Tres historias conmovedoras de pacientes que lograron vencer al covid-19

Ni para Raquel ni para Daniel ni para Andrea el tránsito por la enfermedad fue sencillo. Tampoco para sus familiares. Le ganaron al virus pero la lucha fue dura.

A fines de marzo, Andrea Meerapfel, radicada en Berlín desde hace 24 años, volvió a Bariloche junto a sus hijos para visitar a su madre, que había iniciado un tratamiento oncológico.

“Decidimos visitarla al comienzo del tratamiento porque después sabíamos que iba a estar con menos fuerza y energía. Lamentablemente, empezó a desmejorar y a sentirse mal. Su sistema inmunológico ya estaba frágil”, relató. Durante su estadía en Bariloche, Andrea tuvo un pico de fiebre.

Justo había llevado conmigo unos tests rápidos; de modo que nos testeamos. Dos de mis hijas y yo dimos positivo”, contó la mujer de 54 años.

Como empezó a sentirse cada vez peor, concurrió a la guardia del hospital Ramón Carrillo de Bariloche, donde le administraron oxígeno y la sometieron a todo tipo de estudios.

“Estaban saturados pero permanentemente entraban médicos para controlarme hasta que, a las 2 de la mañana, me dijeron que debía quedar internada porque saturaba mal”, señaló Andrea.

En ese momento, le plantearon que “el hospital era de todos y para todos pero al tener cobertura privada, convenía trasladarla a un centro privado para guardar ese lugar para una persona que no tuviera cobertura”. De ese modo, Andrea fue ingresada a una habitación del sanatorio San Carlos.

A la mañana siguiente, internaron a su madre que, para la sorpresa de la familia, también resultó Covid-19 positivo. Los médicos plantearon que su situación era crítica y horas después, fue trasladada al área de terapia intensiva. Dos días después, murió.

“Me permitieron verla 5 minutos cuando la ingresaron al sector Covid pero jamás se me pasó por la cabeza que se podía morir ni de cáncer ni de Covid. Era una amante de la vida. Sus informes me los pasaban a mí. Yo estaba desconsolada”, reconoció Andrea.

Cuando su madre murió, las autoridades de la clínica le permitieron a ella, a sus hijos y su hermana (todos tenían Covid) despedirse.

“Es algo poco usual. Mucha gente no tiene forma de despedirse de sus seres queridos. A nosotros nos dieron esa posibilidad”, expresó.

Andrea permaneció internada nueve días, con requerimiento de oxígeno. Cuando finalmente le dieron el alta, permaneció más de una semana con oxígeno en el departamento donde se alojaba, porque continuaba saturando mal.
“Mis hijos regresaron a Berlín y yo me quedé tres semanas más para recuperarme y poder hacer el duelo con mi hermana”, dijo Andrea.


15 días en terapia intensiva



Ese 25 de enero, Daniel Machinandiarena esperaba pasajeros en el aeropuerto de Bariloche cuando empezó a sentir una “sudoración fría”. El hisopado confirmó las sospechas.

Dos días después, cuando una de sus hijas fue a verlo, detectó que tenía fiebre alta y baja oxigenación. Lo trasladaron en una ambulancia.

“Son momentos en que uno se pierde o se desconecta de la realidad”, indicó Daniel que, permaneció internado en la Terapia Intensiva durante 15 días, con una máscara de oxígeno.

Daniel Machinandiarena, un gran deportista.

“No me llegaron a intubar porque me resistí -contó-. Lo que ves en Terapia te pone la piel de gallina y te da escalofríos. Pacté con los médicos hacer una rotación en la cama para no estar de espaldas sino más de lateral y boca abajo. Eso me produjo una lumbalgia y no me podía ni mover. Pero zafé con esas rotaciones”, detalló este hombre que tiene 60 años.

Admitió que en Terapia Intensiva era conciente de todo lo que pasaba: “Fui muy observador de todo lo que me rodeaba, calladito la boca. Estando ahí, el Covid se llevó a un amigo mío que estaba internado en la misma sala. Si bien te dividen con unas cortinas, escuché que se había ido. Pregunté pero solo me hicieron caras. Son muy respetuosos”, relató.

El 20 de febrero, Daniel tuvo el alta médica. “Soy grande pero me salvó que, durante la pandemia, hice mucha bici, jugué al fútbol, hago enduro. Estaba bien físicamente. Hace tres meses que salí y hoy, estoy al 90%”, planteó.

Al abandonar la clínica, comenzó el tratamiento de kinesiología y empezó a caminar para recuperarse aún más rápido.
“Vivo del turismo y me perdí la temporada de verano. No tengo otra entrada pero mis hijas mantuvieron todo y fueron un pilar muy importante para sostenerme. Tengo también un eterno agradecimiento a los médicos y a los enfermeros”, le dio un cierre a su historia.


No le dan el alta



Cinco meses después de haber atravesado la enfermedad y haber estado internada en el hospital Ramón Carrillo, Raquel Aburto aún no obtiene el alta médica.

Esta mujer de 54 años empezó a sentirse mal a comienzos de enero y dio Covid positivo. “Estuve en mi casa los primeros diez días, con mucha fiebre y dolor muscular, sin gusto. Pero terminé en la guardia y me internaron con un cuadro de neumonía bilateral. Saturaba bajito así que requerí oxígeno. Fue una situación horrible”, puntualizó y su voz se quiebra.

Raquel Aburto es directora de la escuela 273 de Bariloche y atravesó el coronavirus. Foto: Marcelo Martínez

En ese momento, ante la falta de camas, la mujer debió esperar dos horas hasta que finalmente fue trasladada a la Unidad de Cuidados Intermedios (UCI) donde permaneció hasta finales de enero. “Desde ahí, mi vida cambió. Fueron los peores días. No podía caminar, tenía que ir al baño con oxígeno, extrañaba muchísimo a mis hijos y a mis nietos. Te da mucho miedo”, sostuvo.

Su internación coincidió con la del padre de su hijo. “Si bien mi hijo es grande, pensaba: ‘No me puedo ir todavía de este mundo; todavía hay mucho por hacer”, admitió.

Los días pasaban pero Raquel seguía dando positivo y su miedo se acentuaba.

Tantos días internada, ves todo tipo de situaciones. Sentís ruidos, escuchás corridas, imaginas cosas que, después consultas y son reales. Fallecimientos de gente, el saber que no hay lugar, el miedo a morirte”, dijo al recordar.

Aclaró que en todo momento se sintió atendida y contenida: “Te aguantan la tristeza, el llanto y las ganas de irte. Finalmente, me mandaron de vuelta a casa pero aún hoy, tengo secuelas del Covid”.

Desde entonces, Raquel no pudo volver a su trabajo como directora en la escuela 273 y aseguró con tristeza que, es la primera vez en su carrera que “no inicia un ciclo lectivo”.

“La he pasado muy mal. Desde aquel momento, no recupero el gusto ni el olfato. Me quedó una voz ronca. Tuve un eczema en el cuerpo, una hemorragia digestiva y nasal. Quedás con el cuerpo desarmado. Te falta el aire, sentís cansancio. Nada de eso se me ha ido”, detalló y admitió que aguarda el alta “con ansiedad”.

Transitar la enfermedad con semejantes complicaciones marcan la vida de las miles de personas que fueron contagiadas.


Adherido a los criterios de
Journalism Trust Initiative
<span>Adherido a los criterios de <br><strong>Journalism Trust Initiative</strong></span>

Nuestras directrices editoriales

Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios