Un ciudadano indignado

Pablo Gabriel Bianchi *

Siempre pensé que el argentino era una persona rebelde. Reconozco que me equivoqué, hoy me inclino más a pensar en su cobardía y falta de patriotismo. Una persona que no le importa que los políticos le roben el resultado del esfuerzo de su trabajo para que, vía populismo, lo repartan según su conveniencia política.


No es entendible tanta pasividad ciudadana, que empresarios agropecuarios permitan que este fascismo que estamos viviendo desde hace décadas, los hayan convertido en comisionistas en vez de empresarios, que los autónomos o los empleados en relación de dependencia, llegado fin de año, hayan permitido que el estado les haya robado entre 7 y 9 de los 12 meses trabajados (vía impuestos), que permitamos que el Estado haya podido avanzar sobre nuestra libertad y nuestra propiedad privada al punto que, desde la poltrona, un político defina qué permisos nos otorga o no para poder desempeñar nuestro trabajo mediante 69.000 regulaciones diferentes.


Argentina llegó a tener el mayor PBI/ per cápita del mundo (1895-96). Lejos estamos de ese podio y nos alejamos más cuanta mayor libertad permitimos que estos “señores feudales” nos arrebaten, haciendo cada vez más gordo al siempre ineficiente Estado.


Por la inoperancia y corrupción de nuestros “honorables” políticos, muchos debemos pagar dos o tres veces por salud (publica, obra social, prepaga), dos veces por educación (pública, privada) y pagar por seguridad que no nos otorgan.


Sin embargo, y a pesar de su inoperancia mostrada al manejar las funciones básicas del Estado, permitimos que manejen nuestras vidas a su discreción, permitimos que gasten nuestro dinero de la manera más ineficiente que se pueda entender, a solo ejemplo, la biblioteca del Congreso nacional posee 1.613 empleados mientras que su semejante en Chile es operada por solamente 55 empleados (https://www.bcn.cl/transparencia/personal/plantas).


Permitimos que estos inoperantes tengan asesores que muchas veces son personas no preparadas o familiares (hay 3.631 empleados para 72 senadores y 257 diputados en el Congreso) y, como les permitimos de todo, provocamos que la Argentina viva en permanente emergencia.
 Mientras tanto, Argentina hace décadas que no para de descender en la tabla de países con mayor calidad de vida, educación, seguridad jurídica, respeto a la propiedad privada y no para de subir de posiciones en las que muestra mayor inflación, mayor pobreza e indigencia, menores libertades individuales, etcétera.


Hoy nos toca ver jóvenes que buscan por todos los medios emigrar para huir de este infierno tributario tan abrumador, asfixiante y parasitario.
Es llamativa la pasividad nuestra, que permitimos que los decadentes políticos nos obliguen a despedir a nuestros hijos en busca de nuevos horizontes y nos metan las manos en los bolsillos para que el fruto de nuestro esfuerzo lo usen para jugar a Papa Noel en busca de su conveniencia política o también para sus propias arcas.
Nos arrebatan nuestras libertades (puesto 149 de 180 en la lista de la Fundación Heritage de EE.UU.) https://www.infobae.com/economia/2020/04/12/argentina-otra-vez-esta-ubicada-entre-los-ultimos-puestos-en-el-ranking-global-de-libertad-economica/. Y no hacemos nada.


Nuestros padres fundadores nos mirarían con bronca si vieran en qué convertimos a su nación.
 La vida es linda de ser vivida en libertad y nosotros nos la estamos perdiendo.

* Coordinador del Partido Libertario de Neuquén. 


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