Tropas de EE. UU. entraron al corazón de Bagdad y toman posiciones 8-4-03

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Anuncian la muerte de «Alí, el químico»

Británicos tomaron el control de Basora

Dos periodistas muertos en ataque

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Hallan presuntas armas de exterminio

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La coalición de los esperanzados, Por Andrés Oppenheimer [nota] ¿Cura para males económicos?, Por Nigel Stephenson [nota] Pureza moral y violencia, Por Martín Lozada [nota]

Las fuerzas estadounidenses van asegurándose de a poco varios sectores de la capital. BAGDAD (Reuters/AFP) – Tropas estadounidenses entraron ayer al corazón de Bagdad y se atrincheraron en uno de los palacios del presidente Saddam Hussein, mientras paracaidistas británicos llegaron al centro de Basora, la segunda ciudad de Iraq, donde muchos residentes les dieron la bienvenida. Los militares estadounidenses dijeron que el asalto al centro de Bagdad con más de 100 tanques y otros blindados era una demostración de fuerza, destinada a demostrar que sus tropas llegan donde quieren, más que un ataque final a la ciudad de cinco millones de habitantes. El secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, dijo que no sabía qué había ocurrido con Hussein o dónde estaba, pero aseguró que ya no tiene poder sobre gran parte de Irak y que ya se estaba quedando sin soldados. La televisión estatal iraquí mostró imágenes de Hussein vestido con uniforme militar y a su hijo Qusay reuniéndose con asesores. El ministro de Información, Mohammed Saeed al-Sahaf, dijo que las fuerzas iraquíes estaban masacrando al enemigo y negó que los tanques estadounidenses hubiesen capturado los palacios. «Como dijo nuestro líder, Dios está asando sus estómagos en el infierno», dijo Sahaf desafiante, parado sobre un techo en el centro de Bagdad, ignorando los tanques estadounidenses que se encontraban a escasa distancia Quince civiles murieron en la explosión causada por una bomba lanzada por un caza bombardero en el centro de Bagdad, según testigos en el lugar del ataque. Un primer balance proporcionado por testigos había informado de nueve muertos. El misil, que dejó un cráter de por lo menos 15 metros de diámetro por 8 metros de profundidad, destruyó cuatro viviendas de la calle 14 Ramadán, una arteria comercial del barrio Al Mansur. Nueve miembros de una misma familia, entre ellos por lo menos dos niños, y otras cinco personas de otra familia murieron en el bombardeo. Una columna de tanques y vehículos blindados ligeros de las fuerzas estadounidenses se abrió paso ayer con relativa facilidad hasta el centro de Bagdad, pero dos infantes de Marina murieron y otros tres resultaron heridos cuando luchaban por el control de dos puentes en el este de la ciudad. Otros dos soldados estadounidenses y dos periodistas murieron, mientras 15 personas resultaron heridas, en un ataque iraquí contra un centro de comunicaciones al sur de la capital . En Bagdad, los hospitales recibían constantemente más muertos y heridos. Los médicos dijeron que atendieron tantos casos que ya se estaban quedando sin anestésicos y equipamiento médico. Los marines después cruzaron el río Diyala a pesar de que los iraquíes dañaron los puentes para demorar el avance de los invasores en una de las zonas donde se registraron los combates más cruentos. El teniente coronel estadounidense Pete Bayer dijo a Reuters: «Hemos capturado el principal palacio presidencial en el centro de Bagdad. Hay dos palacios en esa zona y hemos entrado a ambos». Al caer la noche, los soldados estadounidenses que tomaron un complejo presidencial en la ribera occidental del río Tigris seguían en el lugar, dispuestos a pasar la noche allí y enviando un fuerte mensaje a la ciudadanía y a los partidarios de Hussein de que las operaciones continuarán. Según el jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense, Richard Myers, pequeñas unidades iraquíes lanzan ataques esporádicos dentro de Bagdad pero no pueden armar una defensa coherente. Myers, dijo que «de los poco más de 800 tanques (iraquíes) con que comenzaron (la guerra) casi todos fueron destruidos o abandonados. Les deben quedan un par de decenas», dijo. «No es la batalla de Bagdad», advirtió el Pentágono, sino un «mensaje fuerte» dirigido al régimen de Saddam Hussein para mostrar a las fuerzas iraquíes que «podemos ir adonde queremos, cuando queremos», explicó Ben Owens, del Pentágono. Presunto hallazgo Soldados estadounidenses encontraron presuntas armas de exterminio en una localidad en el centro de Iraq, pero luego un oficial sugirió que se las sustancias encontradas podrían ser pesticidas. Oficiales británicos dijeron que entre las ruinas de una casa destruida el sábado por un bombardeo en la sureña ciudad de Basora encontraron el cadáver de Ali Hassan al-Majid, conocido como «Alí el Químico», primo de Hussein y comandante militar en el sur de Iraq. Majid se ganó el apodo por el uso de gas contra poblaciones kurdas en 1988. Cerca de 700 soldados de Gran Bretaña entraron el lunes por primera vez al centro de Basora, casi sin encontrar resistencia. Algunos residentes, entre ellos mujeres y niños, saludaban y sonreían al paso de los soldados. Otros pidieron agua a los soldados. Con el posible final de la guerra cada vez más cerca, el presidente estadounidense, George W. Bush, y el primer ministro británico, Tony Blair, se encontraron en Irlanda del Norte para analizar el papel de la ONU en la posguerra en Irak y evaluar la estrategia de sus militares en el campo de batalla. La ciudad se transforma en un caótico campo de batalla BAGDAD.- Francotiradores iraquíes arrodillados debajo de los puentes mientras resonaba fuego de artillería desde todas las direcciones defendían Bagdad contra las tropas estadounidenses que se abrían paso hacia el centro de la ciudad. La guerra urbana para la que el presidente iraquí, Saddam Hussein, se estaba preparando comenzó finalmente cuando decenas de tanques estadounidenses entraron retumbando en la ciudad de cinco millones de habitantes y atacaron dos complejos presidenciales en la margen occidental del río Tigris. «Bagdad es una zona de combate ahora», dijo un testigo. El polvo blanco de los morteros mezclado con una tormenta de arena que azotaba la ciudad ayer obstruía la visibilidad, mientras el ruido ensordecedor de las bombas de artillería y de los morteros resonaba por toda Bagdad, especialmente hacia el oeste y el sur. Un automóvil civil, con los cristales hechos añicos y la carrocería acribillada a balazos, estaba parado en un arcén. Su conductor salió de él cojeando. Dos vehículos policiales agujereados por las esquirlas de un obús, también fueron abandonados por sus ocupantes. En la calzada, un miliciano yacía en medio de un charco de sangre sin que nadie se molestara en retirarlo debido a que el ruido anunciaba combates cerca. Tres de sus camaradas, replegados detrás de unos sacos de arena, hacían señales a los automóviles para que dieran media vuelta y advertían del peligro mortal que suponía continuar el camino. Los automovilistas obedecían desandando el camino a toda velocidad, con sus neumáticos chirriando. Todo el sector olía a pólvora. Cerca de la zona de combates, la estación de autobuses de Al Alaui estaba desierta. En una calle paralela, cientos de civiles desamparados llamaban a gritos desde lo lejos a coches privados con la esperanza de abandonar Bagdad o simplemente regresar a su domicilio. Numerosas ambulancias corrían de un lado a otro para evacuar a los heridos, y camionetas repletas huían de la ciudad. «Creo que el 80% de la gente se fue al este para escapar a los bombardeos», dijo Ali, un residente de Ciudad Saddam, un enorme caserío en las afueras de Bagdad. Milicianos, con la cabeza cubierta con un tocado tradicional y calzados con zapatillas, parecían abandonados a su suerte sin el apoyo de unidades blindadas del ejército ni de la Guardia Republicana. Su arsenal no representa peligro alguno para los Abrams estadounidenses ni los vehículos de combate Bradley, sobre todo teniendo en cuenta que cazas de la coalición sobrevuelan continuamente el cielo de Bagdad dispuestos a intervenir. Los principales puentes que cruzan el río Tigris parecían estar aún bajo el control de las fuerzas leales a Hussein. Fuego de artillería era disparado desde esa posición y otras armas fueron colocadas justo detrás. Soldados iraquíes apuntaban sus lanzacohetes a todos los autos que cruzaban el puente desde esa dirección, donde las fuerzas estadounidenses ocuparon los dos complejos presidenciales. Enormes bloques de concreto arrojados allí permitían sólo un paso estrecho . En otros sectores de la orilla oeste, las calles se convirtieron en el bastión de individuos armados, tanto civiles como milicianos encargados de la defensa de los barrios, o incluso paramilitares. Cada grupo de casas está protegido por sacos de arena, muros de piedras o pequeñas trincheras. El centro comercial de la ciudad, en la orilla este del Tigris, no escapó a este clima de estrés y alerta que envuelve Bagdad. Aquí, los civiles también desaparecieron de las calles, para dejar paso a los combatientes y la aparente normalidad de días atrás se agota por el corte de la electricidad, del agua, de teléfono y la llegada brutal de los estadounidenses. (AFP/DPA/Reuters)

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