Un buen comienzo

Con más respeto que entusiasmo, "My Blueberry Nights", de Wan Kar-wai, abrió esta nueva edición del festival francés.

CANNES (DPA) – Sin ser el mejor cine de Wong Kar Wai, pero sin desmerecer su firma, «My Blueberry Nights», la película del director de Hong Kong que inauguró ayer la 60 edición del Festival de Cannes, constituye un ejemplo del «savoir faire» del certamen francés: hacer confluir arte y glamour.

El desafío, la palabra que más se ha escuchado durante la rueda de prensa, ha unió al director, que se sentía atraído por su la voz de Norah Jones, y a la protagonista, que se quedó prendada de sus trabajos anteriores, entre ellos, «Con ánimo de amar».

Para ella es su debut como actriz. Para él, su estreno en el cine de habla inglesa, un camino que ninguno de los dos sabe si realmente va a seguir, aunque Kar Wai subraya que Jones es una actriz muy natural, con un gran instinto emocional.

El director, que el año pasado presidió el jurado del certamen y ganó el premio al mejor director con «Happy Together» (1997), compareció con sus inseparables gafas negras y no desaprovechó ocasión para elogiar a la debutante, cuya mirada inocente y cándida ha sabido explotar delante de la cámara. Y es precisamente ahí donde flaquea la cantante, que se mide en esta road-movie con portentos de la talla de David Strathairn, Rachel Weisz, Jude Law o Natalie Portman.

«My Blueberry Nights», que en realidad son tres historias (casi se podría decir que tres cortos, con Norah Johnes como hilo conductor) de más de dos horas, arranca en una cafetería neoyorquina, donde el personaje de Johnes acude tras una ruptura amorosa.

Allí conoce a Law con quien comparte sus penas y un pedazo de tarta de arándanos, la que más desagrada a la actriz y a la que hace referencia el título a la cinta.

La música, que siempre ha desempeñado un papel crucial en el cine del realizador de Hong Kong, no pierde fuerza en este metraje, en el que el director no quiso recurrir expresamente a las canciones de Jones, para no desviar la atención de su nueva faceta.

Sí se escucha sin embargo una nueva versión del tema más conocido de «Con ánimo de amar», que ahora suena con armónica. Además Wong Kar-wai recurre al blues para acentuar el desgarro del desamor en la historia de Strathairn y Weisz, la mejor resuelta de toda la cinta.

Él (Strathairn) es policía de día y alcohólico de noche, tan enganchado a la botella como al amor que siente por la esposa que le ha abandonado, Rachel Weisz, quien, tras su papeles de aventurera («La Momia») y mujer comprometida («El jardinero fiel») sorprende como maravillosa «femme fatale».

Seguramente los incondicionales del cine lírico e intenso del director de Hong Kong quedarán decepcionados con su incursión americana. 

Sin embargo, se puede percibir trazos de su maestría en varios momentos de «My Blueberry Nights», el primero de los 22 títulos que se muestra en la competición oficial del Festival de Cannes.

 

Un festejo redondo

 

Miles de botellas de champaña, cientos de ostras, fuegos artificiales y un sinfín de datos tan desconcertantes como embriagadores acompañan la celebración de un aniversario redondo para el que aparentemente sólo se han realizado un par de modificaciones: el personal ha dejado de lucir los uniformes azul-azafata para llevar trajes de un color arena más elegante, mientras que a la entrada del Grand Palais, donde se desarrolla la función de gala, se han colocado unos grandes cubos de colores.

Pese al gran cine y a los negocios millonarios que se moverán en el Mercado del Festival, lo más vistoso durante las próximas dos semanas se concretará en apenas unos sesenta metros de material sintético y sobre 24 escalones: la alfombra roja y la escalinata del Palacio del Festival de Cannes.


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