hay ningún indicio de que serán investigados.

La única secuela fue a partir de las críticas de los abogados querellantes al jurado popular: lo cuestionaron por emitir un veredicto «machista» y por «no entender las instrucciones». Es prácticamente imposible que un jurado de seis varones y seis mujeres elegidos para un caso en particular, sin relación previa entre sí, se pongan de acuerdo de semejante manera.

Río Negro pudo reconstruir que la lectura es otra. Por empezar, la falta de perspectiva de género atravesó las cuatro audiencias. No se tuvo en cuenta la asimetría de poder entre víctima y victimario. Hubo defectos en la litigación, la fiscalía y la querella no resultaron sólidas en su trabajo de partes acusadoras, a la defensa se le permitió una agresividad inusitada con la víctima y algunas testigos, y en los alegatos se discutió sobre pruebas inexistentes.


Graves acusaciones


Ademar Marángel ya tiene una condena en suspenso por violencia de género. (Archivo)

Marangel llegó a juicio acusado de privación ilegal de la libertad agravada por el vínculo, amenazas coactivas agravadas por el uso de armas y abuso sexual gravemente ultrajante. Como se verá, la condena fue por algo mucho menor. Los hechos ocurrieron entre el 8 y el 10 de mayo del 2020 en su vivienda de Rincón de los Sauces.

La víctima fue su novia. La fiscalía a cargo de Pablo Vignaroli y Rocío Rivero y la querella integrada por Marcelo Hertzriken Velasco y Joaquín Hertzriken Catena no le explicaron debidamente al jurado popular la situación de vulnerabilidad en que se encontraba la joven, que incluso debió abandonar la provincia tras su denuncia, en contraposición con la situación de fortaleza de Marangel, empleado de una petrolera y con variados contactos en la localidad.

Encuadrar el caso con perspectiva de género habría ayudado a que se enfocara de otra manera el desarrollo de los hechos.

La declaración de la joven fue central para probar la acusación. De manera clara y precisa, describió en detalle todo lo sucedido en los días y horarios clave.

El defensor Gustavo Olivera practicó un interrogatorio agresivo a la víctima casi sin objeciones de la otra parte. Llevó su trabajo a límites que está en discusión si deben permitirse en casos de abuso y violencia de género.

El lenguaje corporal de la joven durante ese tramo de su declaración estremece. Duele verla retorcerse en su sillón, tomarse el rostro con las manos, mirar hacia los costados como buscando ayuda, mientras las preguntas se suceden una detrás de otra. Por eso sorprendió escuchar, en el alegato de cierre, que la querella habló de «la falta de emociones» de la víctima, en coincidencia con lo que dijo nada menos que con la psicóloga de la defensa.


«Mis sicarios»


Por otra parte, los testigos que declararon a favor de Marangel están comprendidos por las generales de la ley: admitieron que le deben favores de toda clase y viven en un departamento propiedad del imputado sin pagarle alquiler. Tuvieron que reconocer que mintieron al relatar como sucedidos el sábado (cuando la víctima estaba privada de su libertad) hechos que ocurrieron el viernes. O al decir que la habían visto retirarse de la casa tranquilamente y con su mochila, cuando ese útil fue secuestrado en un allanamiento posterior porque ella escapó corriendo con lo puesto.

La parte acusadora no se preocupó por averiguar los antecedentes de estos testigos, que incluso se mostraron desafiantes ante las preguntas. Y dejó sola a la víctima cuando acusó a dos de los amigos de Marangel de golpear gente por encargo. «¿A usted le consta, tiene pruebas?», la apuró el defensor Olivera. «Me lo contó Ademar», respondió ella. «A sus amigos les dice mis sicarios», agregó.

En Rincón de los Sauces tienen fuerza los rumores sobre la fuerza de choque del sindicato petrolero que integra el boxeador.


La prueba que no está


Otro episodio bochornoso ocurrió durante los alegatos, cuando la defensa impresionó al jurado hablando largamente de un supuesto video íntimo con detalles escabrosos que no existe como prueba en la causa. El abogado llevaba ya varios minutos exponiendo sobre el tema cuando el juez Fernando Zvilling, director del juicio, le recordó que la supuesta filmación no había sido aceptada.

Hay menciones a un video en el legajo pero no se lo tuvo en cuenta porque no se sabe cuándo fue filmado. Marangel y su defensa dicen que es del día del hecho. Todos pasaron por alto que la víctima nunca prestó consentimiento para que la filmen, que se pasó por encima de sus derechos, y que se podría estar ante otro delito.

Pero el jurado escuchó que el video existía, así como la descripción de su contenido. ¿Lo creyó? «Lo que nosotros decimos en el alegato no es testimonio», les había advertido el defensor al comenzar su argumentación.


La declaración de responsabilidad


En definitiva, por diez votos sobre doce, Marangel fue declarado responsable de abuso sexual con acceso carnal. El jurado popular no consideró probado el uso de armas; a la acusación le falto remarcar en su alegato las propias palabras de la víctima, quien relató con énfasis que el arma de fuego y el cuchillo fueron decisivos para doblegar su voluntad y consumar el abuso.

Tampoco se consideró probada la privación ilegítima de la libertad, porque tampoco se informó debidamente al jurado sobre las condiciones en las que se encuentra una víctima de abuso sexual en una vivienda rodeada de su victimario y sus amigos. Otra vez, faltó enfocar el caso de la manera correcta.

En el olvido quedaron el arma de fuego que el imputado tenía sin autorización en su casa y la mención a que vende cocaína.

El 30 de mayo será la audiencia para debatir la pena que deberá cumplir.


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